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Red Internacional
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EDUCACIÓN Y DESIGUALDAD. Ministerio de Educación niega título de la ESO a alumnos con síndrome de Down

A este colectivo de alumnos, pese a cumplir con los requisitos y con las adaptaciones curriculares impuestas por el Ministerio, se les niega el título.

Viernes 4 de noviembre de 2016

Foto: DOWN España

El Ministerio de Educación está negando de forma sistemática el título de la ESO a los alumnos con síndrome de Down que han superado el PCPI. El motivo alegado es que “no superan unos contenidos mínimos”, según afirmó José Fabián Cámara, presidente de la asociación Down España.

Pero el hecho es que los alumnos con síndrome de Down sí superan esos contenidos mínimos por medio de las adaptaciones curriculares, impuestas por el Ministerio de Educación, pero luego no reconocidas por éste. De tal manera que los alumnos que se han esforzado para seguir el itinerario marcado por la Administración, encuentran las puertas cerradas.

Estos alumnos tienen que entrar en un centro especial para adultos en el que comenzarían desde el segundo curso de la ESO, o accediendo a módulos voluntarios dentro del PCPI, siempre que no se hayan cumplido los 18 años y se hayan superado los módulos obligatorios.

Los afectados denuncian que los alumnos con síndrome de Down tienen que seguir superando niveles, aunque se aprueben las adaptaciones curriculares que supuestamente deberían compensar las condiciones especiales e individuales de todos los alumnos. El presidente de Down España afirma: “Se nos está privando de la posibilidad de obtener el título de ESO. No nos pueden cerrar la puerta. Por obcecación no les dan el título y por parte del Gobierno que hace las leyes”.

El hecho es que “de facto” se les niega el acceso a la FP, ya que sin título no hay opciones, y al cumplir los 18 años se les deja como única vía los centros para adultos. Según afirma Cámara: “Se les niega acceder a la FP ordinaria y tendrían que pasar a la FP Básica, aunque si me apuras ni siquiera es FP Básica es una FP Básica Especial (que se imparte en Centro de Mayores si se superan los 17 años y cuyo acceso es limitado en cuanto a plazas) cuando los perfiles que se ofrecen en ese curso no coinciden con los intereses que buscan los chicos”.

La desatención a estos alumnos por parte del Ministerio hace que muchas de sus familias tengan que recurrir a centros privados para que sus hijos con síndrome de Down puedan continuar con su formación laboral tras el PCPI.

Este caso es un claro ejemplo de las políticas del Ministerio que arrebatan a los alumnos con diversidad funcional la posibilidad de formarse. Esta situación los condena a la dependencia familiar o a ser “carne de cañón” en el mundo laboral, dependiendo de que la patronal llene sus bolsillos con cuantiosas subvenciones para que puedan acceder a un puesto de trabajo mal remunerado, como suele ser la tónica habitual en el Estado Español.

Las palabras del presidente de Down España expresan con crudo realismo la realidad de la situación: “Venden una integración que no existe”, “la integración no es real, y se queda en nada cuando cumplen los 18 años”. Lo cierto es que los conceptos de “integración”, “multiculturalidad”, “adaptación curricular” o “realización personal” la mayoría de las veces no pasan de ser mera palabrería en las leyes educativas, o “adornos obligados” en los trabajos del “olimpo pedagógico ministerial”.

Son términos con los que fabricar la imagen de un sistema educativo irreal, y al mismo tiempo una “obligación” que impone la burocracia universitaria y ministerial en el hacer cotidiano de los proyectos educativos de todo tipo. Unas prácticas dignas de los antiguos mandarines chinos, como si por repetir mil veces éste o aquel término, el sistema educativo del Estado Español dejara de estar en una situación crítica.

Los mismos burócratas que ejecutan los recortes en educación son los que imponen estos “mantras” en las leyes educativas. Son los mismos que han planificado paso a paso una ofensiva contra el sistema educativo siguiendo el camino marcado por el thatcherismo. Los mismos que están convirtiendo la escuela en el patio de recreo del clasismo más descarnado, la “competitividad empresarial”, el darwinismo social y los dogmas de fe del patriota de turno.

En este contexto, lo más sensato es empezar a levantar una contraofensiva que nos permita construir un nuevo sector educativo, capaz de obtener lo mejor de cada alumno según su capacidad y dar a cada alumno lo mejor acorde a sus necesidades.