Para los actores de la educación pública, la privatización de las instituciones educativas es una preocupación latente.
Miércoles 17 de enero de 2018
Es sabido que las inversiones en escuelas privadas y concertadas en Catalunya es muy superior a las realizadas en la escuela pública, un hecho paralelo a la creciente privatización de las universidades catalanas.
Si analizamos la situación del financiamiento público de la Generalitat en materia de educación, podemos entrever una histórica e íntima relación entre el gobierno catalán y las instituciones concertadas, privadas y, también, del Opus Dei.
Ya en 2011, con Artur Mas de presidente, el gobierno de la Generalitat fue acusado de recortar el presupuesto para guarderías públicas, sin tocar el presupuesto de las escuelas concertadas religiosas. Anualmente, la Generalitat destina entre 25 y 30 millones de euros para 16 escuelas del Opus Dei, según la Dirección General de Centros Concertados y Centros Privados de la Generalitat.
Algo que está muy lejos de las demandas históricas de la escuela pública y del movimiento estudiantil, como son la creación de nuevos colegios públicos, la inversión contra el abandono y fracaso escolar, acabar con la precariedad laboral del personal docente, apostar por una educación realmente pública, gratuita y de calidad, etc.
Estas escuelas del Opus Dei, financiadas con inversiones públicas, se caracterizan por aplicar diversas políticas antidemocráticas, como una gran segregación escolar por sexos, una enseñanza LGTBIfóbica, y la obligatoriedad y constante presencia de la religión católica en los planes de estudio. Es un hecho que estas políticas no son un impedimento para que las escuelas del Opus dejen de recibir un trato privilegiado por parte de la Generalitat.
En primero lugar, las escuelas concertadas no tienen un límite concreto en la cantidad de líneas escolares o número de preinscripciones. Al contrario que en las escuelas públicas, a las que se obliga a ajustarse a un número concreto de plazas y líneas antes de la preinscripción, estas pueden hacerlo una vez realizadas todas las matrículas.
En segundo lugar, algunas escuelas del Opus han recibido sanciones económicas, de hasta 50.000€, y denuncias de sindicatos por discriminación de género. Entre ellos, el caso de la de la escuela concertada Viaró Global School de Sant Cugat del Vallés que impedía el acceso de profesoras al claustro y a altos cargos de dirección.
Este colegio, solo para niños, únicamente acepta a profesoras para la enseñanza de educación infantil, mientras que desde la educación primaria hasta bachillerato solo contempla la posibilidad de contratar profesores. Pero este no es un caso aislado ya que en la mayoría de colegios del Opus las mujeres se encuentran vetadas de la contratación. No obstante, la Generalitat continua financiándoles con dinero públicos.
En tercer lugar, algunas de estas escuelas también se han visto señaladas por abusos sexuales. Uno de estos casos sucedió en dos colegios concertados de los Maristas de Barcelona, en el barrio de Sants-Les Corts, donde cinco trabajadores (cuatro docentes y un monitor) fueron denunciados en 2016 por abusos sexuales a diversos alumnos. A pesar de estos casos, la inversión de fondos públicos de la Generalitat tampoco ha dejado de dar subvenciones a estos centros.
La privación no afecta solo a la escuela catalana, sino que es un fenómeno presenten en todas las instituciones educativas de Catalunya y de todo el Estado. En las universidades, por ejemplo, una de las instituciones más presentes durante estos años de creciente privatización han sido los bancos y las empresas. Con la aplicación del Plan Bolonia (2010), el poder de decisión de las empresas y bancos como el Santander, el BBVA, etc, aumentó gracias a las nuevas políticas de financiación que permitían a las universidades buscar fondos en sectores privados, aumentas las tasas y recortar en becas.
Estos bancos, invierten cantidades millonarias en las universidades públicas, como la Universidad de Barcelona, a cambio de imponer sus intereses mercantilistas y capitalistas en nuestros planes de estudio y en nuestra enseñanza, creando así un modelo de Universidad-Empresa cada vez más alejada de la clase trabajadora.
Estos bancos también establecen sedes en nuestras facultades y obligan a depositar el pago de la matrícula en sus entidades. Por ejemplo, la Universidad de Barcelona, obliga a abrirse una cuenta con el Santander para poder hacerte el carnet de estudiante.
En el caso de las empresas, estas firman convenios con las facultades para crear prácticas no remuneradas que los alumnos realizan y pagan, ya que se trata de prácticas obligatorias de diversos créditos que se deben superar para poder finalizar la carrera. También hay grados con prácticas no obligatorias que equivaldrían a una optativa y que tampoco son remuneradas.
Durante el 2017, el movimiento estudiantil tanto de secundaria como universitario, continúo realizando diversas huelgas y manifestaciones contra el grave ataque elitista que lleva sufriendo la educación pública desde hace muchos años.
Contra la aplicación de la LOMCE, pasando por la denuncia del aumento brutal del 66% de la tasas (que expulsó a miles de estudiantes de las universidades), el 3+2 y los nuevos presupuestos neoliberales de 2017 aprobados por JuntsxSí, con el apoyo de la CUP en el marco de su pacto y apoyo a la hoja de ruta del proceso.
Vemos como el proceso de privatización y desmantelamiento de la educación pública aplicado por la Generalitat es sistemático y nos condena a una educación al servicio de los intereses de las empresas y bancos y no al servicio de la clase trabajadora.
Como estudiantes, mujeres y juventud precaria, exigimos una educación gratuita y de calidad, al servicio de la clase trabajadora. ¡Fuera las empresas y los bancos de nuestras universidad! ¡Por la separación efectiva de la Iglesia y el Estado, y por el fin de la financiación a las escuelas concertadas y religiosas!
Solo la organización de base y con un gran movimiento estudiantil combativo y anticapitalista, y en alianza con el profesorado y el personal no docente, conseguiremos también expulsar el racismo, el machismo y la LGTBIfobia de nuestras aulas. Y conseguir la educación por la que luchamos.