The Number of the Beast se lanzó el 22 de marzo de 1982. Primer disco con Dickinson en voz, contiene clásicos inoxidables como “Run to the Hills”, “Hallowed Be Thy Name” y el que le da título al álbum.
Augusto Dorado @AugustoDorado
Martes 22 de marzo de 2022 00:00
The Number of the Beast (El número de la Bestia), uno de los discos fundamentales del género, verdadera obra cumbre del heavy metal clásico, cumple este martes cuatro décadas. Es el disco en el cual ingresa Bruce Dickinson como cantante en reemplazo de Paul D´ianno y la realidad es que la versatilidad de Dickinson le permite a Iron Maiden y a su principal compositor -y fundador de la banda- Steve Harris, ampliar el arco de posibilidades a la hora de componer. Sumado al recurso de las “guitarras gemelas” de Adrian Smith y Dave Murray, con la entrada de Dickinson en este disco se afirma la identidad de Iron Maiden.
El disco causó algún revuelo con grupos religiosos extremos (sobre todo en Estados Unidos) por cuestiones obvias: está lleno de referencias claras al diablo, que aparece en el arte de tapa manejado como un títere por Eddie, a la vez que ese diablo también maneja un pequeño Eddie: toda una metáfora sobre el mal y el libre albedrío. Pero The Number of the Beast también es un disco que habla de otro tipo de horrores, como la masacre por parte de los europeos de los pueblos originarios de Norteamérica: de eso va “Run to the Hills”, la voz narrativa alerta “¡Corran a las colinas, corran por sus vidas!” y el ritmo que le imprime Steve Harris desde el bajo emula el galope de caballos, un estilo que redefinió el metal.
El impacto de este disco que marcó época probablemente radique en que apunta a cuestiones profundas, más allá de las referencias a sueños y pesadillas, series de televisión (“The Prisoner”) o películas y libros (“Children of the Damned”). No casualmente “Hallowed Be Thy Name” (“Santificado sea tu Nombre”, el tema que cierra el disco) es parte del repertorio de todas y cada una de las presentaciones en vivo de Maiden desde hace 40 años: tiene una carga dramática muy fuerte, es la voz de un condenado a muerte en sus minutos finales antes del cadalso, donde hasta se permite dudar de la existencia de Dios que no le evitó ese final trágico.
Producido por el célebre Martin Birch, punto de inflexión en la historia de Iron Maiden pero también del Heavy metal, considerado por medios especializados como uno de los mejores del género de todos los tiempos (incluso la revista inglesa Q lo coloca entre los mejores 100 álbumes británicos de la historia), último episodio de Clive Burr en la batería para dejarle el asiento y los palillos a Nicko McBrain, el número de la bestia en esta ocasión es 40: son los años que celebramos de esta monumental obra cumbre del metal.