Mientras anuncian austeridad para los trabajadores, los sectores de izquierda que pretenden hacer creer que este gobierno es “cercano” a los trabajadores, echan polvo a los ojos de nuestra clase. Próximos a un nuevo aniversario del octubre proletario de 1917 en Rusia, los trabajadores tenemos lecciones totalmente actuales que extraer.

Edward Gallardo Basay Dirigente sindical minero - Director CTC - Consejero Nacional CUT - Alternativa Obrera
Lunes 19 de octubre de 2015
Aún resuena en mi memoria la sintonía de aquel 5 de Octubre de 1988. Tenía 13 años y habiéndome criado en dictadura, ya agitaba la ilusión de un cambio “¡Chile, la alegría ya viene!” Eso decía la canción. Luego en los noventa, se oía “¡gana la gente!”. Enmarcado en un arcoíris que ilusionaba a muchos. Yo fui uno de aquellos, me hice dirigente estudiantil, luego sindical, mientras pasaban los años y “esa alegría no llegaba ni menos había ganado la gente”. Ganaron solo unos pocos, los mismos de siempre. Mientras la clase obrera y el pueblo pobre seguíamos observando cómo se vendían las empresas del Estado, cómo se privatizaba todo, como se reducían las plantas de las compañías y se externalizaban miles de trabajadores, como marchaban los mineros del carbón y los cesantes. La alegría no llegó ni la gente ganó.
Todo fue un mero engaño. Desde el dedo de Lagos, hasta el realismo sin renuncia de Bachelet han pasado muchos años, pero aún persisten la tortura, los montajes, los despidos, la persecución a los trabajadores sindicalizados, el hambre, las deudas, la represión y muerte a los obreros por luchar. Mientras, los empresarios pasean sus camiones frente a la moneda, exigiendo más balas para el pueblo mapuche, presionando a un gobierno que cede en cada reforma, que al final se resuelve en alguna cocina en la “medida de lo posible”. El parlamento queda inmóvil ante los embates patronales ya que en su mayoría se financia con sus “aportes”. De este modo, los responsables de provocar las crisis, después pueden descargarlas sobre las espaldas de los trabajadores con total impunidad.
Hoy, a 27 años de aquel 5 de octubre, ya adulto, dirigente sindical y minero, como mi abuelo, como mi padre, los obreros seguimos precarizados y explotados. Los profesores cada vez más golpeados por el Estado y las mujeres más oprimidas. En tanto, los trabajadores de los años de la dictadura que luego confiaron en el arcoíris, hoy viven con jubilaciones de hambre. Sin embargo, los estudiantes exigen educación gratuita para todas y todos, y las huelgas se multiplican. Lo que da cuenta de que no nos han derrotado, pero tampoco nosotros a ellos.
La actualidad de las “lecciones de octubre” [1]
Hay otro octubre, el de 1917, el que con dictaduras y falsificaciones intentaron borrar del horizonte de la clase trabajadora. El octubre de los obreros y campesinos, el de los bolcheviques, el de Lenin y Trotsky y tantos otros revolucionarios que desde la clase obrera con sus organismos de auto-organización de masas tomaron en sus manos el gobierno de sus propios destinos.
Marx dijo que los proletarios del mundo no tenemos nada que perder, solo nuestras cadenas. Cadenas que no cayeron con la llegada de la “democracia concertacionista”, no cayeron con la nueva mayoría y no caerán mientras los trabajadores no entendamos que la confianza de nuestra clase debe estar en nosotros mismos y no en gobiernos, parlamentos, partidos patronales ni en empresarios. Debemos generar la unidad de la clase, junto a los estudiantes y el pueblo mapuche para golpear con un solo puño.
Para ello, debemos organizarnos, recuperar nuestros organismos sindicales y estudiantiles para las bases y desarraigar las burocracias dirigentes, pro gobierno, o conciliadoras, que confían en una mesa de diálogo antes que en la fuerza organizada de la clase, que no convocan ni fijan posición respecto a cada situación opresiva que enfrentan los trabajadores, porque han conseguido privilegios por su complicidad con el régimen. Así, actualmente hay miles de despidos y los dirigentes de organismos sindicales mayores brillan por su ausencia.
En tanto, hay dirigentes que dicen que la esperanza radica en la “unidad de la izquierda”, a pesar de la diversidad de miradas y a partir de ahí, avanzar hacia etapas más avanzadas. Yo digo, que debemos dar carácter de clase a la unidad. Golpear juntos, hacer frente único con todos quienes apunten en la dirección de derribar los pilares del régimen y contra los empresarios, pero es unidad de acción y desde las bases. No la unidad programática que ata de manos cuando se critica al gobierno e impide defender los intereses de los trabajadores.
Quienes pretendan hacer creer que este gobierno es “cercano” a los trabajadores echan polvo a los ojos de nuestra clase. Lo evidencian los porfiados hechos constatados. Ante cada intento de avance de los trabajadores por sus demandas nos encontramos con negación, represión y muerte. Con distintos slogans que no son más que disfraces mañosos.
Termino diciendo, que es indispensable que la clase trabajadora conozca su propia historia, porque las lecciones que se pueden extraer de aquel octubre proletario de 1917 tienen total vigencia. Aquella hazaña histórica nos enseña que podemos vencer, construyendo una corriente clasista, combativa, antiburocrática, que lleve las demandas de los trabajadores hasta el final, que no concilie y que de cara a cada instancia de lucha, con independencia e identidad de clase.
¡Viva la clase obrera!
[1] “Lecciones de Octubre”, León Trotsky, 15 de septiembre de 1924
http://www.ceip.org.ar/Lecciones-de-Octubre-793