Uno descansa el domingo luego de trabajar seis días de la semana.
Lunes 27 de agosto de 2018
En el capitalismo, sistema en el que despertamos día a día, nuestro tiempo de vida se consume en un trabajo cada vez menos productivo, más subsumido realmente.
Será el Antiguo Testamento el que dirá que el día ’séptimo’ será de descanso y critica la avaricia en el trabajo.
Digamos, el trabajo en términos históricos se hace más rutinario, repetitivo, reiterativo, enajenado, aburrido e improductivo. Este efecto genera rechazo, odio, aborrecimiento, aburrimiento, al trabajo asalariado. Vamos, no puede resultar entusiasmante el regreso al trabajo el lunes por la mañana.
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Karl Marx en su capítulo VI inédito de El Capital, visionario, describió una tendencia que hoy adquiere características espeluznantes: nuestro trabajo del día a día es un sinnúmero de tareas improductivas, que no construyen o transforman el mundo.
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El capital va generando un general intelect que roba, expropia, apropia la fuerza creadora, prometeica de la humanidad. En el robo de nuestra capacidad creativa se subsume realmente, minuto a minuto de nuestra actividad en el trabajo asalariado un pedazo de nuestra humanidad, un retazo de nuestra vida.
La máquina, subsumiendo nuestra capacidad creativa, succiona nuestra vida. Cual monstruo Mefistófeles, como un Drácula de la actividad humana consciente por medio de la explotación capitalista.
De ahí que nuestro rechazo a los lunes sea un rechazo a esta subsunción real, no formal, casi inadvertida, muy oscura, en la que se va perdiendo, casi marchitando la vida creativa de millones de personas en todo el mundo.
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Marx explica que recuperamos en la actividad natural, casi animal, nuestra humanidad: soñando, mirando las estrellas, comiendo, bebiendo, tirados en el pasto, caminando por la noche nublada o mirando el arcoíris.
Hay un rasgo melancólico: si el trabajo crea el mundo y nos separa de la naturaleza, sólo volvemos a sentirnos humanos rechazando los lunes y recordando nuestras actividades más naturales que hicimos el domingo.
El trabajo asalariado en el capitalismo es un trabajo enajenado. Sólo expropiando la tecnología disponible, para el bien de la sociedad en general y no para el enriquecimiento de unos cuantos parásitos capitalistas, de este nuevo siglo es que lograremos despertar la infinita fuerza creadora de una humanidad liberada: así lograr que a cada cual según sus necesidades y de cada cual según sus capacidades.