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Red Internacional
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Tribuna Abierta. El país de Ramona y Matías

Enero debiera llamarse Ramona (Parra) o Matías (Catrileo). Así de simple. Cada calendario que se imprima debiera llevar los rostros de Ramona y Matías, y seguir cada mes con los rostros de jóvenes asesinados, reprimidos o desaparecidos. Septiembre, el mes de las y los desaparecidos debiera llevar el rostro de José (Huenante). Si, su rostro entre cientos. Porque su desaparición es la vergüenza que arrastra nuestra post dictadura. Su desaparición es la piedra en el zapato del poder.

Cristian Gutiérrez Historiador, Magíster en Historia.

Sábado 2 de enero de 2016

La tradición de los oprimidos nos enseña que el “estado de excepción”
En que ahora vivimos es en verdad la regla.
El concepto de historia al que lleguemos debe resultar coherente con ello.
Promover el verdadero estado de excepción se nos presentará entonces
Como tarea nuestra, lo que mejorará nuestra posición
En la lucha contra el fascismo

(Walter Benjamin. Tesis sobre la Historia)

Enero debiera llamarse Ramona (Parra) o Matías (Catrileo). Así de simple. Cada calendario que se imprima debiera llevar los rostros de Ramona y Matías, y seguir cada mes con los rostros de jóvenes asesinados, reprimidos o desaparecidos. Septiembre, el mes de las y los desaparecidos debiera llevar el rostro de José (Huenante). Si, su rostro entre cientos. Porque su desaparición es la vergüenza que arrastra nuestra post dictadura. Su desaparición es la piedra en el zapato del poder.

Esa larga duración (longue durée), de la violencia que se trata de ocultar mediante discursos, ritos, una historiografía conservadora que nos desinforma desde pequeños y que nos muestra un “Chile Republicano”, se aparece en cada esquina de nuestra frágil democracia. La excepción es la regla. La violencia opresora de las clases acomodadas y su Estado a medida, es latente a lo largo de nuestra joven existencia.

El 3 de enero de 2008 fue asesinado Matias Catrileo, también a manos de carabineros, los que defendiendo el poder latifundista de quienes se apoderaron de tierras ancestrales mapuche, dispararon a quienes llevaban a cabo recuperaciones de tierras, dando muerte a Matías quien pasó a ser uno más de los Mapuche asesinados. Por su parte el 28 de enero de 1946, cuando la huelga de trabajadores salitreros de las oficinas Mapocho y Humberstone se llevaba a cabo, y la CTCH (Central de Trabajadores de Chile) llamaba a una manifestación popular en Santiago, el poder “legítimo” respondió con todo contra este otro poder “ilegitimo” dejando varios heridos y 6 personas asesinadas entre ellas la joven militante comunista Ramona Parra. La Masacre de la Plaza Bulnes pasaba a engrosar el abultado libro de masacres contra trabajadores y estudiantes que el Estado chileno ha llevado a cabo.

Lo “ilegitimo” rápidamente se transforma en una amenaza delincuencial, ya que, y como señala Waldo Ansaldi (2014), en sociedad de clases, la confrontación entre principios de legitimidad expresa una de las formas que adquiere la lucha de clases y en determinadas situaciones históricas se produce una crisis de legitimidad, en donde la violencia simbólica (junto a la física claro está) desempeña una función importante. Parte de ella se expresa en el lenguaje, en la caracterización que se hace del oponente y de la violencia misma. Así en la batalla ideológica, quienes detentan el poder no vacilan (ni vacilarán) en calificar a sus enemigos como delincuentes, subversivos y/o en la cúspide del “mal” serán llamados “terroristas”.

Esta hegemonía blindada de coerción (siguiendo al maestro Gramsci), sigue intacta hoy entre quienes se desempeñan como testaferros de la nobleza y ocupan cargos políticos, como el desaforado Diputado de la derecha pinochetista y militante UDI Gustavo Hasbún, quien tras la extrema violencia planificada desde el Ministerio del Interior por Jorge Burgos y ejecutada de acuerdo sus protocolos internos por Carabineros el pasado 21 de mayo de 2005, señaló en relación al brutal ataque contra el estudiante Rodrigo Avilés, quien a escasos metros recibió de lleno y premeditadamente el poder del corro del guanaco, que a él le gustaría “preguntar qué estaba haciendo esta persona cuando habían comenzado los saqueos y ese es el tema en cuestión, porque aquí uno es capaz de venir a criticar a las policías, pero resulta que el carro lanza aguas comenzó a operar una vez que partieron los hechos de violencia"(La Tercera, 21/05/2015) Muchas/os seguimos esperando públicas disculpas de parte del desaforado diputado Hasbún, por tratar de delincuente a un estudiante chileno.

La larga duración de la violencia “legitima” del poder estatal y de las clases dominantes chilenas, lejos de ser una excepción, es la norma. Cada contexto tiene su violencia y eso debemos tenerlo claro para poder frenar y enfrentar el despliegue represivo llevado a cabo por el Estado y sus instituciones coercitivas. ¿El desafío? Reformular el aspecto doctrinario tanto de las FF.AA. como las de Orden, enseñarles que los estudiantes y trabajadores no son ni delincuentes ni enemigos, para que de una vez por todas dejen de asesinarlos, para que de una vez por todas se metan en la cabeza bien rapada que su ejército “vencedor” solo ha vencido apunta de masacres al pueblo indefenso o con escaso margen para resistir.

El nuevo ciclo histórico que se abre viene cargado de caminos, el rostro represivo lo veremos desgraciadamente con seguridad, por lo que solo con un frente amplio de colores e ideas podremos resistir su embate. Como dice el poema del gran Eduardo Carrasco:

Y entonces, sólo entonces, cuando sean borrados
cuando nadie recuerde el odio de sus nombres
y entre manos aladas volvamos a encontrarnos
desde las trizaduras de esta historia enlutada
sobre la sangre entera vertida de mi tierra
volarán golondrinas, trigales y poemas.