Con una foto subida en las redes sociales, el partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD) llama a “luchar contra la izquierda”. Una amenaza real que tiene ser combatida.
Lunes 1ro de febrero de 2016
Neumáticos quemados, letreros rotos – escenas atípicas en marchas de izquierda en Alemania, pero que este partido de extrema derecha usa en su campaña en las redes sociales contra la izquierda, para estigmatizar a los “extremistas”.
“Es hora de luchar contra la izquierda”, plantea en las redes sociales.
Alternativa por Alemania (AfD por sus siglas en alemán) es un partido xenófobo de extrema derecha y euroescéptico, que cuestiona a Angela Merkel por ser supuestamente muy “blanda” con los refugiados. En las últimas elecciones para el Parlamento europeo en 2014 obtuvieron un 7,1% de los votos, y superaron el 10% en elecciones estatales ese año en regiones comoTuringia y Brandemburgo.
En una publicación en Facebook, Alternativa por Alemania hace hincapié en un artículo de la revista neoliberal Focus, que apoya esta tesis en base a informes de empleados del servicio de inteligencia interior (Verfassungsschutz, involucrado en casos de colaboración con bandas neonazis y encubrimiento de asesinatos racistas) y académicos derechistas. El politólogo Karten Hoffmann dice: “El extremismo de izquierda está subestimado en Alemania”.
Nada más lejos de la realidad que esto, si tenemos en cuenta el accionar de la policía berlinesa en las últimas semanas: un operativo policial enorme para registrar casas ocupadas y confiscar piedras sin mayor motivo, junto a la introducción del control de identidad preventivo en barrios de izquierda. A esto se suma la “defensa” policial de manifestaciones racistas, que al significa la represión contra la izquierda antifascista.
El extremismo de derecha es un peligro real
El profesor derechista se refiere a una estadística para afirmar su tesis: “En los últimos 10-15 años el número de crímenes de la extrema izquierda casi se duplicó”. Un aumento ridículo si lo comparamos con el ascenso de ataques a centros de refugiados, que se disparó en los últimos dos años, llegando a una cifra de 1005, ¡13 veces más que el 2013! Como no podía ser de otra manera, la mayoría de estos delitos no están siendo investigados.
El año pasado hubo 78 ataques a diputados federales o regionales – 46 de estos fueron dirigidos contra diputados de Die Linke, 22 a socialdemócratas. Esta cifra aumenta llegando a los militantes de base, refugiados o inmigrantes que sufren una violencia racista cotidiana.
Aunque a primera vista parezcan ridículos los fundamentos pseudocientíficos, hay algo que está claro: la ofensiva de la derecha va en serio. Con su violencia hacia políticos y militantes de base quieren impedir toda forma de activismo social. Con los ataques a centros de refugiados quieren matar, intimidar y expulsar a los refugiados. Con sus manifestaciones racistas quieren avanzar en la polarización hacia la derecha y obligar al gobierno a tomar medidas cada vez más racistas.
Esta política ofensiva les permitió establecerse como punto de referencia para los grupos neonazis, punta de lanza de una violencia organizada de “milicias ciudadanas” o bandas fascistas. A nivel electoral ya son tercera fuerza en intención de votos y en los tres comicios federales a principios de marzo pueden obtener buenos resultados entre el 10 y el 15 por ciento, para empujar el tablero político aún más hacia la derecha.
Quieren la lucha, ¡luchemos entonces!
(Lamentablemente) y a diferencia de los que sostienen las teorías conspirativas de del AfD, no existe hoy tal radicalización hacia la izquierda. En los últimos años, a raíz del masivo movimiento de los refugiados o las contramarchas contra Pegida o el mismo AfD, miles de jóvenes se politizaron en la solidaridad con los refugiados y movilizaciones anti-fascistas.
Pero las organizaciones de izquierda, desde Die Linke hasta los colectivos antifascistas, no han sido capaces de dar una respuesta a la altura de las tareas. Los primeros por adaptarse cada vez más al régimen podrido de la república federal, gestionando las deportaciones o justificando el control fronterizo. Los segundos, por el límite de sostener acciones aisladas o restringidas a sus barrios, en vez de tratar de ganar influencia en la mayoría de los trabajadores para la lucha contra la derecha. Y las dirigencias sindicales, más bien, se limitan a exigir pequeñas limosnas, pero el resto del tiempo no dicen ni una palabra sobre el peligro real de la violencia derechista.
El AfD dice: “Es hora de luchar contra la izquierda”. Para organizar la lucha contra la derecha es necesario un movimiento amplio contra el racismo y la guerra. Las movilizaciones contra la Conferencia de Seguridad en Múnich el 13 de febrero o la próxima huelga estudiantil contra el racismo el 28 de abril pueden ser el inicio. Al mismo tiempo, hay que llamar a los sindicatos a organizar junto con la izquierda anticapitalista y la juventud combativa la autodefensa de los refugiados y la izquierda. Ellos quieren la lucha, ¡luchemos entonces!