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Red Internacional
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¿ESPECTÁCULO O CANCHEREADA? El penal de Messi

El penal que ejecutó Messi como un pase para que convierta Luis Suárez (aunque la intención era el pase a Neymar) en la victoria del Barcelona ante el Celta de Vigo por 6-1 suscitó mucha polémica. El autor reflexiona sobre esa acción y su relación con el desarrollo del fútbol y sus megaestrellas bajo la lógica del capitalismo.

Sábado 20 de febrero de 2016

Foto: sitio de diario Olé

Osvaldo Soriano escribió un bello cuento: "El penal más largo del mundo", en el mismo la sanción dentro del área fue pitada por el juez un domingo y no pudo ejecutarse hasta el domingo siguiente dado el escándalo que provocó.

El tema de cobrar y ejecutar penales tiene una larga y conflictiva historia dentro del fútbol. El ejecutado hace pocos días por Messi en forma de pase y no como tiro directo hacia el arco vuelve a reinstalar ricos debates que van más allá de esa acción. El eje principal para entender este acto como un analizador es tratar de establecer si fue una acción creativa al servicio del juego o fue estrictamente una burla orquestada por los poderosos, en este caso Messi, Suarez y Neymar, contra el débil equipo que enfrentaban. Muy especialmente contra el arquero del Celta.

Considero que Messi y sus amigos han traspasado un límite. Tantas son sus capacidades y resultados a favor que en el acto del penal se han creído dioses por ello y no les parece relevante seguir códigos de ética deportiva. Creemos que fueron ganados por la soberbia y por ella se sienten con derecho a humillar a los más débiles, es decir el equipo del Celta que no es tan rico, ni poderoso, ni creativo como el Barcelona.

Quien crea que este tipo de análisis sobre la extraordinaria relación e incidencia que tiene el fútbol en éste caso (y el deporte profesional en general) en el sostenimiento y profusión de las reglas y lógicas de la sociedad del espectáculo -consumista por excelencia- no tienen mucha importancia se equivoca.

Estamos ante una lamentable muestra de la carnadura que hacen estos fabulosos deportistas y la sociedad del espectáculo. Capitalismo en estado puro, ensalzado y glorificado. Equipos como el Barcelona o el Real de Madrid son empresas que movilizan y producen millones de euros cada año. Como sus seguidores se expanden por todo el mundo (esto es efectivamente la globalización, desde la difusión de todos los campeonatos ya es menos interesante un partido de selecciones de dos países que un partido de Champions League), forjan modelos, identificaciones, ilusiones y sueños globales, en especial para los niños y jóvenes por vía de las pantallas que distribuyen las imágenes por todo el mundo. Es necesario entonces poner una mirada crítica sobre ese penal como un aspecto de todo el proceso. Algo así como "un botón de muestra", en este sentido es que Messi confunde deporte con espectáculo circense, ambos respetables si se sostienen desde las lógicas que caracterizan a ambos. ¿Dónde está el genio o la creatividad en una acción donde dos jugadores juegan solos –una acción en pandilla, dice un amigo- contra un arquero que ni siquiera puede adelantarse? ¿Dónde la humorada no termina siendo un acto sádico –tipo lo que en Argentina se conoce como “una joda para Tinelli”?

Circo y burla en un lugar protegido por todo el emporio económico de los medios. A los adulones de siempre les importa poco que el pase de Neymar al Barcelona esté sospechado como una maniobra fraudulenta, que en el campeonato español sólo sean tres equipos los que pueden salir campeones. Juzgan con liviandad la payasada donde el rico ejecuta acciones innecesarias para el objetivo de ganar el partido y que solo tiene como objetivo burlarse del pobre indefenso.

En jugadas como estas, que están reñidas con la ética deportiva, se empieza a trasladar al campo de juego la impunidad que los llevó a Messi, Neymar, Mascherano y tantos otras de esas super estrellas del deporte a no pagar sus impuestos y que demuestra la parte corrupta del fútbol y de la concentración capitalista (que hace que muy pocos equipos en el mundo ganen todo). Proteger a los habilidosos –sancionando severamente los golpes arteros de sus rivales- para que hagan el deleite de los espectadores es justo y necesario, está al servicio del juego bello y limpio. El penal ejecutado por Messi asociado con sus complotados está muy lejos del mismo. Quizás ya hartos de ganar contra rivales a los que vencen 6 a 1 (como en este partido con el Celta) los nuevos dioses busquen algo más. Y es en esa instancia que pierden de vista al otro, en este caso el humano rival. En el mismo momento se adjudican el lugar de dioses sádicos impunes. Riesgoso y una muestra más de cómo los poderosos al apoderarse de todo anulan, en este acto, la justa deportiva como decían los viejos relatores de radio.