Segunda serie alemana producida por Netflix después de la genial Dark. Inspirada en la novela El Perfume de Patrick Süskin, desarrolla la obsesión por el olor y la búsqueda del amor a través de un retorcido laberinto de violencia y opresión.
Jueves 29 de agosto de 2019 10:48
En una húmeda localidad del bajo Rhin, una mujer flota en la piscina. De su cuerpo, desnudo y rapado, brota una violación póstuma: el asesino ha extirpado las glándulas sudoríparas de sus axilas y su pubis. A la escena, acude la taciturna inspectora Najda Simon (Friederike Becht). Busca resolver este nuevo crimen; busca posicionarse más alto en la masculina jerarquía policial; busca impresionar a su jefe, de quien es su secreta y sumisa amante.
La clave de esta muerte aberrante parece estar en ese vecino torvo que la rescato del agua y que la lloró con desesperación. Al parecer comparte, con ella y con otros cuatro, un pasado común. Habrá que sacudir, entonces, el polvo de los recuerdos. Sólo que, para desenterrar secretos, hay que estar dispuestos a reprimir los prejuicios porque... todos sabemos, los pecados viles sólo están en el pasado de los otros.
Así que, en esta ida y vuelta a un ayer no muy lejano, nos topamos con cinco jóvenes, hoy adultos, habitando una amistad disfuncional en su paso por un instituto. En aquel entonces, además de un despertar sexual promiscuo y violento, los congrega el interés mutuo por Jean Baptiste Grenouille, el joven protagonista de la novela de Süskind que destilaba perfumes con los fluidos corporales de las mujeres que mataba. ¿Sería posible tal hazaña? Esta pregunta, como el rocío sobre el pasto, se posa sutilmente sobre ellos y los obsesiona hasta empaparlos. ¿Podrá sintetizarse, en un aroma especial, la esencia de una persona... y olerla? Es bien sabido que el olfato es el único sentido que nunca duerme. Hay animales que lo poseen muy desarrollado: se reconocen unos a otros por el olor; exudan la necesidad de sexo a la que otros acuden, descontrolados, insensatos. Pero si el deseo no es correspondido, si el frenesí de nuestros cuerpos no tiene acogida, ¿sería posible segregar el vaho de la pasión y excitar el olfato del otro? ¿Podría filtrarse, en fin, un perfume de la pulsión?
Como si del goce sexual pudiese devenir en amor, estos jóvenes se lanzan a un frenesí de sexo que buscan y consiguen sin considerar límites. Si lo único que se antepone es el propio deseo y la propia búsqueda, es lógico suponer que nada los frenará, aún si para poder fornicar se deba recurrir a la violencia. Aquí es donde todo se torna tétrico. Aquí es donde percibimos que la mayoría de los sombríos personajes parecen flotar en una sopa de desconcierto y brutalidad. Las pasiones terminan pareciéndose más a una obsesión enfermiza e irrespirable que a una sana búsqueda del goce. Y aunque sus tristes y quebrados destinos parecen mostrarles lo opuesto, ellos pretenden germinar la armonía con el sudor rancio de los orgasmos forzados.
En el pasado de estos cinco, emerge el reporte de un niño desaparecido, un bello y alegre alumno del instituto. Desafiando a su obtuso jefe, Najda se empeña en la búsqueda. Supone que su eventual hallazgo traerá alguna luz sobre el crimen de la mujer mutilada. Y el horror se levanta: enterrado en un lodazal inmundo, encuentra el cuerpo del niño. Lo han acostado, desnudo, debajo del cadáver de un perro para confundir el olfato de los sabuesos. Sólo que el barro ha evitado la pudrición y sus despojos están casi intactos, a excepción, quizá, de esas laceraciones terribles por donde le han extirpado las glándulas sudoríparas.
El rostro calmo en su desnudez infantil y grisácea; los párpados cerrados resguardando el último sueño; los huesos tiernos en la mesada del forense: será este niño dormido el despertar homicida de quien busca atrapar olores? Este deseo sórdido por las fragancias humanas no es más que fetidez asesina.
Alentada por este hallazgo triste, la Inspectora Simon avanza decidida contra los cinco, pero... esta obsesión por el deseo y los olores parece estar infectándola también: implora a su jefe que profundice la relación; “olvida” protegerse en sus noches de pasión; el embarazo subsecuente seguramente será interrumpido por dictamen de su jefe insensible: ¿Qué le pasa a esta gente? ¿En qué clase de páramo horroroso habitan sus deseos? Todos parecen persistir en relaciones disfuncionales, todos refuerzan la sumisión y la violencia, y se enferman de sinsentido.
Los desplantes, maltratos y abusos que sufre Najda lo sufren también las demás mujeres de la serie: todas son o han sido víctima de abusos sexuales y todo tipo de maltratos, como si el goce sexual no pudiera prosperar sin el sufrimiento femenino y la humillación sádica.
Conforme el pasado envuelve al presente como espesa neblina, y la investigación avanza, en la actualidad de los personajes parece cernirse un desenlace evidente: los crímenes pasados, el asesinato actual, el abuso, la mentira y la traición son una fragancia corrosiva y hedionda que jamás podrán dejar de exudar. Sin embargo y contra todo pronóstico, alguien parece haber podido condensar una fragancia humana. Alguien ha perfeccionado la alquimia. ¡Oh, magnífico y potente aroma! ¡Ah, pujante vaho, bálsamo de las pulsiones! Al parecer, esta química de los sentimientos puede torcer la voluntad de los hombres. Puede lograr aquello que las vejaciones y las sumisiones jamás pudieron: llegar al corazón masculino. Sólo resta graduar la dosis: ¿cuántas gotas serán necesarias para atraer al macho sin provocar un desaforado apetito?
La misoginia extrema de esta serie parece postular que la esencia de los deseos está indisolublemente ligada a la violencia y la posesión. No sería de extrañar: en este viciado mundo capitalista, donde la felicidad de la minoría descansa en la desdicha y la opresión de las mayorías, ¿de qué otra forma podría haberse configurado el deseo? La historia de estos cuerpos a la deriva, aferrados a una pulsión que se parece más a un reflejo heredado, deja a los corazones femeninos llenos de lastimaduras. Aquí, como en la vida, no importa cuán pestilentes sean los propósitos ni que tan repugnantes resulten las formas, cualquier hombre conseguirá su presa si está dispuesto a pisotear las lágrimas y mancillar los principios.
El perfume (subtítulos) | Tráiler oficial [HD] | Netflix