Científicos detectaron actividad inusual e intensidad sorprendente de incendios forestales aun en zonas que están habituadas a ellos. Los cinco incendios que marcaron 2019.
Valeria Foglia @valeriafgl
Sábado 4 de enero de 2020 19:00
Incendio en un parque nacional de Borneo, Indonesia, donde "liberan" tierras para la agricultura | Ulet Ifansasti/Getty Images
El Servicio de Monitoreo Atmosférico Copérnico (CAMS) publicó en diciembre un informe sobre la contaminación del aire por la liberación de 6.735 megatones de dióxido de carbono entre el 1º de enero y el 30 de noviembre de 2019. Se alcanzó esta cifra tras un intenso año de incendios, como los de Amazonas, Indonesia, Australia y hasta el Círculo Ártico (este de Rusia y Alaska).
Si bien aclaran que los incendios forestales son comunes en todo el mundo e incluso en algunas zonas en particular en ciertos momentos del año, CAMS reconoce que los incendios han tenido “cierta actividad excepcional tanto en intensidad como en emisiones alrededor del mundo”.
A lo largo del año, los científicos de CAMS monitorean la actividad de los incendios forestales utilizando mediciones diarias de incendios activos y estimaciones de emisiones a través de su Sistema Global de Asimilación de Incendios (GFAS), a partir de sensores y satélites en combinación con datos del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio.
❌ Científicos del #CAMS informaron que durante el 2019 se liberaron 6.735 megatones de dióxido de carbono a raíz de incendios forestales.
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Los incendios forestales, advierte el estudio, pueden ser responsables de una contaminación del aire mucho mayor que las emisiones industriales, al producir una combinación de partículas, como el monóxido de carbono y otros contaminantes, que puede ser perjudicial para la salud de todo el planeta.
Mark Parrington, científico a cargo del CAMS, señaló que ha sido un año muy atareado para su servicio, ya que han hallado actividad excepcional y sorprendente “aun en lugares en los que uno esperaría ver incendios en ciertos momentos del año”.
Muchos de estos incendios obtuvieron titulares en la prensa internacional, como los de Australia, Amazonia, Indonesia y el Ártico, pero otros menos conocidos también tuvieron impacto significativo en las condiciones del aire. Es el caso de los que tuvieron lugar en México, Colombia, Siria y Venezuela.
Cinco incendios que marcaron el 2019
Siria
A fines de mayo de 2019, las condiciones cálidas y secas debido a una temperatura superior a la media facilitaron el inicio y la propagación rápida de los incendios, además de dificultar su mitigación. La quema de vastas áreas de cultivo causó preocupación por la inseguridad alimentaria, algo que ha venido acentuándose con la persistente sequía en Siria, un país en emergencia humanitaria por el constante asedio del imperialismo. CAMS informó que el Poder Radiativo de Fuego (FRP) total detectado en el país del 10 de mayo al 5 de junio fue muy superior al promedio de 2003-2018.
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Círculo Ártico
No hay precedentes en la historia para la duración, la escala y la ubicación de los incendios forestales del Círculo Polar Ártico desde mediados de 2019, que resultaron en la emisión de 182 megatones de dióxido de carbono a la atmósfera. Entre julio y agosto, más de cien incendios arrasaron la República de Sajá en Siberia y el territorio de Alaska, principalmente causados, según CAMS, por condiciones extremadamente cálidas y secas en la región. Aunque los incendios forestales son comunes en la temporada entre mayo y septiembre, era inusual ver tantos incendios de esta escala y duración en el Círculo Polar Ártico en junio.
Indonesia
Fueron los incendios más intensos en dos décadas y se estima que bombearon al menos 708 megatones de CO2 desde su inicio en agosto hasta finales de noviembre de 2019. La causa de estos incendios forestales fue la quema de turberas ricas en carbono y condiciones más secas que el promedio. Se quemaron miles de hectáreas de tierra ecológicamente significativa, causando una neblina tóxica que amenazaba la salud de la población local, así como los bosques naturales y la vida silvestre.
Gracias a la lluvia en el sur de Kalimantan, para noviembre la emisión de CO2 había descendido a 48 megatones.
Australia
La información de CAMS indica que los incendios en el sureste australiano, principalmente los estados de Nueva Gales del Sur y Victoria, pero también en Queensland, comenzaron en septiembre y recrudecieron en noviembre, con una intensidad sin precedentes en dieciséis años. Nueva Gales del Sur fue afectada particularmente, así como Queensland, y el humo llegó hasta Nueva Zelanda y América del Sur vía el Pacífico. La alta concentración de partículas contaminantes obligó a que las autoridades declaren el estado de emergencia en varias regiones.
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Amazonas
Durante los primeros veintiséis días de agosto, CAMS calcula que los incendios liberaron aproximadamente 25 megatones de dióxido de carbono. Una de las mayores preocupaciones de este incendio, ocasionado por la voracidad expansiva de terratenientes y mineras, es su impacto en el ciclo del carbono debido a la pérdida de la selva tropical y cambios en la vegetación.
Enormes columnas de humo desde Amazonas, Rondonio y Mato Grosso, en Brasil, junto al departamento de Santa Cruz en Bolivia, cubrieron millones de kilómetros cuadrados, atravesando largas distancias. San Pablo fue afectado por las emisiones de humo debido a un cambio en la circulación atmosférica, cuando los vientos del noroeste lo llevaron a la ciudad. Además del impacto en la salud humana, los incendios afectaron a tres millones de especies conocidas de plantas y animales en la región.
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Esta oleada de incendios salvajes a nivel mundial, con sus casi siete mil megatones de dióxido de carbono emanados a la atmósfera, no hace más que empeorar el panorama de la crisis climática. Según el Global Carbon Project, las emisiones globales de CO2 originadas en los combustibles fósiles (carbón, petróleo) y la industria han venido aumentado década tras década de un promedio de 11.4 gigatoneladas (gt) en la década de 1960 a aproximadamente 34.7 gt durante 2009-2018. China, Estados Unidos y la Unión Europea son los más contaminantes.
En 2018 las emisiones alcanzaron un nuevo récord, con 36.6 gt. El pronóstico para 2019 es un aumento del 0.6 %, un crecimiento más lento que en los últimos dos años (1,5 % en 2017 y 2,1 % en 2018), aunque no hay motivos para relajarse. Solo si se redujera al menos en un 7 % anual las emisiones globales para 2030, la temperatura terrestre no superaría 1.5 ºC con respecto a niveles preindustriales (1870), cifra más allá de la cual la crisis climática se saldría de control.