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Elecciones en EE. UU.. El planeta está al horno: mentiras, chicanas y falsas promesas de Trump y Biden en el debate

Ninguno es inocente del innegable aporte de EE. UU. a la crisis climática. El negacionista dice que ama al ambiente; el que posa de "verde" defiende el fracking.

Valeria Foglia @valeriafgl

Viernes 23 de octubre de 2020 17:59

La pregunta, que llegó al final del encuentro en Nashville, era sencilla y cada candidato tendría dos minutos sin interrupciones para responderla: ¿cómo combatirían el cambio climático y, a la vez, apoyarían la creación de empleo? Donald Trump y Joe Biden, en su último debate hacia las elecciones del 3 de noviembre, no pasaron la prueba y mostraron que, gane quien gane, el imperialismo norteamericano es y seguirá siendo parte del problema en el marco de la aceleración de la crisis climática global.

Mientras Biden se focalizó en el avance de Trump sobre leyes ambientales, este último intentó desacreditar el programa climático del demócrata acusándolo de ser “el plan más loco que se haya visto”, obra de la diputada Alexandria Ocasio-Cortez y que costaría cien billones de dólares. “Ese es el número real”.

Según Trump, su labor ambiental ha sido “increíble”, pero lo cierto es que, entre otras cosas, el derechista presidente de Estados Unidos es conocido por su negacionismo climático desde hace años. En el tópico en cuestión, el candidato republicano comenzó con excusas vagas como el programa del billón de árboles y “muchos otros”, le declaró su “amor” al ambiente y aseguró que quiere el agua y el aire más limpios. Dirigiéndose a su oponente, afirmó que bajo su administración EE. UU. tiene “el número más bajo de emisiones de dióxido de carbono, que sé es un gran estándar que Obama usa todo el tiempo, no Joe. A él no lo he escuchado usar el término porque no estoy seguro si sabe qué representa o significa”.

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Según Trump, EE. UU. tiene el menor número de emisiones de carbono en treinta y cinco años porque “trabajan muy bien con la industria”. Sin embargo, los especialistas sostienen que eso, que se debe a la declinación de la industria carbonífera, está lejos de la reducción drástica que se necesita.

Trump apuntó contra lo “sucios” que son China, Rusia e India y exclamó: “Somos energéticamente independientes, no necesitamos a todos esos países con los que tuvimos que ir a la guerra porque necesitábamos su energía”. Sin embargo, el petróleo de Medio Oriente todavía sigue siendo necesario y un marco para regular el precio que pagan los norteamericanos por el combustible.

El desprecio de Trump por el ambiente es tan superlativo que, entre otras, desmanteló la normativa que obligaba a las compañías de petróleo y gas a reparar filtraciones de metano, un gas de efecto invernadero aún más potente que el carbono. También aceleró la construcción de oleoductos, apuntaló la industria del carbón, debilitó la protección de la biodiversidad y entregó áreas anteriormente protegidas para la perforación petrolera. Con la excusa de la generación de empleo, claro.

“Nos salimos del Acuerdo de París porque tendríamos que gastar billones y nos trataban en forma muy injusta. Cuando ellos [los demócratas] nos pusieron ahí nos hicieron un gran perjuicio: iban a quitarnos nuestros negocios. No voy a sacrificar decenas de millones de empleos y miles y miles de compañías a causa del Acuerdo de París”, arremetió en relación al resultado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015, que planteaba formalmente como objetivo limitar el aumento de la temperatura terrestre a 1,5 °C con respecto a niveles preindustriales.

Pese a los límites de ese convenio no vinculante, Trump retiró oficialmente a Estados Unidos del Acuerdo de París en noviembre de 2019, tras haberlo anunciado durante toda su campaña electoral, donde llegó a decir que la crisis climática era un invento de China. En el debate de este jueves, el presidente norteamericano volvió a hablar en este sentido: “China no entrará [en el Acuerdo de París] hasta el 2030, Rusia vuelve a un estándar bajo, y si nosotros no hubiésemos salido enseguida eso habría destruido nuestros negocios”.

Biden intentó mostrarse en las antípodas de Trump en la “cuestión climática”, que ha movilizado a millones de jóvenes en el país. El candidato demócrata aseguró que la crisis climática es una amenaza para la humanidad y que “tenemos una obligación moral” con respecto a ella. Entre sus promesas de campaña está volver a sumar a EE. UU. al Acuerdo de París.

Buscando embanderarse detrás de los científicos del clima despreciados y desfinanciados por Trump, Biden aseguró que “no tenemos mucho tiempo” y que la humanidad pasará el punto de no retorno en un período de ocho a diez años. Correctamente, denunció que cuatro años más de Trump en la Casa Blanca, en los que seguiría eliminando regulaciones ambientales como ha sido la marca de su Gobierno, los pondrían en serios problemas.

¿Los demócratas son la salida a la crisis climática?

Pero ¿qué proponen Biden y los demócratas para combatir la crisis climática global desde el corazón del imperialismo? Según él, su plan creará millones de nuevos empleos bien pagos y unas quinientas mil estaciones de recarga en autopistas de EE. UU. para dominar el mercado de autos eléctricos en el futuro. “Mientras tanto, China lo está haciendo”, apuntó Biden.

Además, reequiparán cuatro millones de edificios y dos millones de casas para que no derrochen energía y así se ahorren “cientos de millones de barriles de petróleo en el proceso”. “Ellos [los demócratas] quieren destruir edificios para convertir grandes ventanas en pequeñas ventanas”, soltó Trump sobre el plan de adaptación de edificios y hogares descrito por Biden. “Si no tuvieras ventana en absoluto, para ellos sería algo encantador”.

El exvicepresidente de la administración Obama sacó a relucir, para fastidio de su oponente, que según analistas de Wall Street su plan climático crearía 18.6 millones de puestos, “siete millones más” que el de Trump.

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Más allá de la retórica, la "agenda verde" de Biden se desploma cuando promete que no prohibirá el fracking si llega a la presidencia. "Nunca dije que me opongo al fracking: dije ’no al fracking en terrenos federales’", es decir, dejará que continúe la práctica de fractura hidráulica en el 90 % restante, de acuerdo al sitio Mother Jones.

Aunque el programa ambiental de Biden no llega siquiera a lo postulado por el limitado Green New Deal, Trump se refirió a él como “un desastre para la economía” desarrollado por “AOC más tres” (en referencia a la diputada demócrata Alexandria Ocasio-Cortez y sus colegas Ayanna Pressley de Massachusetts, Ilhan Omar de Minnesota y Rashida Tlaib de Michigan), lo que disparó una sarcástica risa de su oponente. “AOC no sabe nada sobre el clima”, lanzó Trump.

El candidato demócrata se jactó de contar con el respaldo de las grandes organizaciones ambientales y sindicatos. “La industria de más rápido crecimiento en Estados Unidos, la de energía eólica y solar (él cree que el viento causa cáncer, los molinos de viento), es la que genera más rápidamente empleos, con los mejores salarios”, afirmó Biden. Pero para Trump el viento “es muy caro”, “muy intermitente” y “mata a todos los pájaros”.

En un deslucido debate en el que cruzaron chicanas y comentarios con sorna, quedó claro que ninguno representa una salida para la crisis climática global ni puede poner a Estados Unidos a la vanguardia de ese combate. Ninguno se propone afectar intereses de los capitalistas ni reorganizar la matriz energética, de producción y consumo. Por el contrario, más allá de cualquier diagnóstico de ocasión, ambos son parte del problema, uno como vicepresidente durante dos mandatos junto a Obama (el que se vanagloriaba de haber perforado más pozos petroleros que nadie) y el otro tras cuatro años de ataques al ambiente y a quienes lo defienden (lo que inspiró a Jair Bolsonaro y el australiano Scott Morrison, entre otros negacionistas).

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