Ante la lucha de los trabajadores y los sectores populares por el retiro del 10% de nuestros ahorros individuales en las AFP, se discute en diversos círculos de trabajadores como recuperar nuestros derechos y cómo luchar para derribar los pilares del capitalismo. Todo lo cuestionado en la rebelión de octubre en el terreno de la lucha de clases y el paro nacional, hoy es llevado al marco de la democracia capitalista, observándose ahí, una tendencia entre quienes combinan electoralismo y sindicalismo como un fin en sí mismo -y no como un medio- levantando los comandos constituyentes como lo hacen sectores de Unidad Social, abandonando la demanda de una asamblea constituyente que sea realmente libre y soberana.
En este artículo, queremos explicar por qué la estrategia netamente electoralista nos conduce a un fracaso, a partir de los hechos históricos, de las tendencias del capitalismo y del rol de los sindicatos y los trabajadores/as.
Plebiscito y lucha de clases
Si hay algo que ha quedado claro en estos días después del retiro del 10% de los ahorros previsionales, es que el motor de todo cambio no son las votaciones, sino la lucha de clases. Así, se pasó de amenazar con vetar el proyecto de ley, de llevarlo al Tribunal Constitucional, para finalmente terminar promulgándolo lo más rápido posible y de forma privada. Fue una completa derrota del gobierno -que entre otras cosas- buscaba evitaba prender la llama de un nuevo paro a nivel nacional. Por su parte la hipocresía del congreso y los parlamentarios es tal, que salen a abanderarse a la victoria, cuando fueron los mismos que en noviembre firmaron ese pacto espurio entre gallos y media noche para desviar la huelga general desarrollada el 12 de noviembre hacia un plebiscito y una convención constituyente -en el mejor de los casos- que se desarrollaría en dos años y con límites suficientemente altos para mantener el status quo en orden.
Un plebiscito en la democracia burguesa, es en sí mismo es una medida democrática donde se expresa la voluntad popular. El problema de fondo que se establece con aquel primero que todo- es que nace de un engaño cocinado en el congreso para evitar cambios profundos en el modelo económico y social por medio de la lucha de clases, es decir, en concreto esta medida democrática buscó evitar que se desplegara toda la fuerza de las y los trabajadores en conjunto a los sectores populares en el paro nacional del 12 de noviembre. Si bien en un escenario donde la situación política, social y económica fuera distinta, donde los trabajadores no demostraran su fuerza con paros nacionales, si no hubiese existido la rebelión de octubre, sí podríamos decir que es necesario un plebiscito donde los trabajadores se muestren como mayoría social planteando un programa político, el problema es ¡Que esto ya sucede en la actualidad! y las demandas tienen un apoyo mayoritario en todas las encuestas, por lo que cabe preguntarse entonces, ¿En qué nos sirve un plebiscito hoy? Considerando el escenario en que nos encontramos, o desde otra perspectiva, ¿A quién más le es útil este plebiscito?, ¿Qué intentaron frenar impulsando esta medida democrática?
Así las cosas, esta medida del plebiscito o bien otras que nos entrega este régimen mediante lo que ellos llaman “participación ciudadana”, solo será beneficioso para los trabajadores en la medida que les permita constituirse como un poder social, que les permita entrar como sujetos políticos capaces de dirigir la sociedad, de lo contrario, al depositar todas nuestras fuerzas hacia una votación, esto significa desarmar a los trabajadores, cuando la realidad confirma que solo la organización de la clase trabajadora podrá conquistar nuestras demandas y hacer caer la herencia de la dictadura. Por esta razón, la estrategia que adopten los sindicatos toma relevancia nacional, no puede ser que aquella sea llevar a los trabajadores a votar como meros electores, al contrario, deben advertir que una verdadera asamblea constituyente nacerá de su propia organización, con discusiones en asamblea, con paros, huelgas, y en definitiva, con el desarrollo de la lucha de clases.
La clase trabajadora como sujeto político
Los sindicatos en la actualidad, son las organizaciones de masas más extendidas de la clase trabajadora a nivel internacional, y el rol que tuvieron en el plano nacional frente al retiro del 10% de los fondos, fue decisivo su aprobación. Así se pudo vislumbrar, como entraron a la escena política diversos sindicatos interviniendo en el trámite legislativo que debía seguir el proyecto de ley, como fueron los Estibadores Portuarios de Valparaíso, que paralizaron sus funciones en señal de que estaban organizados y dispuestos a lograr arrebatar derechos sociales. La discusión no quedo solo ahí, sino que también advertían al resto de la clase trabajadora “a cesar la indiferencia con los problemas que hoy nos aquejan como trabajadores y trabajadoras” lo que se puede interpretar como un llamado a traspasar el límite de las demandas propias del sindicato –al sindicalismo- sin verse realmente como sujetos políticos que pueden cambiar la sociedad, o bien como un llamado de atención a otras grandes centrales sindicales. Ya León Trotsky advertía sobre este escenario y señalaría: “los sindicatos en la época actual no pueden ser simples órganos democráticos como en la época del capitalismo librecambista, y ya no pueden, además, permanecer por mucho tiempo políticamente neutrales, o sea, limitarse a la defensa por los intereses cotidianos de la clase obrera. No pueden ser por mucho tiempo más anarquistas, es decir, ignorar la influencia decisiva del Estado en la vida del pueblo y de las clases”.
En la ciudad de Arica, trabajadores de la empresa Ariztía y de varias sucursales del supermercado Unimarc también mostraron un camino a seguir, aquellas huelgas que tuvieron coordinación en común, comienzan a ser entre los sindicatos acciones posibles de llevar adelante, siendo esto, un paso en el camino para retomar la tradición del movimiento obrero, aquella tradición que la dictadura masacro y que intenta borrar de nuestra retina, queriendo borrar también por completo, la experiencia del control obrero de la producción que los Cordones Industriales dieron vida, siendo ejemplos de muy avanzada coordinación en Latinoamérica.
Está vez el régimen quiso acallar las expresiones de descontento y organización en los sindicatos y trabajadores a nivel nacional por la votación del 10% llamando a este escenario un caso de estar “legislando bajo amenazas”, es decir, para el gobierno los paros de los portuarios, las huelgas, los cacerolazos, las barricadas -aunque sean por el hambre generalizado- son gestos de violencia, cuando en realidad con ello quieren esconder, la creciente politización y el hecho de que los trabajadores comienzan verse como verdaderos sujetos políticos, y que, al calor de la rebelión, emplazan al congreso, al presidente, comienzan a “esperar votaciones con huelgas”, y en definitiva, comienzan a sembrar el camino hacia los cambios profundos que necesitamos, así como también pasan a ser un foco de preocupación constante, para aquellos que vigilan sigilosamente el modelo que implantaron en la dictadura cívico-militar, por lo tanto, para ellos sus voces y/o fuerza deben ser acallados, por eso el paro nacional histórico del 12 de noviembre aterrorizó a la clase dominante que rápidamente cocino por arriba una salida a este escenario, pues de mantenerse un paro nacional de esas características, claramente el escenario hoy sería otro.
La burocracia sindical: otro enemigo que sortear para un despliegue total de las y los trabajadores
Lograr frenar la politización de masas fue la ilusión del gobierno con la entrega del 10% de los fondos. El neoliberalismo chileno que ya busca formas para reinventarse, logró en primera instancia encauzar los cambios radicales desviando la lucha de clases y la salida democrática que ya en las calles se vociferaba. Así, Piñera y su gobierno con un 6% de aprobación pactaron con otras fuerzas políticas que le entregaron gobernabilidad en ese momento en el cual estaba planteada su salida con el “fuera Piñera”, demanda que lógicamente, fue abandonada por estas fuerzas, tal cual fue el abandono por una asamblea constituyente libre y soberana.
Si bien el rescate de parte de nuestros ahorros previsionales logró demostrar que las AFP no son intocables, y que este sistema totalmente individualista había fracasado, también nos ha llevado a preguntarnos ¿podríamos tocar los otros pilares del capitalismo chileno? porque ya los trabajadores comenzaron a discutir como poder acabar con las AFP, y en ese caso la convención constituyente a la cual llaman a votar estos partidos que pactaron con el régimen, no puede tocar capitales extranjeros, y con ello, no puede tocar muchos de los negocios del Chile actual, ni pensar en estatizar los recursos naturales, por ejemplo el cobre, que según datos de la Fundación Sol el 75% estaría en manos privadas, y que además aquellas empresas tan solo aportarían un 7% a los ingresos fiscales a través de los impuestos que recauda el Estado. Así entonces, acabar con el negocio de la educación es otro de los grandes pilares que las y los trabajadores deben derribar, como también la precarización del trabajo, el que fielmente se representa en el subcontrato y la modalidad honorario. Conquistar entonces una ACLS es un paso inicial para poder conquistar nuestras demandas, donde no se nos imponga límites de discusión, una instancia que verdaderamente logre dar un paso sustantivo en la nueva sociedad que queremos forjar.
Aquellos dirigentes de las grandes centrales sindicales que son a su vez militantes de aquellos partidos: si no son capaces de enfrentarse a un gobierno opositor y criminal cómo el de Piñera, menos lo harán en un escenario donde el gobierno imperante sea de su propia coalición -con un posible Jadue en la Moneda- ¿cómo confiar en aquellos que dicen que el mismo día de la muy probable celebración del apruebo llamarán a huelga general? Ya que hay que considerar que aparte de las suspicacias hacia su sector, se encuentra el hecho material de que esta organización no se levanta de una noche de celebración al día siguiente, sino que debe sembrarse un camino de combatividad, organización y lucha, para que nuestra fuerza organizada sea realmente capaz de poder arrebatar una asamblea constituyente libre y soberana al régimen, lo ideal es llegar preparados a ese escenario, y no desarmados y sin discusión.
Frente a un gobierno que insiste en poner en pie el sistema neoliberal se está resquebrajando por todas partes, y que la llamada oposición se encarga de dar oxígeno votando sus leyes, la tarea de los revolucionarios, y el rol que deben jugar los sindicatos junto a sus respectivos dirigentes es sobrepasar el límite de lo posible, de la legalidad burguesa, ¡No queremos solo votar, queremos decidir nuestro destino! En este escenario de crisis capitalista, que si no nos fortalecemos como clase trabajadora se fortalece el capitalismo, Lenin señalaría “el capitalismo es imposible de reformar, la tarea histórica del proletariado moderno es destruirlo, no reformarlo”, Y para aquello, necesitamos asambleas donde los trabajadores puedan tener una voz, puedan discutir política abiertamente para que avancen a ser estos sujetos políticos que en octubre veíamos como una tarea urgente. Hoy la burocracia sindical actúa como meros administradores de los problemas del trabajador, hacen asambleas meramente informativas, y no fomentan la fraternidad en las filas obreras para lograr enfrentar a quienes piden más neoliberalismo queriendo privatizar CODELCO y otras empresas públicas. Lo cierto es -como hemos intentado explicar- que la clase trabajadora fue la que demostró la imponente relación de fuerzas para arrancar este 10%, tenemos la fuerza para ir por mucho más, pero esa fuerza se está desvaneciendo en una votación. Por tanto, toca el turno de que los trabajadores enfrenten a la burocracia sindical dentro de sus propios espacios.
En la medida en que las y los trabajadores con sus propios métodos luchen por sobrepasar la débil o nula organización de sus dirigencias que no logran estar a la altura de los acontecimientos, y en la medida que eso ocurra desde hoy mismo, podríamos decir que el día del plebiscito -y después del apruebo por amplia mayoría- si podremos llevar adelante una lucha organizada por una verdadera asamblea constituyente libre y soberana. Por otro lado, si se mantiene el rol de la dirección de la CUT, o la estrategia de la mayoría de los sindicatos del cobre por ejemplo que han estado en completa cuarentena, el plebiscito no les servirá a los trabajadores para avanzar en organización, sino que le servirá a otras fuerzas, y de prevalecer la estrategia que también viene siendo tomada por sectores de Unidad Social, la clase trabajadora quedará completamente desarmada en comandos que llaman a votar por la convención constituyente, con una conciencia meramente electoralista, suprimiendo, la capacidad de la clase trabajadora de dirigir sus propios destinos para construir una nueva sociedad.
Referencias
Márquez, Y. (2020, julio 22). Sindicato de Estibadores Portuarios de Valparaíso paraliza funciones en apoyo a retiro de 10% de AFP. Radio Biobío.
https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-de-valparaiso/2020/07/22/sindicato-estibadores-portuarios-valparaiso-paraliza-funciones-apoyo-retiro-10-afp.shtml
Trotsky, L. (1940). Los sindicatos en la época del imperialismo. https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/sindicat.htm
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