En la coyuntura actual el pluriempleo, que siempre es un factor de riesgo para nuestra salud, agrava aún más la situación. Urge la organización por abajo para poner un freno al avance de la crisis e imponer una salida a favor de las mayorías.
Domingo 31 de mayo de 2020 20:52
¿Cuántos de nosotros vemos como una práctica habitual, natural cotidiana el correr de un lugar al otro, de un trabajo al otro, tener contabilizados los minutos exactos que nos lleva a caminar 5 cuadras, el tiempo que pasamos arriba del colectivo, arriba del tren?
Planeamos nuestra vida como un Tetris, llenamos agendas y el celular de alarmas para cargar nuestros días, nuestras horas, nuestros minutos de más y más actividades, actividades que en su mayoría poco o nada tienen que ver con lo recreativo, con el ocio, con aquellas cosas que disfrutamos hacer, cómo pasar tiempo con nuestras familias, ir a caminar, practicar algún deporte, aprender alguna disciplina artística; la gran mayoría de esas anotaciones tienen que ver con cuestiones pura y exclusivamente laborales .
Salimos de nuestras casas con los bolsos cargados como si cada día ocurriese una mudanza: el guardapolvo, la chaqueta , el ambo ¡y ahora no te vayas a olvidar el tapabocas! Dedicar tiempo al ocio o a actividades que simplemente elegimos hacer más allá de lo laboral se torna complejo debido a nuestras extenuantes jornadas laborales, más aun en tiempo de pandemia.
Lejos del “quédate en casa”, de Netflix, pochoclos y calor de hogar, a las múltiples tareas laborales que tenemos miles de trabajadores se suman otras tantas; quienes tienen niñes a cargo en edad escolar deben ajustar aun más los tiempos, distribuir lo poco que queda en acompañar a los chicos en las tareas, conseguir alguien que los cuide durante el tiempo en el que estamos trabajando, profundizar aun más el “operativo desinfección” al llegar a casa; y sumar a estos cálculos matemáticos el tiempo invertido en las largas colas de controles para ir de un lugar a otro. La explosión de lo “online” invade todas las redes y espacios, la continuidad pedagógica para los chicos, el “teletrabajo” para quienes deben hacer parte del trabajo desde su casa, pero el acceso a internet no es para todos, por lo que en la vorágine cotidiana también debemos lidiar con el mundo cibernético que se intenta imponer.
Llama la atención cuando, charlando con un compañero resulta que tiene un único empleo. Este sistema se da diferentes estrategias, para que nos convenzamos a nosotros mismos que así es como tiene que ser, que un sueldo no tiene por qué alcanzar y que incluso si alcanzase está bueno tener otro laburo. La comida rápida que inunda los centros de las ciudades, el mercado nos vende barras energéticas, bebidas energéticas para que nos mantengamos más despiertos más alertas más … productivos. De esta ecuación perversa somos los trabajadores los únicos protagonistas, somos lo esencial para que el mundo siga girando y somos los ancianos también para que los capitalistas se sigan llenando los bolsillos.
Mientras los patrones planifican sus vacaciones en Disney su viaje por Europa, nosotros planificamos con el aguinaldo poder arreglar el techo que se rompió, comprar un colchón nuevo a los chicos, pagar deudas; todo esto si trabajás en blanco, si trabajás en planta; pero si trabajás en negro sí depende juntar el mango día a día para poder vivir: no hay aguinaldo, no hay fines de semana, sólo hay necesidad.
Como las cifras expresan, la mayoría de los trabajadores del sector somos mujeres. El salario desaparece antes de la primer quincena del mes; alquiler, impuestos, alimentos nos dejan un saldo prácticamente negativo para los días que restan hasta el nuevo pago; por lo que gran parte de los trabajadores se ven obligados a recurrir al pluriempleo para poder llegar a cubrir la canasta familiar. Mujeres, muchas jefas de hogar, que nos vemos obligadas a recurrir el mercado informal de trabajo para poder acceder a empleos con horarios flexibles que nos permitan coordinar los horarios laborales con las tareas de reproducción social al interior del hogar.
En la coyuntura actual el pluriempleo, que siempre es un factor de riesgo en nuestra salud, agrava aun más esta situación. Movernos de un trabajo a otro, del hospital al Caps, del hospital al domicilio de un paciente, de allí a nuestras casas… Esta situación se convierte en una ruleta rusa, para nosotros, nuestros compañeros de laburo, nuestras familias. El sistema, al someternos individualmente al pluriempleo, nos somete socialmente a naturalizar la explotación y la alienación. Cansados física y mentalmente no podemos trabajar.
La epidemia del coronavirus deja en evidencia todos los agujeros que presenta este sistema, pone a la luz todo aquello que ya no puede ser tapada con parches focalizados y momentáneos; deja al desnudo el vaciamiento del sistema público de salud tras décadas de presupuestos ínfimos para el sector. Los trabajadores de la salud hace décadas denunciamos la falta de presupuesto, que se expresa en deplorables e insalubres condiciones edilicias, falta de personal en todos los sectores, servicios y salas que no alcanzan a cubrir las demandas de la población.
Hoy es un tema candente la cantidad de camas en el sistema de salud, tanto en el público como en el privado, estando, por ejemplo, la mayor cantidad de camas de terapia intensiva y respiradores en manos privadas; los insumos necesarios como los equipos de protección personal se nos otorgan a cuentagotas y dependiendo, muchas veces, del “protocolo” de cada hospital, protocolos construidos en la mayoría de los casos a espaldas de los trabajadores, por lo que estos protocolos no están diseñados para atender a la necesidad concreta sino al ahorro, al ajuste.
Desde el Frente de Izquierda insistimos con que es fundamental la centralización de todo el sistema de salud, poniendo de esta forma todos los recursos existentes a disposición de las demandas de la coyuntura y de toda la población de acuerdo a sus necesidades.
La organización de los trabajadores en cuerpos de delegados y asambleas es la única garantía para que no paguemos con nuestras vidas el colapso del sistema sanitario. El cuerpo de delegados del hospital San Martin de la plata viene a la cabeza en la región marcando el camino, poniendo sobre la mesa las demandas y necesidades de los trabajadores, no dejando pasar la negligencia institucional y exigiendo a las direcciones sindicales que estén a la altura de las circunstancias.
El impuesto a las grandes fortunas respecto al cual el Frente de Izquierda presentó un proyecto de ley que pese a urgencia de la situación no fue tratado en la última sesión virtual del congreso, permitiría un importante fortalecimiento del sistema de salud, extender el IFE para todos aquellos que lo necesitan, a la vez que otorgar un salario de emergencia de 30 mil pesos para los que vieron afectado su situación laboral a raíz de la cuarentena y el aislamiento social obligatorio.