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Red Internacional
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Opinión. El progresismo imposible

La ilusión duró poco. Boric en Chile, la crisis de la coalición PSOE-Podemos en España, el desbarranco del gobierno de Fernández en Argentina, muestran la crisis estratégica de los proyectos políticos que se reconocen a sí mismos como del campo “progresista”.

Martes 6 de junio de 2023 17:09

@marned.ph

@marned.ph

Es que la bandera de los “derechos democráticos” chocó de frente con la realidad económica y la crisis profunda a la que son empujadas las mayorías trabajadoras y populares, con precarización laboral, devaluación de los ingresos y el ataque a derechos básicos como salud y educación.
Si hay algo que ha caracterizado a estos gobiernos en los últimos años es precisamente que, en medio de la crisis capitalista mundial, echan mano del discurso malmenorista ante lo imposible de plantear mejoras en las condiciones de vida para quienes vivimos de nuestros salarios, por eso, después de cuatro años en el poder, ya no dicen que Alberto Fernandez es mejor que Macri, sino que al menos, es “lo menos malo”.

Del malmenorismo no se vive:

La vuelta del peronismo no llegó para revertir el país que nos dejó Macri, el reconocimiento de una deuda bestial con el Fondo Monetario, fue el hecho que signó al gobierno de Fernández y que profundizó la subordinación del país a sus planes económicos, centralmente un ajuste aún mayor del que ya estamos viviendo y una nueva entrega de nuestros recursos naturales, es decir, colonialismo a gran escala. Desde un principio, fue el Frente de Izquierda el que denunció el acuerdo y el que mantuvo una lucha consecuente en las calles contra el pago.

Ahora, frente al avance electoral de la derecha de Larreta/Bullrich que promete mayores ataques con reforma laboral y mano dura, o del reaccionario Milei, un emparche entre represores y menemistas con el plan económico de Cavallo, el peronismo busca reeditar la fórmula del mal menor con una alternativa que contempla a Wado de Pedro, Massa y Barrionuevo, para mostrar que la derecha es peor administradora de las crisis y que son ellos la opción “menos mala” para lo que hay que hacer.

Pero las contradicciones sociales se profundizan y no alcanza la elocuencia del “progresismo” para ocultarlas, los trabajadores y los sectores populares en estos cuatro años no solamente no volvimos a llenar la heladera, sino que en la mayoría de familias no se llega a completar una canasta básica o a garantizarle las cuatro comidas a los chicos, tampoco se llega a fin de mes y pagar un alquiler se ha convertido en casi un lujo, estamos viviendo en una economía sin sentido, donde lo único que no se ha tocado es la ganancia de los empresarios y de los dueños del país.

Y si bien, el rol de la derecha, de los medios hegemónicos (aunque también de los oficialistas), ha sido clave en tratar de poner - como en el juego del gallito ciego - la crisis en otro lado, con ataques y verdaderas campañas de estigmatización contra el movimiento de desocupados, el chivo expiatorio de la crisis; y como contraparte, llamando “héroes” a quienes actúan con mano propia frente al problema de la inseguridad, el hecho de que parte de la desilusión en el gobierno pueda llegar a canalizarse electoralmente por derecha, no tiene que ver sólo con un problema ideológico, o de batalla cultural, sino que esa desilusión responde centralmente a un problema material.

El Frente de Todos se ha dedicado a ser un administrador del ajuste, ha tenido un rol activo en pasivizar la respuesta social, especialmente a través del rol cómplice de los sindicatos; se convirtió en negociador con el FMI de una deuda imposible y devastadora para los trabajadores y el pueblo pobre, hoy solo tienen para “festejar” hacer un viaje a China y obtener algún mínimo alivio, mientras siguen pagando.

Y de la mano de este panorama económico vinieron también las decisiones políticas, no solo no les tocaron un peso a los empresarios, sino que les garantizaron todo tipo de beneficios para que no pierdan con la inflación, mientras que, del otro lado del mostrador, los salarios siguen perdiendo por goleada. No hay lugar para mejoras en clave “reformista” cuando te consume la dependencia de la deuda, ni Ministerio de la Mujer que alcance para atenuar una realidad donde son las mujeres las que más reciben el impacto del ajuste.

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Por eso tenemos que poder parar el loop del mal menor, nada podemos esperar los trabajadores de los partidos del ajuste, que no sea más ajuste, un programa frente a la crisis desde nuestra realidad tiene que enfrentar realmente la ganancia de los poderosos que llevan décadas enriqueciéndose, mientras nos hacen pagar la crisis que ellos mismos generaron.
¿Cuánto más van a poder hacerlo? eso abre un escenario en disputa que se enfrentará en las calles, y aunque en las elecciones quieran taparnos con el humo de la “grieta”, es necesario en esta campaña electoral enfrentar los engaños políticos que nos llevan a un callejón sin salida, con un programa concreto de la izquierda y los trabajadores, que encarnan las candidaturas de Myriam Bregman y Nicolás del Caño como sus mejores exponentes, junto a cientos de referentes obreros, de la lucha de las mujeres y de la juventud a lo largo del país. Hay que fortalecer la voz de la izquierda que es garantía de lucha contra el ajuste y reorganizar el país desde abajo.