Desde Ediciones IPS ponemos a disposición el capítulo 3 del libro de Emmanuel Barot, Marx en el país de los soviets, que analiza la dictadura del proletariado y la transición a la abolición de todo Estado.
Sábado 30 de mayo de 2020 01:44
Ilustración: Ana Laura Caruso
En estos tiempos de pandemia mundial algunos filósofos, como Zizek, apelan a la reinvención de un nuevo comunismo, aunque sin fundamentos que lo sustancien. Incluso otros, como Franco Berardi, Sopa de Wuhan adelantan programas de salida reformista (redistribución del ingreso, reducción del tiempo de trabajo y una apelación a la igualdad). Nosotros peleamos por una sociedad comunista, que tenga lugar luego de una revolución en donde la clase obrera tome el poder, realice su dictadura y luche por la extinción del Estado hasta alcanzar una sociedad sin clases y sin dinero.
En este capítulo, titulado "El proletariado, su dictadura y la democracia de masas", Emmanuel Barot, nos invita a introducirnos en la teoría marxista de lo político y del Estado. El autor define que: "El comunismo como categoría real es un proceso contradictorio que se materializa de manera natural en la cuestión del poder". Muestra cómo Marx y Lenin han formulado sus visiones del poder y del Estado, en las que para ellos la dictadura del proletariado es un concepto central. Destacamos algunos de los ricos conceptos que propone.
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En El Estado y la revolución, Lenin plantea que no basta con reconocer la existencia de la lucha de clases sino que debe existir necesariamente una forma de transición, que tendrá la forma de dictadura del proletariado: afirmar la lucha de clases sin la dictadura del proletariado es desvirtuar a Marx. Además, que hay que restablecer la concepción marxista del Estado y este problema candente se concentra en la conquista del poder político.
Barot plantea que en este sistema el despotismo del capital es el elemento determinante, por lo tanto, los medios para abolirlo también son determinantes. Al decir de Engels, "Quien quiere el fin, debe querer también los medios". Por lo tanto, una revolución es autoritaria y en ella se necesita el uso de la fuerza y su centralización. El autor afirma que: "Estas dos tesis estarán en el centro de la doctrina leninista de la dictadura del proletariado bajo dirección bolchevique. Pero el problema es más complejo. Detrás de la cuestión de la ’dictadura’, detrás del problema fundamental de la violencia y el terror revolucionario (…), la cuestión del Estado es, en particular, aquella a través de la cual toda la categoría de comunismo está en juego".
En El manifiesto comunista se evoca la conquista de la democracia por parte del proletariado, el cual debe constituirse como clase dominante. También, la revolución es la conquista del poder político y económico. En el texto no se especifica cómo será esa conquista pero sí se afirma que "si la revolución proletaria se apodera del Estado burgués y lo reorienta, el poder político (el poder de Estado) aparece necesariamente como poder de opresión". El autor dice categóricamente: "(…) aunque El manifiesto no contenga la fórmula ’dictadura del proletariado’, contiene, sin embargo, las ideas siguientes: carácter violento del proceso revolucionario, carácter despótico de las reorganizaciones de la producción y su ’centralización’, carácter opresivo del poder político que precede a la abolición definitiva de las clases".
Barot plantea que en Marx y Engels se opera un giro teórico sobre la naturaleza del Estado burgués luego del sangriento aplastamiento de la insurrección obrera de 1848 y el golpe de Estado de Luis Bonaparte en 1851. En El 18 Brumario se plantea que "no se puede retomar y hacer funcionar ’tal cual es’ el Estado burgués en el transcurso de la transición revolucionaria sino que hay que ’destruirlo’". También se afirma que "el poder de Estado de la burguesía se asienta sobre una ’máquina de Estado’, una ’máquina burocrático-militar’ que es preciso “destruir”.
Así, continúa el autor, "si todo Estado es Estado de clase, es decir, elemento de la dominación de una clase sobre otra, ¿cómo va a operarse concretamente esta transición? En efecto, esta debe preparar la extinción final de todo Estado –todo Estado es considerado un Estado de clases, una sociedad sin clases significa una sociedad sin Estado– y conciliar esto con la necesidad transitoria de impedir que la burguesía haga tambalear el proceso revolucionario, es decir, oprimirla, a su vez, políticamente hablando".
Marx y los anarquistas, Bakunin en particular, se enfrentan respecto a la necesidad de la opresión transitoria del Estado en la Asociación Internacional de los Trabajadores a partir de 1864. Y esto seguirá siendo el punto de divergencia entre corrientes anarquistas y marxistas a lo largo del siglo XX.
La Comuna y los soviets
Después de plantear las dos lecciones de la Comuna, su fracaso y su existencia, Barot afirma que fue una revolución proletaria. Resume cuál fue su praxis: "Encarnó y experimentó las condiciones de una democracia real a través de las medidas siguientes: la supresión del ejército permanente en provecho del pueblo en armas; la elección por sufragio universal de consejeros municipales responsables y revocables permanentemente; la quita de todos sus atributos políticos a la policía, transformando a sus agentes también en agentes responsables y revocables como todos los demás funcionarios de todas las otras administraciones; la imposición de un salario de obrero para todo miembro de la función pública; la destrucción del aparato espiritual y religioso, es decir, concretamente, la disolución y la expropiación de las iglesias, la gratuidad de los establecimientos de educación despojándolos de injerencias estatales y religiosas, la abolición de la ’simulada independencia’ de los magistrados, transformados, como todos los cargos electivos, en responsables y revocables; por último, según el principio de la delegación de lo local a lo nacional, cada representante de la nación entera, a través del ejercicio de los poderes que le son delegados por esta comuna, está sometido al mandato imperativo y a las decisiones colectivas de las que no es más que un mensajero".
"La ’comuna’ es en este sentido el prototipo del consejo (del soviet) (…) Lugar de todas las decisiones, fue así doble poder (poder de organización de la producción y poder del Estado), por el cual la separación entre Estado y sociedad, entre política y economía y la separación entre los trabajadores y ese poder del Estado fueron abolidos. Esto es lo que Marx resume en dos tiempos: la comuna es ’cuerpo ejecutivo y legislativo al mismo tiempo’, y sobre todo, ’forma política perfectamente flexible’, flexible porque la realidad democrática de su funcionamiento no podría ser encerrada de antemano en formas institucionales rígidas cualesquiera que estas sean".
Como conclusión plantea que: "Su fracaso obliga a elaborar los medios para asegurar la durabilidad de las futuras experimentaciones históricas y a concientizar el hecho de que la forma puramente asociativa no basta para que sea durable. La asociación generalizada de cooperativas que operan según un plan común está condicionada por la destrucción/transformación de la máquina del Estado burgués, en vistas a una reorganización política de toda la sociedad que exige un grado suficiente de centralización y de planificación. (…) No hay nada de raro entonces en que esta doble dimensión organizacional y libertaria de La guerra civil en Francia –esta mirada de Marx sobre la Comuna como… primer país de los soviets– se observe casi idéntica en El Estado y la revolución de Lenin.
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Lenin, 1917 (antes y después de la toma del poder)
Afirma Barot: "En la medida en que todo Estado es Estado de clases, y por definición, estructura de opresión, incluso el Estado obrero surgido de una revolución proletaria será un Estado opresor. Pero la ’dictadura’ de excepción ejercida para ahogar la contrarrevolución conserva su legitimidad por el hecho de que es opresión de una minoría por parte de la mayoría, por el hecho de que es opresión democrática ejercida por el ’pueblo en armas’ sobre las clases antagonistas". Pero advierte que: "Lenin era consciente del riesgo de ver resurgir el parlamentarismo en los soviets. Riesgo que únicamente puede limitar la máxima implicación de todos en las nuevas tareas, al socavar de manera progresiva la vieja costumbre de delegar el propio poder de decisión.
Dicho de otro modo, la democracia de masas no está nunca garantizada y se conquista tanto contra la resistencia de los burgueses como contra los reflejos antiguos que resurgen o persisten en los trabajadores –la consigna de abril de 1917, ’¡Todo el poder a los Soviets!’, cristaliza ese doble frente–. Esta conquista –la democracia de masas– debe pasar de la problemática de la alianza entre clases oprimidas a la de la asociación de sus miembros, una vez suprimidas las clases. Esta es la naturaleza cualitativa de la transformación que hay que producir: es necesario que algunas formas embrionarias se desarrollen y se transformen en colectivos de un nuevo tipo".
"De igual manera, el soviet solo se transformará en organismo adulto combinando sus dos tendencias opuestas: la coordinación de los múltiples epicentros de la autoorganización exigirá una cierta centralización si pretende ser eficaz y poder resistir a los asaltos contrarrevolucionarios. Pero será necesario, al mismo tiempo, retirar al nuevo ’Estado’ en germen todo monopolio, puesto que el objetivo es hacerlo desaparecer progresivamente. Soviets (según Lenin) y cooperativas (según Marx) están llamados a convertirse en un solo y mismo organismo actuante a imagen de la Comuna".
Lenin, como sabemos, escribió El Estado y la revolución al calor de la Revolución rusa. Pensando en la derrota de la Comuna y también en la guerra de 1914, Lenin en este libro da forma teórica a la experiencia de 1917. Lenin sistematiza la idea de dictadura del proletariado como configuración política transitoria de ese destino por venir. Pero como instrumento de la abolición del Estado burgués, sin embargo, debe ser un anti-Estado tendiente a su propia destrucción y a la destrucción del Estado en general.
Plantea Barot: "Conquistar el poder político no es ni el único objetivo, ni siquiera tampoco el principal. Pero es una condición necesaria. El problema del poder no se reduce entonces a una cuestión ’táctica’: así como reducir una revolución a la toma del Palacio de Invierno es perfectamente absurdo, también es un error mayor reducir la idea de ’gobierno’ proletario a la de simple ’poder del Estado’ en el sentido clásico del término, es decir, de poder ejercido por una fracción (los proletarios) sobre el resto de la población.
En cuanto a la idea de ’dictadura’ en sí misma, hay que comprenderla en dos tiempos principales: a) puesto que el poder político solo puede estar en manos de una sola clase, ya que no se comparte, implica su desposesión de las clases antagonistas; b) pero esta dictadura no es captación tiránica del poder por una minoría en detrimento de una mayoría: es, al contrario, la dictadura de la inmensa mayoría, la de los trabajadores, sobre la minoría de los propietarios capitalistas de los medios de producción. Es un régimen de excepción transitorio y bajo determinadas condiciones, y es lo que designaba el término ’dictadura’ en la Antigüedad romana, a diferencia de su significado contemporáneo".
Ediciones IPS ha publicado varios de estos títulos a los que refiere Barot: además de El manifiesto comunista, en la compilación Revolución se encuentran: Las luchas de clases en Francia, El 18 Brumario de Luis Bonaparte y La guerra civil en Francia. Por otra parte, tanto dentro de las Obras selectas de Lenin hemos editado El Estado y la revolución.
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