Martes 9 de septiembre de 2014
Fotografía: Reuters
El magnate chocolatero y además presidente de Ucrania Piotr Porochenko podría tener los días contados. La ofensiva militar en el este de Ucrania que llevó a adelante más allá de sus límites, terminó en una importante derrota tras la firma del alto al fuego del viernes 5 favorable a los separatistas pro rusos. Su aventurera acción militar —con fuertes características de limpieza étnica— se le volvió en contra producto de la baja moral de la Guardia Republicana y la falta de entrenamiento de los sectores de ultra derecha que lo apoyan.
Frente a esta derrota en el campo de batalla, Porochenko, a días de la cumbre de la OTAN, intentó internacionalizar el conflicto con la espectacular denuncia de la certitud de una “invasión rusa". Esto fue reproducido por todos los medios occidentales así como también por el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, pronto a dejar ese puesto.
Pero sus resultados en este plano no fueron los esperados. El presidente ucraniano anunció, luego de la Cumbre de Newport en Gales, que “jamás había logrado tal apoyo” y habló de la solidaridad de los miembros de la Alianza Atlántica. Sin embargo, por ahora sólo existe la promesa de un “apoyo concreto”, limitada a una asistencia técnica y logística, una defensa contra los ataques cibernéticos y una ayuda al tratamiento de los heridos. A su vez, el secretario general de la OTAN afirmó que los Estados miembros concederán a Kiev una ayuda por valor de 15 millones de euros. También se comprometió a que la Alianza brinde asesoramiento al Gobierno sobre cómo realizar reformas en el sector de Defensa y su debilitado ejército.
Estas promesas están muy por detrás de las grandes expectativas de los dirigentes de Kiev, quienes pretendían mayores suministros de equipamiento militar y que se considere una adhesión a la OTAN. Según el diario Le Monde, uno de los participantes en la Cumbre explicó: "No tuvimos necesidad de aconsejarle moderación", dando a entender que fue el mismo Presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, quien había decidido no complicar más la más situación con reclamos considerados excesivos por algunos sus interlocutores, especialmente Alemania.
Un régimen tocado
Fracasado en su fanfarroneada en ocupar militarmente el este del país, ha tenido que dar cuenta a la población del fracaso de una ofensiva militar que había presentado triunfalmente. Digamos también que de forma jamás vista este triunfalismo había sido reproducido de forma grotesca al punto de negar la realidad por los medios occidentales en su interés de arremeter contra Rusia. Una gran oposición ya se ha desatado de las madres de los soldados muertos. A su vez, también se le presentarán contradicciones con los sectores de derecha ultra nacionalistas, quienes lo ven como un traidor.
Por otro lado, junto a una crisis política en ciernes, la clase trabajadora y sectores populares verán caer su nivel de vida frente a los planes de ajuste pro FMI, justificados todos estos meses como esfuerzo patriótico, mientras se acerca el invierno. Ante esta situación, ¿sobrevivirá el régimen derechista de Kiev? ¿No es ya Porochenko otro oligarca ucraniano agotado?
Los próximos acontecimientos lo dirán, pero la derrota de las fuerzas ucranianas puede desatar el verdadero fin del conflicto que espera el Kremlin: la caída del régimen pro occidental en Ucrania. Lo que sí está claro es que, más allá del cese del fuego, el conflicto de Ucrania está lejos de estar cerrado. Primero, por los actores en juego en el terreno, ¿aceptarán los separatistas pro-rusos seguir conviviendo con Kiev luego de una guerra encarnizada, o buscarán su separación estatal? Segundo, por la importancia estratégica de Ucrania para Rusia. Y por último, la posibilidad de nuevas aventuras de los EEUU, reacios a reconocer desde su pedestal de potencia hegemónica en declinación la crecientemente desfavorable relación de fuerzas; además de las reacciones que puede generar esta obstinación norteamericana en el imperialismo alemán, para el cual Europa del este y Rusia es su zona de influencia.