Santiago Lupe, director de Izquierda Diario, analiza el resultado del acuerdo alcanzado en el último Consejo Europeo ¿A quien se querrá hacer pagar el nuevo rescate a los capitalistas?
Jueves 23 de julio de 2020
"El rescate europeo de hoy son los ajustes y contrarreformas laborales y de pensiones de mañana" - YouTube
Es casi unánime. Los grandes medios, el gobierno, la oposición de derecha, hasta los diferentes partidos independentistas... celebran el acuerdo alcanzado en el último Consejo Europeo. Un presupuesto de la UE de más de un billón de euros y un paquete de reconstrucción o rescate de 750 mil millones.
El acuerdo es fruto del compromiso entre los países que recibirán la mayor parte de los fondos, en especial Italia y el Estado español, el eje franco-alemán que ha actuado de mediador y facilitador en esta ocasión, y los llamados frugales encabezado por Holanda, partidarios de reducir el importe de las subvenciones y sobre todo establecer condiciones de ajustes fiscales en el futuro próximo y nuevas contrarreformas laborales y de pensiones.
La UE salva los muebles con este acuerdo, aún se tendrá que ratificar en los diferentes parlamentos nacionales y sobre todo, se tendrá que ejecutar. En el desembolso de fondos, las condiciones para acceder a los créditos -390 mil millones- y las subvenciones -350- que supervisará el Consejo a cambio de planes de reformas, seguirá siendo un elemento de tensión que la seguirá poniendo a prueba, en un marco mundial signado por una pandemia que sigue avanzando, la mayor crisis económica desde el fin de la IIGM y un mundo con cada vez mayores tensiones geopolíticas.
El gobierno del PSOE y UP presumen de haber alcanzado un buen acuerdo. 140 mil millones, algo más de 70 mil en subvenciones, que se recibirán en un 70% entre 2021 y 2022. Una inyección multimillonaria sin duda, pero que lejos de lo que nos están vendiendo, ni soluciona la quiebra a la que se conducen las cuentas públicas, ni mucho menos es una ayuda exenta de condiciones, es decir de una nueva agenda de ataques contra las condiciones de empleo, pensiones y servicios públicos.
Para hacernos una idea, solo este 2020 se espera que el déficit público alcance una cifra similar a todo lo que se recibirá del plan de rescate europeo. Solo los ERTEs han costado ya 35 mil millones, la mitad de lo que se recibirá en subvenciones, y el agujero en las cuentas de la seguridad social se prevé alcance este año 50 mil millones.
Nos dicen que el plan es histórico, y es cierto, pero atiende a otro hecho histórico, una caída del PIB de la UE y del Estado español que triplica el vivido en 2008. En lo que coinciden todos los gobiernos, desde la derecha de Merkel, Macron o Rute, hasta los progresistas como Sánchez, es que esta inyección se debe dirigir al rescate directo de las grandes empresas de sectores como el turismo o el automóvil. Nuevamente una gran socialización de las pérdidas de empresas que llevan años haciendo beneficios milmillonarios.
Estas ayudas se sumarán a la hipoteca recibida de la anterior crisis. La década de recortes que explica, entre otras cosas, el crimen social que hemos vivido en los peores meses de pandemia con un sistema sanitario vaciado y privatizado, sirvió para pagar el rescate de la banca de 2012, de 60 mil millones. Los 70 mil millones de nuevos créditos de hoy para rescatar a los capitalistas, se convertirán en los recortes de los años que vienen.
¿Y los 70 mil millones en subvenciones? Tampoco nos saldrán gratis. De entrada de derogar la reforma laboral o sus aspectos más lesivos, ni hablar. Así lo ha pedido la Comisión Europea y así lo ha asumido tanto el PSOE como sus socios de Podemos e IU. Pero hay más, entre los planes de reformas que pide el Consejo para poder acceder a los créditos hay dos planos fundamentales, más reformas laborales para flexibilizar, es decir precarizar, aún más el empleo, y reformas de pensiones que reduzcan la cuantía media, alarguen la edad de jubilación y abran el camino a los fondos de pensiones privados.
Mienten cuando dicen que la respuesta a la crisis es diferente a la de 2008. Lo es en cuanto la crisis es aún más catastrófica y aunque sea unidos por el espanto, los Estados han reaccionado antes y con paquetes de estímulo y rescate aún mayores. Pero el objetivo es el mismo, salvar el capitalismo europeo y apuntalar la UE sobre nuestros derechos laborales, las pensiones, los servicios públicos e hipotecando a las futuras generaciones.
La burocracia sindical se queja con la boca pequeña de que la reforma laboral no se vaya a tocar, pero en lo esencial siguen apoyando sin fisuras al gobierno “progresista” que día a día va desplegando más abiertamente una reforma típicamente social liberal como la que aplicó Zapatero.
Es urgente exigir a las direcciones sindicales el fin de esta política criminal, que deja pasar sin mover un dedo la mayor caída de ingresos, empleo y condiciones de las últimas décadas. Contra los planes del gobierno, la oposición y los demás Estados de la UE de rescatar a los capitalismos a costa de la clase trabajadora y los sectores populares, es hora de luchar por un programa para que la crisis la paguen ellos.
Por impuestos a las grandes fortunas y las grandes empresas para garantizar los servicios públicos, ingresos dignos para todos aquellos que se han quedado en la calle, pensiones dignas... Por la nacionalizar de la banca y las grandes empresas estratégicas, así como todas aquellas que cierren y despidan como ahora Nissan o Alcoa, bajo el control de sus trabajadores para garantizar el empleo y la reconversión necesaria para producir lo que necesitamos y poner coto a la crisis climática.
Una alternativa anticapitalista y desde la clase trabajadora tanto a la UE de los capitalistas, como a sus diferentes gobiernos. Una alternativa que lo sea tanto a la UE imperialista, como a los cánticos que hablan de volver al Estado nacional y que abonan aún más el camino al racismo y la xenofobia que la misma UE lleva aplicando en el Mediterráneo, sus fronteras y con las leyes de extranjería desde hace décadas.
Solo una lucha hermanada con el resto de las y los trabajadores del continente por gobiernos que no sean de los capitalistas, sino de la clase trabajadora, y por los Estados Unidos Socialistas de Europa pueden abrir un horizonte progresisvo a esta crisis.