El rey encargó a Mariano Rajoy que intente formar gobierno, pero al presidente en funciones no le dan los números para poner fecha a la sesión de investidura. Reflejos de una crisis política con final abierto.
Jueves 28 de julio de 2016
El rey Felipe VI recibe al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, en el Palacio de la Zarzuela en la tercera jornada de su nueva ronda de consultas con representantes de las fuerzas parlamentarias para proponer un candidato a la Presidencia del Gobierno. Foto: EFE/Ángel Diaz
El rey Felipe VI recibió a Mariano Rajoy este jueves en el Palacio de la Zarzuela en la tercera jornada de su nueva ronda de consultas con representantes de las fuerzas parlamentarias para proponer un candidato a la Presidencia del Gobierno. Como era de esperarse, le encargó que intente formar gobierno.
“Sí, pero aún no y quizá no”, escribía una periodista de Público, fue, traducida, la respuesta de Rajoy a Felipe VI antes su encargo. Y esto es así porque Rajoy aceptó el convite y se comprometió a "redoblar esfuerzos" para conseguir los apoyos que necesita para ser investido en el Congreso, retomando desde este viernes las negociaciones con PSOE y Ciudadanos. Pero más allá de las promesas, lo que no ha querido aclarar es si está dispuesto a someterse a la investidura sin haberlos conseguido.
Ante la pregunta al respecto de una periodista en la rueda de prensa posterior a la reunión con el monarca, Rajoy dio nuevas de ser un experto en el arte de eludir cualquier pregunta concreta. “No conviene adelantar acontecimientos. Yo también quiero anticipar el futuro, pero ahora no es posible”, zanjó sin dar espacio a más preguntas. Aún más, hasta pidió a los periodistas que no insistieran en esa cuestión. “Lo importante es que me he comprometido a seguir trabajando para intentar formar Gobierno; a ver si todos somos capaces de actuar con altura de miras”, repitió hasta el cansancio.
Rajoy ve viable “llegar a un mínimo entendimiento programático” con los partidos “que respetan el orden constitucional”, es decir, PSOE y Ciudadanos, por lo que entablará nuevas negociaciones con ellos “de manera preferente”, desechando, en principio, la vía de buscar la abstención de los nacionalistas de CDC y PNV para intentar su investidura.
“Son más cosas las que nos unen que las que nos separan”, opinó Rajoy sobre la relación entre PP, PSOE y Ciudadanos, las tres aristas de una posible gran coalición para "hacer frente a los retos" del país. Certamente, todos ellos defienden una política casi idéntica en cuanto a la “La amenaza de la unidad y la soberanía nacional [en referencia a la última votación del Parlament catalán], el terrorismo yihadista y el futuro de la Unión Europea".
Rajoy se mostró incluso dispuesto a “ceder” en temas como la reforma judicial o educativa. "No nos gusta que se reformen leyes que hemos aprobado porque han dado resultados, pero sabemos que con 137 escaños tenemos que ceder", aseguró, insistiendo en que el documento que el PP envió al resto de fuerzas "no es un contrato de adhesión: está abierto al diálogo y al pacto".
PSOE, Ciudadanos y Podemos: por ahora, no, no y no
Pese a la aparente convicción de Rajoy de sus posibilidades de lograr un acuerdo, las conversaciones mantenidas en el Palacio de la Zarzuela entre el monarca y los líderes con representación parlamentaria arrojaron serias dudas sobre su capacidad para lograr los apoyos que le permitan seguir en la Moncloa. Albert Rivera trasladó al Rey su deseo de formar parte de un pacto de Gobierno "fuerte, constitucionalista y de consenso" del que formarían parte las tres principales fuerzas -PP, PSOE y C’s- pero que, eso sí, deberá estar encabezado por otra persona que no sea el actual presidente en funciones. Pedro Sánchez, por su parte, reiteró su negativa rotunda a Rajoy no descartó liderar una alternativa si el jefe de Génova fracasa, aunque la credibilidad del líder socialista se encuentra por los suelos.
El resto de representantes políticos que se reunieron con el Rey en los pasados día reconocieron, a día de hoy, ver más posibilidades de que unas terceras elecciones tengan lugar en España antes de navidades.
Fuentes de los distintos grupos -PNV, Convergència, ERC, Compromís y En Comú- indicaban que no descartan en absoluto este escenario, y todo pese a que Felipe VI trasladó la necesidad de evitar a toda costa ese escenario, tan costoso “para la sociedad”, un eufemismo para esconder los costos que tiene para el propio régimen político español.
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, que reiteró su voluntad de un Gobierno de coalición con las fuerzas “de la izquierda”, entre las cuales insólitamente sigue ubicando a los social liberales del PSOE, fue el único que aseguró no creer que se vayan a celebrar terceros comicios, ya que si esa posibilidad avanzara en las próximas semanas, "Ciudadanos cambiaría su sentido del voto" hacia el sí, lo que provocaría la abstención de los socialistas.
Investidura en diferido
Aunque el presidente en funciones considera que “urge” formar Gobierno, no hay ningún plazo establecido para negociar antes de que se produzca el debate correspondiente, cuya fecha debe fijar la presidenta del Congreso, la popular Ana Pastor, y que ésta tampoco quiso revelar. Tampoco queda claro si Rajoy pidió al Rey más tiempo para las negociaciones. "Al Rey le he dicho lo que le he dicho salvo lo que no le he dicho", contestó sin contestar, una vez más. "Me ha encargado esto y yo lo acepto. Lo importante es que voy a intentar conseguir los votos para formar Gobierno, que no depende sólo de mí", concluyó Rajoy.
En los hechos, Rajoy aceptó presentarse a una sesión de investidura, pero en diferido, por lo cual PSOE y C’s pusieron el grito en el cielo y exigen al candidato del PP que acepte el encargo del rey "sin condiciones" ya que debe convocar al Pleno del Congreso para debatir su investidura "le guste o no le guste y tenga o no los votos suficientes", como dijo el portavoz del PSOE en el Congreso, Antonio Hernando.
El vicesecretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, se ha expresado en la misma línea. Ha dicho que "no caben aceptaciones condicionadas" como la que entiende que ha hecho hoy el candidato del PP, Mariano Rajoy, y le ha emplazado a que disipe en las próximas horas "las dudas que ha sembrado".
Podemos e Izquierda Unida también se sumaron a las críticas. Alberto Garzón, coordinador federal de Izquierda Unida y diputado de Unidos Podemos, atacó a Rajoy por Twitter con la Constitución en a mano: "Rajoy dice que sí pero no y que la constitución (art. 99) está para incumplirla. Vamos, nada nuevo. Estilo PP", escribió en referencia al mandato recogido en la Constitución española según el cual el Rey propone un candidato, que deberá exponer ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara.
Gobierno en minoría y crisis de régimen
En caso de que una gran coalición, la opción preferida de Rajoy, no sea posible, el candidato del PP dijo estar "dispuesto" a explorar un Gobierno en minoría solo con los apoyos del PP, siempre que "garanticen una lealtad mínima para no bloquear cuestiones urgentes como los objetivos de estabilidad, la trasposición de directivas comunitarias, los Presupuestos Generales del Estado o la lucha antiterrorista". Las conversaciones con el resto de líderes serán públicas o privadas "dependiendo de lo que quieran" los otros actores, y transcurrido un tiempo "razonable" en palabras de Rajoy, dará cuenta de los apoyos conseguidos y las gestiones realizadas. "Adelantar acontecimientos no es conveniente nunca", insistió.
Eso sí, aclaró que está "dispuesto a gobernar con 137 diputados, que no es lo mismo que ir a la investidura con 137 diputados". Y volvió a sembrar la duda sobre si se presentará o no en caso de no haber recabado apoyos suficientes. "Yo cumplo con mi obligación y acepto el encargo del rey. La situación es diferente a la del 20 de diciembre porque entonces sabía que la mayoría de la Cámara estaba en contra. Ahora el escenario es más abierto, hay otras posibilidades, veré si se pueden concretar en algo", repitió.
La situación tiene todos los contornos de un deja vú post 20D. El resultado de las elecciones de diciembre supuso un varapalo histórico a los dos grandes partidos del bipartidismo. Dejó un mapa parlamentario fragmentado desde el que no ha podido salir ningún proyecto de gobierno que encabece una opción sólida para restaurar la legitimidad perdida. La convocatoria a la segunda vuelta electoral del 26J vino a evidenciar que la crisis del Régimen del 78 sigue abierta.
El resultado del 26J, en el que el PP salió coyunturalmente fortalecido, invitaba a una lectura fácil de una posibilidad de cerrar la crisis por “arriba” más o menos rápido. Pero esa ilusión del establishment y los partidos del régimen comienza a desvanecerse. Independientemente de cómo se resuelva el entuerto, si con una negociación in extremis que dé lugar a un debilísimo gobierno de Rajoy, o el escenario catástrofe de unas terceras elecciones, lo cierto es que el régimen del 78, aunque no está hundido, está más tocado que nunca.