China sufre también las consecuencias del cambio climático. Al atravesar un verano tan seco, uno de los ríos más caudalosos del mundo (Yangtsé) se ha secado hasta la mitad de su ancho normal.
Emilia Macías @EmiliaMacas1
Martes 23 de agosto de 2022 15:21
El río, que ha funcionado como uno de los mayores canales de comercio en China, fluye a lo largo de ocho provincias hasta desembocar en el mar de China Oriental, cerca de Shanghái. Es el más largo del país (tercero del mundo), y provee recursos para un tercio de la población.
La ola de calor que golpea al país ya dura dos meses y es la más larga. La prensa estatal dijo que las temperaturas llegaron a los 45 grados el jueves pasado, una de las más elevadas en China -fuera de la región desértica de Sinkiang- desde que comenzaron a hacerse registros oficiales en 1961.
⚡️China's longest and one of the most important rivers, the Yangtze, continues to dry up rapidly due to unprecedented drought. This was reported by local media. pic.twitter.com/BYJmE44B6r
— Flash (@Flash43191300) August 22, 2022
Las altas temperaturas, además de secar el río, en tierra firme han causado apagones eléctricos tan grandes que hasta las empresas han tenido que reducir y detener su producción. En la provincia de Sichuan y la metrópolis de Chongqing en el suroeste, las fábricas recibieron órdenes de cerrar sus puertas luego de que el nivel de agua en las represas que alimentan la producción de electricidad cayó a la mitad de lo normal y la demanda de aire acondicionado sube en medio de un calor sofocante.
Así como en China el mundo entero sufre altas temperaturas nunca antes vistas a causa del calentamiento global, que también ha provocado incendios forestales, el derretimiento del hielo, está cambiando los patrones climáticos y pone en riesgo la vida de los humanos y todas las especies que pueblan la Tierra.
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Esas son las terribles consecuencias, pero las causas son invisibilizadas por los gobiernos y empresarios porque saben que la solución no les conviene. Se responsabiliza al individuo por el calentamiento global, por bañarse en más de un minuto, por usar el coche en vez del transporte público, por comprar popotes o refractarios de unicel. Y sí, los popotes, el coche y el unicel contaminan, pero no tiene comparación con la polución que producen las fábricas multinacionales cada minuto.
Mientras alguien gasta 100 litros en una ducha de cinco minutos, una sola batería de teléfono móvil puede contaminar 600,000 litros de agua. Es completamente desproporcional en daño que se produce.
La producción industrial no se detiene en este sistema. No importa que los bienes naturales que explotan se están acabando, ni que el aire es cada vez más contaminado, los empresarios, sedientos de ganancias continúan sin rencor alguno.
Aunque haya iniciativa por cerrar algunas fábricas en China, no es suficiente. Sólo la clase trabajadora que mueve al planeta entero puede decidir cómo producir, cuánto para que haya una relación más armoniosa con la naturaleza.
No podemos confiar en que los capitalistas y los gobiernos solucionarán el problema porque no les interesa ni siquiera. Dentro de los marcos de este sistema nos espera que la situación cada vez empeore, que sean cada vez menos los que tengan acceso a los recursos necesarios.
Por lo tanto, no hay solución más eficaz que el derrocamiento de este sistema.