Nicolás Laguna @NicolsBenjamin7
Miércoles 22 de octubre de 2014
Mientras el Chuni me da un trago de eso, que seguimos tomando en esta esquina vacía, y tal vez sin sentido, seguimos mirando al cielo, esta vez buscando el satélite tirado al espacio.
Cuantas veces, pasados de faso, buscamos estrellas fugaces, las Tres Marías y no sé cuáles otras que nunca supimos quien les puso los nombres. Esta vez estamos festejando nada, como otras tantas de las veces que nos vemos acá. Qué se yo. Lo hacemos para recordar los viejos tiempos, como las paredes ricoteras escritas por las tribus del barrio
El Chuni es de esos convencidos - bah tampoco tanto - solo unas simpatías de que ganamos en estos años. Sabe reconocer que ahora se hizo la casa en donde era el galpón de la vieja, y antes casi se la rematan. Y que ahora tiene un laburo, que le consiguió un puntero de por acá: camillero de sanatorio. Después de tres años contratado quedó efectivo y su hermana más chiquita, la Yani, tiene una compu gratis y nosotros por haber terminado la secundaria con Duhalde, no llegamos a esos logros.
Justo ahí cae el gordo, que dice que vayamos a la casa que a la noche sale asado, que al mediodía tuvo otro con los pibes del laburo que están haciendo una movida porque los están suspendiendo y se van a plantar. Parece que arrancamos para ahí.
No sé bien como terminamos charlando esto; me lo pregunto por la risa del gordo. Dije que dejemos de boludear con los satélites, que no son cohetes, que tampoco saben para qué sirven, que dice que se gastó mucha guita, que vamos al asado, que él invita, y que seguro esta charla fue para esquivar que Boca perdió por la copa.
Debe haber sido las flores que pegan que nos llevan al espacio.