La Unión Europea aprobó ayer la sexta ronda de sanciones a Rusia desde que comenzó la invasión de Ucrania. Lo hace al mismo tiempo que países como Francia y Alemania comienzan a ver peligrar sus suministros a largo plazo y exploran vías para intervenir diplomáticamente en el conflicto.

Irene Olano Madrid
Miércoles 1ro de junio de 2022
Foto: EFE/EPA/ANATOLY MALTSEV. St. Petersburg (Russian Federation), 01/06/2022.- Oficina de Gazprom en St. Petersburgo
Ya eran cinco rondas de sanciones en cien días que lleva la guerra con el pretexto de querer alcanzar la paz. A estas cinco se sumará una más, aprobada el pasado martes por la Unión Europea.
Lo más destacado de este nuevo paquete de sanciones impuesto por la UE contra Rusia es el embargo del petroleo ruso. Para mantener la unidad de los 27, ya que Viktor Orban, el primer ministro húngaro amenazaba con un veto, la decisión final pasa por un embargo parcial.
Está polémica decisión ha tenido consecuencias inmediatas. Desde el bando imperialista de la UE y la OTAN, el presidente francés, Macron, ha asegurado que "no se puede descartar nada" de cara a futuras sanciones, advirtiendo que este embargo "era impensable hacer apenas unas semanas".
Por su parte, el gigante gasístico ruso, Gazprom, ya ha anunciado que cortará este mismo miércoles el gas a la danesa Ørsted y Shell Europe. Una medida de respuesta directa a las nuevas sanciones.
Sanciones que, por otro lado, no pagan ni Putin ni su oligarquía, sino la clase trabajadora y el pueblo ruso, que suman a la devaluación del rublo una crisis económica provocada por las sanciones.
Pero a la guerrillera Unión Europea, que se está armando hasta los dientes con el pretexto de la guerra, no le interesa la paz. Le interesa restablecer el flujo comercial prebélico, que incluía una parte importante de los combustibles fósiles consumidos en países como Alemania o Francia.
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A la par que impone sanciones al pueblo ruso, la Unión Europea pide sacrificios a su propia población. Una población que ya sufre algo más del 8% de inflación y que ve como el precio de la electricidad, los combustibles y los alimentos no hace más que subir.
El discurso de la "solidaridad con Ucrania" se hace así recaer sobre la clase trabajadora, que es quien lo produce realmente todo, y no sobre las grandes empresas que siguen lucrándose tranquilamente. Este es el caso de los empresarios de las eléctricas o de la industria de la alimentación, cuyos beneficios no se verán afectados por muchos sacrificios que se nos haga pagar al resto. El mismo discurso que vimos con la pandemia, por otro lado.
En este contexto, y si la situación no fuera dramática, resultarían casi cómicas las declaraciones de Pedro Sánchez, quien señaló que Ucrania no estaría luchando solamente contra la invasión, sino por la defensa de unos valores que son los que definen a la UE. Lo cierto es que los únicos valores que defiende Europa son los del beneficio privado y el expolio continuo por parte de los países imperialistas. Además, su discurso es solo una forma más de blanquear el gobierno del ultraderechista Zelensky, apoyado por la OTAN y por milicias de extrema derecha y neonazis para llegar al poder y en esta guerra, como el batallón Azov.
La Unión Europea continúa así una política hipócrita, en la que a la par que sigue imponiendo sanciones, no deja de depender de los combustibles rusos, especialmente del gas, aunque ya se ha hablado de un posible embargo al petróleo y el gas rusos.
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Pero incluso en el caso en que la UE dejara de depender totalmente de Rusia en términos energéticos (cosa no descartable a largo plazo), seguiría haciéndolo de otros países dependientes, donde el expolio al territorio está mucho más garantizado que esos "derechos humanos" con los que se llenan la boca los gobiernos europeos.
Una hipocresía aun mayor si hablamos del caso de Francia y Alemania. Dos países que están aumentando su presupuesto militar y en defensa exponencialmente a la par que buscan un acuerdo con Putin para reabrir el puerto de Odesa, preocupados por el abastecimiento en estos países.
Las sanciones incluirán también la expulsión de tres bancos más de la plataforma de pagos internacional Swift, y la UE estudia la posibilidad de cerrar el transporte de crudo ruso por mar por parte de empresas europeas en un futuro.