Ricardo Ezzati, quien este miércoles fue citado a declarar en calidad de imputado por encubrimiento, optó por guardar silencio mientras su abogado alega que es inocente.
Jueves 4 de octubre de 2018
Tiempos convulsos vive la Iglesia Católica, abusos sexuales de sacerdotes y obispos, encubrimientos para salvar su imagen, destituciones por parte del vaticano (Precht y Karadima), investigaciones de fiscalía, renuncias, entre otras cosas que se van sumando cada día.
Es en este contexto que el Cardenal Ricardo Ezzati fue citado a declarar en calidad de imputado por encubrimiento por fiscal Emiliano Arias, quien este último tiempo ha logrado recabar una serie de documentos e información que dan cuenta de las omisiones que tuvo el imputado.
Ezzati, quien ya había sido citado en otras oportunidades y había logrado que las citas se aplazaran, esta vez no tuvo escapatoria, sin embargo al llegar a la Fiscalía Regional de O´Higgins apeló a su derecho de guardar silencio, para luego retirarse escoltado por carabineros sin dar ninguna declaración.
Ante esta situación el abogado del Cardenal imputado declaró que “no tenemos nada que ocultar” insistiendo en la inocencia de Ezzati e increpando a la prensa señalando que “es inocente, totalmente inocente, el Cardenal siempre ha dicho la verdad, nunca ha ocultado ni destruido antecedentes, todo se ha investigado, él fue el primero en poner en conocimiento los antecedentes para que se investigaran”.
Por otro lado, las víctimas de Karadima lo increparon y criticaron su cómplice silencio, señalando al respecto “¿dónde queda el ‘voy a colaborar con la justicia’?". Mientras que en redes sociales lo tildaron de "cobarde", de no declarar para no "autoincrimarse" y Murillo añadió que “como buen criminal, Ezzati en lugar de cooperar con la justicia, se acogió a su derecho a guardar silencio, un derecho, sí, pero de encubrimiento”.
La Iglesia Católica y sus personeros ya no saben cómo proseguir, los abusos, el encubrimiento, la corrupción y el silencio quedan de manifiesto, y dan cuenta de una de las crisis más profundas por las que ha atravesado la institución en décadas. Sin embargo, aun así, continúan teniendo privilegios y derechos por sobre el resto de la sociedad.
Ezzati, quien se acogió al derecho a guardar silencio y supuestamente es "inocente" en palabras de su abogado, demuestra su desesperación y que hoy se encuentra de manos atadas. Si no tuviera nada que ocultar o fuera realmente "inocente" perfectamente pudo haber declarado, sin embargo, su cómplice silencio termina por delatarlo.
Ahora es cuando a raíz de esta profunda crisis se debe abrir el debate sobre la "santa" alianza que existe entre la Iglesia y el Estado, exigiendo de una vez por todas la real y efectiva separación de la Iglesia y el Estado, para que así sacerdotes, obispos y cardenales encubridores y abusadores no sigan entrometiéndose, decidiendo e imponiendo su doble y contradictoria moral en la sociedad.