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Red Internacional
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Trabajo. El verano y el calor en el trabajo

Llegada la temporada de verano y muchos empiezan a anhelar las vacaciones o el descanso, sin embargo, millones de trabajadores seguirán laborando mientras golpea una de las peores olas de calor en la historia.

Domingo 18 de diciembre de 2022

Darse una ducha, lanzarse al mar o a una piscina, es lo que muchos trabajadores esperan hacer mientras sudan la gota gorda en pleno verano por las condiciones que existen en los distintos trabajos.

Esto tendrá especial relevancia esta temporada, que, como anuncia La Tercera, promete una de las peores olas de calor en la historia de Santiago.

Lo peor de trabajar en condiciones de calor dice relación, en primer lugar, con las altas temperaturas, un trabajador de la construcción nos comenta:

“El calor es insoportable, especialmente para quienes trabajamos en construcción en los techos, el sol te deshidrata, te bajonea, te debilita. Estamos horas pegados en los techos trabajando con un calor sofocante. Esto incluso puede producir accidentes, cuando hay mucho calor la gente se desmotiva, nos corre el sudor mientras trabajamos en altura, ahí aparecen los mareos, los sofocos, donde nuestros compañeros de más edad lo pasan de lo peor. A penas nos pasan un protector callampa y tenemos que estarnos aguantando el calor sin agua ni baños, porque uno está en el piso 10, por ejemplo, y los baños en el primer piso. Apenas se puede dormir con el calor y tenemos que trabajar bajo esas condiciones”.

En otros rubros también se repite esta situación:

“El trabajo en el ferrocarril era una tortura. Limpiabamos paquetes de cobre a pleno sol todos empaquetados, con máscara, botines, guantes gruesos, ropa e implementos que te hacen transpirar mucho, un trabajo que realizamos en pleno verano, partiendo a las 8.00 y parando a las 13.00, un verdadero infierno. Uno le buscaba la sombra a los paquetes para taparse el sol, pero era imposible no exponerse”.

Misma situación comentan trabajadores de faenas que en pleno desierto deben pasar horas trabajando al sol o haciendo hora en containers de lata:

“La casa de cambio es un container, por lo que, aparte de la calor que ya hace, se sobre calienta adentro y hace una temperatura insoportable, tanto que a uno le entra el sueño, no por cansancio, sino por sopor. Claramente los lugares para pasar el día no están adecuados para altas temperaturas. Lo otro que no acompaña es la ropa, porque por “seguridad” nos pasan ropa sumamente gruesa lo que la hace muy calurosa, siendo que exiten ropas delgadas para trabajar, pero las empresas no les interesa invertir en la comodidad de sus trabajadores. A todo esto hay que agregar que por nuestro trabajo muchas veces debemos realizar mantenciones o labores en calderas, donde uno se sofoca, es insoportable”.

Sobre esto, otro trabajador nos comentó “Los equipos de protección personal no son adecuados para trabajar, usar antiparras, que es una protección, genera un riesgo por el empañamiento de los mismos. En mi trabajo usamos hormigón, para lo cual me entregan un buzo de papel que debo usar sobre toda la ropa, entonces uno termina mojado por el hormigón”.

Lo más lógico, para capear el calor, sería que los trabajadores cuenten con suficiente agua potable, sin embargo, destacan diversos trabajadores que esto no es así, que otro de los problemas a propósito de trabajar con altas temperaturas es la deshidratación.

“Nos entregan muy poca agua o no nos dan, las empresas se conforman apenas con darnos el mínimo que señala la ley y eso sería todo. Entonces trabajas sin sombra y además sin agua, o cuando nos dan agua nos dejan el punto de hidratación lejísimo del punto de trabajo, por lo que beber un vaso de agua mientras trabajas es imposible. Habría que disponer de sombra y agua para los trabajos, incluso debería haber aire acondicionado para los lugares de espera”.

Efectivamente disponer de aire acondicionado aliviaría un montón este tipo de trabajos, sin embargo, esto no garantiza nada. El Hospital de Antofagasta, el más grande de la macro zona norte, cuenta con aire acondicionado, sin embargo, sus trabajadores denuncian que la empresa concesionaria, encargada de los servicios de mantención del Hospital, no lo tiene habilitado:

“Acá en el Hospital es un desastre el aire acondicionado. El Hospital es un horno, hace mucho calor en todos los pisos, es como una caja que se calienta día y noche. Nosotros, así como los TENS o las enfermeras, trabajamos con pecheras, pero cuando tenemos que trabajar con pacientes en aislamiento, que requieren dedicarle más tiempo, debemos usar una pechera entera, esa azul que va con brazos y todo, que, obviamente, en nada ayuda para resolver el calor. Uno entra a una sala y empieza a transpirar y como trabajamos en salud no podemos estar tocándonos la cara para limpiarnos el sudor. Hay mucha molestia porque la Concesionaria de Sacyr cuenta con aire acondicionado pero no la prenden, cuando reclamamos dicen que está en mantención y que está malo, esto es algo que la concesionaria debía haber previsto, pero como solo le interesan sus ganancias no le importa si nos asamos en las salas”.

Estas situaciones en la práctica nadie las fiscaliza. Según el Decreto 594, Reglamento Sobre Condiciones Sanitarias y Ambientales en los lugares de trabajo, corresponde a los Servicios de Salud infraccionar los incumplimientos a las condiciones laborales mínimas, entre las que se incluye el calor. Sin embargo, la determinación de las condiciones mínimas para el trabajo con exposición al calor, establecidas en Título IV de dicho decreto, en su apartado "4. De la exposición ocupacional al calor", son una invitación a resolver un acertijo, pues posee una redacción profundamente técnica y compleja, imposibilitando en la práctica a cualquier trabajador determinar si están las condiciones mínimas para trabajar. Seamos sinceros, nadie fiscaliza.

Además de estas condiciones en el trabajo hay que tomar en cuenta el transporte público, en el cual millones de trabajadores se mueven de la casa a la pega con 35º de calor y es peor en el metro donde los trabajadores son trasladados como sardinas enlatadas.

Como puede apreciarse, no importa la latitud o el rubro de trabajo, el calor se impone gracias a la avaricia empresarial de ahorrar en la comodidad de sus trabajadores convirtiendo el verano en “una tortura, un infierno”.

El trabajo no tendría porque ser una tortura, pero a ello se han dedicado los capitalistas, que prefieren priorizar sus ganancias por sobre la vida o la seguridad de los trabajadores. Es necesario liberar el trabajo de estas características que lo convierten en un infierno, no es el calor el problema, es este sistema capitalista, no hay que librarse del calor, hay que librarse del sistema capitalista.