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Red Internacional
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Declaracion política. Elecciones en Alemania: contra el giro a la derecha y la precarización, votamos nulo

Necesitamos una lucha contra la derecha y la precarización. El partido de la izquierda reformista Die Linke no pasa la prueba.

Viernes 22 de septiembre de 2017

La fuerza decisiva para las elecciones del 24 de septiembre es Alternativa Por Alemania (AfD, populista de derecha). No será parte de la próxima coalición de gobierno, sin embargo ha marcado los debates políticos de los últimos dos años. Ha logrado que todos los partidos, inclusive Die Linke, den un giro hacia la derecha en su programa y su práctica. Contra ésto, todos los trabajadores y la izquierda debe defenderse.

La creciente precarización en Alemania -que apenas se discute en la campaña electoral- ha erosionado constantemente el poder de lucha de la clase trabajadora en Alemania en los últimos años. La socialdemocracia (SPD) y los Verdes abrieron las puertas a este ataque constante contra los asalariados con la Agenda 2010, reforma neoliberal impuesta entre 2003 y 2005, en cooperación con las grandes burocracias sindicales. El empleo "irregular" y el empleo temporal es normal para millones de personas. El nuevo "salario mínimo" se ve socavado en todas partes, ya sea mediante subcontrataciones, despidos, trabajos parcial forzado o pasantías no renumeradas. Otros recortes son inminentes, como los ataques a la jubilación. Además, Merkel utiliza a los refugiados, la parte más baja y marginada de nuestra clase, para profundizar la precariedad sobre una base racista.

El futuro gobierno y las cuestiones candentes

En el 2015 decian refugiados bienvenidos. Ahora preguntan ¿cuándo se van? Entremedio, las leyes de asilo se endurecieron, se suspendió la reunificación familiar, se pactó con el presidente turco Erdogan para impedir la migración de refugiados por el Estado Turco y comenzaron las deportaciones a Afganistán. El giro a la derecha favorece los intereses del capital alemán, pero fue impulsado sobre todo por la AfD, a lo que se han adaptado los otros partidos. Este desarrollo se profundizará, independientemente de quién forme el gobierno junto a Merkel.

Hay dos opciones realistas para formar un gobierno, y ambas son terribles: continuar con la gran coalición de la CDU/CSU con la socialdemocracia, o el regreso del negro-amarillo de la CDU/CSU con el partido liberal FDP.

Si éstos obtienen la mayoría, la usarán. La política de la agenda socialdemócrata y la pasividad de las burocracias sindicales, que sólo ha aumentado con el paso de los años de la gran coalición, les han abierto el terreno para atacar a nuestra clase sin restricciones. Habrá ataques abiertos contra las pensiones, liberalización y recortes en todas partes. El reciente llamado de Christian Lindner, dirigente de la FDP a favor de un "nuevo estatuto jurídico" para los refugiados también augura un futuro negro.

En tal caso, el SPD se enfrentará al negro-amarillo como líder de la oposición "de izquierda", pero no se movilizará contra los recortes: se formará un gabinete en la sombra rojo-rojo-verde, de la SPD, die Linke y el partido verde, y la izquierda reformista se someterá al SPD para que se le permita gobernar a partir de 2021. Mientras tanto, la presión de la derecha de una probablemente fuerte AfD por encima del diez por ciento continúa en todos los partidos.

Sin embargo, una repetición de la gran coalición sería casi igual de mala. Continuarán los anteriores proyectos de precarización y opresión racista en Alemania y, como cualquier gobierno anterior de Merkel, continuará impulsando el principal proyecto del capital alemán con la hegemonía alemana sobre la UE.
El control sobre el espacio económico y monetario europeo será una cara de la moneda. Por otro lado, vendrá inevitablemente el incremento del armamento militar. El presupuesto aumentará a medio plazo al dos por ciento del PIB y, paralelamente, se intensificará la militarización interna. Esto ha vuelto evidente desde la cumbre del G20, y se justifica por el hecho de que se debe en parte a una "guerra contra el terrorismo", pero no trae consigo la "seguridad", sino que se utiliza para una mayor opresión racista. Por otra parte, se está llevando a cabo una lucha contra el "extremismo de izquierda", un aumento de la represión hacia la izquierda militante. Los ataques contra los derechos democráticos ya están aumentando: varios meses de prisión preventiva para los activistas del G20, redadas policiales, y más armamento de las fuerzas represivas.

En cambio, el terrorismo de la derecha será encubierto por el nuevo gobierno, como se ya vio en el caso de NSU (una organización nacionalsocialista, culpable de atentados contra migrantes que dejó varios muertos). El AfD va a obtener nuevos fondos estatales para seguir patrocinando grupos fascistas y podría convertirse en líder de la oposición.

En todo caso, la política exterior será determinada por Merkel. Martin Schulz, el candidato del SPD, dice: Make Europe great again ("Hacer de nuevo grande a Europa"), pero quiere decir, como Merkel, una Europa bajo la hegemonía del imperialismo alemán. Así que básicamente no dice nada más que "hacer de nuevo grande a Alemania". Como una supuesta alternativa a Trump, quiere fortalecer el nacionalismo alemán, posiblemente con un equilibrio con China o Rusia.
Las deportaciones masivas de refugiados y la política de la "Fortaleza Europa" también continuará, así como la colaboración con regímenes como el de Turquía o Arabia Saudí. También proseguirán las operaciones del ejército, como las de Malí, Kosovo y Siria.

El SPD y el partido de Merkel representan el mismo proyecto imperialista de la UE bajo la dirección alemana y la expansión en semicolonias, compitiendo cada una con otras potencias imperialistas. Die Linke se adapta a esto sin criticar a la UE en general y, por lo tanto, dando espacio a la AfD para posicionarse como "oposición fundamental".

En Alemania, las mujeres siguen siendo masivamente afectadas por el machismo, la precarización y la violencia. Todos conocen las estadísticas según las cuales las mujeres en Alemania ganan un promedio de 21 por ciento menos que los hombres. Menos conocido es que el 40 por ciento de las mujeres alemanas han sufrido violencia física y/o sexual desde los 16 años de edad y cada 26 horas una mujer es asesinada por su pareja o ex pareja. Los partidos establecidos no tienen respuestas a estos problemas, excepto la hipocresía y el discurso de seguridad.

La protección del medioambiente se convertirá en la mega tarea del siglo XXI. Cualquier gobierno capitalista será totalmente incapaz de resolverla. Así lo demuestra el escándalo del diesel, cuando las grandes empresas automovilísticas falsificaron los datos sobre las emisiones, que afecta a todo el régimen alemán. Los Verdes tampoco pueden responder a esta pregunta, porque apoyan la producción destructiva del capitalismo bajo la etiqueta de "New Deal Verde" y en su práctica son comprados por las empresas energéticas. En Baden-Württemberg, se puede ver lo bien que un gobierno verde se entiende con la contaminante industria automovilística.

Igualmente, no es posible conseguir esa "justicia social", con que el SPD y Die Linke siempre se lavan la cara en las campañas electorales, sin proponer un programa para cuestionar las ganancias capitalistas. Ninguno de los partidos que se presentan a estas elecciones se opone al problema central de la clase obrera en Alemania, la continua precarización, que se ve en estos momentos en la liquidación de Air Berlin, donde los trabajadores están luchando contra su propia burocracia para no aceptar la derrota.

¿Qué hizo realmente el partido Die Linke?

Pasemos a una pregunta fundamental para la izquierda: ¿Cómo nos posicionamos frente a Die Linke? Para ello, primero miremos a Berlín, Brandenburgo y Turingia, donde tiene responsabilidad de gobierno.
En junio, el gobierno del estado de Turingia, liderado por Die Linke aceptó la privatización de la autopista. Esto contradice todo lo que los votantes de izquierda han votado y lo que Die Linke ha reivindicado hasta ahora. El argumento era puramente pragmático: había un acuerdo "para Turingia".

El gobierno rojo-rojo-verde de Berlín no lo está haciendo mejor. La esperanza de Die Linke fue sostenida por el sociólogo Andrej Holm, quien fue nombrado Secretario de Estado para la política de alquileres por sus posiciones críticas. En una maniobra barata, fue destituido por la derecha. Sólo ocupando la Universidad de Humboldt durante semanas se pudo evitar que Holm perdiera su trabajo en la universidad. A la dirección de Die Linke no le importó nada mientras la coalición con el SPD siga existiendo. Desde entonces, se han vuelto a realizar desalojos, como en el espacio autogestionado de la Friedel 54.

Existe una contradicción flagrante entre las promesas hechas a los asalariados y las políticas de Die Linke en el gobierno. Esto es más evidente en las luchas laborales. En Berlín, por ejemplo, el gobierno estatal está completamente al otro lado de la trinchera, cuando se trata de las empresas subcontratadas de servicio de los hospitales berlineses, CFM y VSG. Después de todo, la continuación sin tropiezos de la coalición con la socialdemocracia es lo más importante para Die Linke. Luchar por mejores salarios y mejores condiciones de trabajo, por más personal y mejores servicios públicos sólo es posible en Berlín si se lleva adelante como una lucha contra Die Linke.

Y aún más, en las tres provincias donde gobierna, Die Linke está deportando a gente. Organiza junto a su fuerza policial el arresto, encarcelamiento y expulsión forzada de personas. Además, los líderes de Die Linke están participando del discurso de seguridad contra la protesta del G20, es decir, contra una parte de su propia base.

Incluso como partido de oposición, Die Linke solo ofrece una política de gobierno

¿Será diferente en el Parlamento? Mucha gente vota a Die Linke por su oposición al gobierno, y no por su papel como parte de un gobierno capitalista.

Pero durante los últimos cuatro años, Die Linke no fue una oposición dinámica sino el partido más pasivo de todo el parlamento. No movilizó ni usó su presencia parlamentaria para desarrollar la movilización en las calles. Por eso no es de extrañar que ya lleva años oscilando alrededor del 10% de los votos, sin mayores alteraciones. Y es que en su política no solo sigue a los partido burgueses y al SPD sino incluso se adapta discursivamente al populismo de derecha del AfD con discursos chovinistas de su candidata y referente más conocida Sahra Wagenknecht.

Die Linke no fue capaz de construir una alternativa social frente al ascenso del AfD. Su política derechista en los gobiernos regionales hizo lo suyo para atraer sus votantes a la extrema derecha. No existe un ala izquierda que pudiera incidir en la política del partido – los cercanos a Wagenknecht, que muchas veces son considerados más a la izquierda que la facción que gobierna en las regiones orientales de Alemania, pero coinciden en lo central. Lo único que los diferencia son distintas tácticas para llegar al gobierno. El único grupo organizado de izquierda es la Izquierda Anticapitalista (AKL), pero no tiene mayor influencia.

La única razón por la que no habrá un gobierno de coalición entre Die Linke, los verdes y el SPD es la debilidad de la socialdemocracia. Los dirigentes de Die Linke estaban dispuestos a gobernar a toda costa. La única perspectiva de Die Linke es la administración del capitalismo – hasta contra sus propios votantes y miembros. Por eso incluso después del 24 de septiembre seguirá su política de oposición responsable y pasiva.

Algunos grupos llaman al voto crítico o táctico para Die Linke aunque no piensan que este partido vaya a cumplir con sus promesas de campaña. Nosotros no estamos de acuerdo con esto. El voto a un partido que en sus gobiernos regionales aplica los dictados del capital y como oposición no moviliza, no elevaría la conciencia de la clase trabajadora. La situación seguirá pasiva, incluso con un voto mayor a Die Linke.

¿Y ahora qué?

Solo un rechazo rotundo al giro a derecha del establishment político puede romper con la desmoralización reinante en Alemania. Por eso nosotros apostamos a una alternativa completamente diferente, que no solo esté a la izquierda de la Izquierda sino que tenga una perspectiva clasista, combativa e internacionalista. Esta alternativa hay que construirla para organizar la defensa a los ataques que vendrán.

A los pesimistas, que siempre abogan por votar al mal menor o que dicen que no queda otra que votar a Die Linke, les mostramos los ejemplos de otros países. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) de Argentina llega a millones en sus campañas electorales con un programa anticapitalista, socialista y revolucionario. Lo mismo demostró el candidato presidencial del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) francés y trabajador de Ford, Philippe Poutou. Sus demandas como la reducción radical de la jornada laboral sin pérdidas salariales, que todo funcionario y político gane como un trabajador promedio, la expropiación de cada empresa que cierre o despida, y la estatización de la gran industria bajo control obrero tienen como fin que los capitalistas paguen por su crisis y no los trabajadores y los jóvenes cada vez más precarios.

Pero muestran algo más. El Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en el FIT lucha junto a los trabajadores de Pepsico contra los despidos y usa la tribuna que tienen sus candidatos durante la campaña electoral para apoyar la lucha de los trabajadores.

Si las fuerzas del FIT hubieran apoyado en los años anteriores a distintas variantes reformistas, no habrían conquistado las posiciones que tienen actualmente. Estas se conquistaron con un trabajo de construcción paciente de una fuerza propia combinado con el apoyo a cada una de las luchas obreras y populares.

Toda la historia de la lucha de clases después de la degeneración de la Cuarta Internacional después de la Segunda Guerra Mundial demuestra que la adaptación a las direcciones reformistas no lleva a nuestra clase a la victoria.

Esto se agrava por la posición de Alemania en el mundo como uno de los países imperialistas más poderosos. El apoyo al reformismo aquí tiene como condición aprobar el sometimiento militar de semicolonias como Afganistán, Iraq, Siria, Kosovo o Mali y la subyugación económica de la periferia europea. Porque estas son las bases del excedente de ganancia que mantienen materialmente al sistema de colaboración de clase a través de concesiones a la burocracia y la aristocracia obrera. Por eso Die Linke ya no rechaza de plano todas las intervenciones al exterior de las Fuerzas Armadas y solo rechaza las „intervenciones bélicas“ lo que abre la posibilidad de apoyar intervenciones militares „humanitarias“.

Ya en 2014 algunos diputados de Die Linke apoyaron la intervención militar en el mediterráneo cerca de Siria lo que le quitó la marca al partido de oponerse consecuentemente a todas las intervenciones militares. La razón: un antiimperialismo consecuente destruiría la base material del social-chovinismo del SPD, Die Linke y las burocracias sindicales que viven de los excedentes de la explotación imperialista.

Es por eso que Die Linke no busca superar al imperialismo mediante la lucha de clase lo que solo se puede conseguir de manera revolucionaria sino que apuesta por la „diplomacia“ capitalista, es decir, condenar el destino de pueblos enteros a los intereses capitalistas. Una diplomacia burguesa con regímenes como el iraní o el ruso que encierran y asesinan a los trabajadores y los oprimidos, como exigen partes del partido no la podemos aceptar como tampoco podemos aceptar la reforma de la UE capitalista como proyecto del capital o el apoyo a la OTAN.

No votaremos a Die Linke por el rol de Alemania como poder imperialista al cual oponemos nuestro internacionalismo.

Organizar la resistencia

Son gigantes las tareas que están a la orden del día, empezando por la lucha de todos los trabadores contra la precarización. Esto solo es posible en contra de la conciliación de clases, en contra de gobiernos supuestamente de izquierda y en contra de la burocracia sindical. Hay que organizarse, activarse, publicar las opiniones y las luchas de los trabajadores, luchar en los sindicatos contra la burocracia y por una orientación combativa y democrática. Para eso no hay que esperar a futuros gobiernos capitalistas, los trabajadores tienen el poder en sus manos si se organizan unidos y de forma independiente.

Todos los afectados por cualquier tipo de opresión sexista, racista, trans u homófoba y todos los que apoyan su lucha contra tenemos que construir comités de base en los colegios, universidades y empresas, buscar la unidad con la clase trabajadora que tiene el poder de cambiarlo todo.

Llamamos a todos los que se manifiestan contra la derecha, todos los antifascistas, todos los activistas en contra del imperialismo y en la defensa de los derechos democráticos a organizarse independientemente del Estado y del reformismo que impide la lucha, a unirse a las luchas de los trabajadores y los oprimidos y luchar con una perspectiva internacionalista.

Para que las derrotas de nuesta clase no sean en vano es necesario el esfuerzo continuo y consciente de construir un partido internacionalista y revolucionario de la clase trabajadora que una a los intereses colectivos de los asalariados, luche contra la burocracia en los sindicatos, una las diferentes luchas y fomente la alianza entre los oprimidos. La perspectiva es la lucha por un gobierno de los trabajadores en vez de un gobierno de izquierda como mostró el fracaso de esa estrategia en Grecia. Nosotros, la Organización Internacionalista Revolucionaria (RIO), sección alemana de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional, queremos contribuir a la construcción de un partido así, siguiendo el ejemplo de los bolcheviques que hace justamente 100 años llevaron a la victoria la revolución socialista en Rusia y construyeron el primer estado obrero. A partir de este objetivo, buscamos entablar una discusión profunda a base de experiencias conjuntas con todos los que vean esta necesidad.

Contra la derechización y la precarización: ¡Luchemos como en Francia!

Para luchar contra el giro a derecha no podemos confiar en las posiciones de Die Linke en el parlamento o en un posible gobierno. El ascenso del AfD demostró otra vez más que solo una alternativa combativa en las calles y en las empresas, universidades y colegios es capaz de frenar la derechización. Die Linke no ha organizado la lucha en los últimos cuatro años, ¿por qué lo haría ahora? Para enfrentar a la precarización tampoco podemos confiar en Die Linke. Su rol en el gobierno de Berlín como directo adversario de las luchas obreras es prueba de esto.

Un ejemplo de cómo realmente podemos enfrentar a la precarización es la huelga general que sacudió Francia este 12 y 21 de septiembre. Allá, miles de trabajadores se plantan en la calle contra el impopular presidente Emmanuel Macron. Si se construye el movimiento desde abajo, uniendo a los diferentes sectores en la lucha y sin dejarse dividir por las variantes capitalistas, podrán derrotar los planes anti-obreros. Por eso decimos: para enfrentar la derechización y la precarización, tenemos que luchar como en Francia. Llamamos a anular el voto, escribiendo en la boleta la consigna: Contra la derechización y la precarización: Luchemos como en Francia.