En un clima marcado por el descontento social, corrupción en todos los niveles del gobierno y un presidente que firma pactos secretos con Trump, fueron llamados a las urnas para la segunda vuelta electoral (balotaje) los más de ocho millones de guatemaltecos que están en facultad de emitir su voto.
Lunes 12 de agosto de 2019
Las elecciones transcurrieron con relativa normalidad, se denunció la compra de votos y el acarreo, pero fueron abanderadas por un abstencionismo que se acrecentó de la primera vuelta con el 61% de participación a la segunda con apenas un 38% de sufragios.
El abstencionismo es una figura recurrente en las elecciones de Guatemala y sobre todo en balotaje.
El presidente del Tribunal Supremo Electoral, Julio Solórzano, salió a dar un rueda de prensa dos horas antes del cierre de casillas llamando a ejercer el voto, debido a que podía ser la elección con mayor abstencionismo registrado en la historia.
Estas elecciones arrojaron como ganador con el 58% a Alejandro Giammattei del partido de centro derecha, Vamos por una Guatemala Diferente que contendió contra Sandra Torres de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).
Giammattei es conocido por haber estado encarcelado debido a la “Operación Pavo Real”, que tenía como objetivo recuperar el control de la Granja Penal de Pavón, cuando él fungía como jefe del sistema penitenciario.
La operación se calificó como un éxito ante la población y los medios pero tres años más tarde una investigación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) sacaría a la luz que el verdadero objetivo de la “Operación Pavo Real” fue la ejecución extrajudicial de varios presidiarios que se consideraban como mafiosos que controlaban el penal.
Esta investigación puso a Giammattei tras las rejas durante diez meses, a pesar de que intentó evitar el arresto fugándose a la embajada de Honduras y pidiendo asilo político cuando se comprobó su supuesta inocencia.
La situación en Guatemala es crítica: gran parte de la población vio cómo se fue degradando su nivel de vida y se avanzó en el desmantelamiento de servicios públicos como educación, infraestructura y salud. La profunda crisis del gobierno de Jimmy Morales se dio por estar envuelto en múltiples casos de corrupción, tanto él como su familia, a lo cual se suma el desgaste de los partidos tradicionales.
Además, apenas el 26 de julio pasado cerró un pacto de índole bastante dudosa con Trump para convertir a Guatemala en un Tercer País Seguro -que si una persona migra desde otro país centroamericano hacia Estados Unidos, debe solicitar primero asilo en Guatemala.
Es decir, trabajar como otro peón de Trump en el plan del imperialismo estadounidense para frenar la migración hacia ese país, cuando 1.5% de la población guatemalteca partió en busca del sueño (o mejor dicho pesadilla) americano durante los primeros seis meses de 2019.
Sobre este tema el conservador Giammattei declaró en una entrevista que buscará la manera de negociar con el mandatario estadounidense las mejores condiciones del acuerdo.
Los guatemaltecos ante estas declaraciones tienen un panorama bastante oscuro.
A pesar de las amplias críticas a nivel nacional e internacional al pacto de tercer país, que incluyen haberse saltado al parlamento, el nuevo presidente logra con esta declaración hacer saber a los Estados Unidos que su acuerdo seguirá en firme. Y apunta a que el nuevo gobierno buscará los intereses de Washington por encima de los millones de guatemaltecos que no tienen acceso a las condiciones mínimas de bienestar.
El abstencionismo también da muestra del hartazgo social ante la impunidad y la corrupción que vive este país centroamericano desde hace décadas que genera crisis económicas y empuja a miles a cruzar México para intentar llegar a cumplir el sueño americano.