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Red Internacional
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Análisis político. Elecciones se darán en medio de crisis de suministros y descrédito de partidos políticos

La dinámica electoral que vive el país no se da en un vacío, sino que se da en el marco de la imposición de la agenda del FMI en la vida social y el clima político y social de la pandemia. El costo de la vida, el desempleo y la corrupción se convierten en los principales temas de preocupación y la aprobación del Gobierno se viene abajo. En febrero se calcula que la crisis de suministros estará en su punto alto, con la inflación consecuente y, una vez más, habrá que escoger por el menos malo.

Jueves 25 de noviembre de 2021

Elementos de crisis de legitimidad del sistema de gobierno

La encuesta del CIEP de la UCR de Octubre pasado señalaba que las dos terceras partes de las y los electores que dicen no sentirse bien representados por los actuales políticos del país. La misma encuesta en Noviembre señala que un 78% de los encuestados estima que el dinero del narcotráfico afecta mucho a la “democracia” costarricense. En Noviembre el 71% de los encuestados evalúa negativamente la gestión del Gobierno.

A pesar de contar con 26 candidaturas a presidencia y prácticamente el doble de partidos inscritos para la elección de diputados, la cantidad no es índice de calidad en este caso, menos aún tomando en cuenta el carácter antidemocrático de la elección, diseñado para que ganen partidos que defienden los intereses de los más ricos y del capital transnacional, mientras que para trabajadores y pueblo pobre la inscripción es muy difícil.

Las últimas encuestas del CEIP de la UCR sobre la intención de voto y el perfil de las candidaturas ayuda a comprender el escenario político actual. La principal masa de votantes por mucho son las personas indecisas, que constituían en Octubre el 48% y en Noviembre sube al 53%.

Específicamente sobre la intención del voto, apenas el 19% se inclinaba por José María Figueres en Octubre y un 13% en Noviembre, el 8% y el 10% por Lineth Saborío, el 5% y el 4% por Fabricio Alvarado y el 4% y el 6% por José María Villalta.

Aún cuando en las últimas elecciones prácticamente ninguna encuesta ha acertado el comportamiento electoral en el país y por ello mismo es probable que estos datos cambien en muchos sentidos, parece sin embargo probable que haya una segunda ronda entre fuerzas minoritarias, tal vez similar a la última elección en Perú, a menos que haya algún cambio brusco en el escenario político que termine por favorecer decisivamente a alguna de las candidaturas.

No puede pasar desapercibido que en Octubre el 92% de las personas entrevistadas estaba a favor de un cambio por oposición al 5% que prefiere la continuidad. Además dos terceras partes señalan que no se sienten bien representados. De manera interesante entre los indecisos el grupo predominante son las mujeres entre 18 y 34 años, de las áreas costeras de Guanacaste y Limón, que tienen mucha preocupación por la corrupción. Estamos hablando del “sujeto social” potencial de la marea verde internacional, en las provincias más pobres y donde el embate neoliberal ha pegado más fuerte, con entrega de tierras a empresas turísticas internacionales en el caso de Guanacaste y con la apertura del muelle de Moín en el caso de Limón, así como dos de las provincias más pobres del país.

Sumado a lo anterior se debe prever que la crisis internacional de suministros golpeará al país en el primer trimestre del próximo año de manera más fuerte. Desde ya esto hará más caro el costo de la vida para grandes masas que de por sí han sobrevivido como han podido la ola de desempleo impuesta por el Gobierno, los diputados y los patronos con la excusa de defender el empleo (!) durante la pandemia. Es sobre todo por este hecho que no se deben descartar cambios bruscos e irrupciones de masas en la política nacional en los próximos meses antes de la elección de febrero.

De conjunto, parece que estamos ante una elección en donde las tendencias a la crisis de hegemonía se profundizarán, se podría generar una polarización mayor y por tanto también las tendencias al bonapartismo, sea a través de candidatos o instituciones, podrían fortalecerse.

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Cómo la ve la clase trabajadora

La previsible aprobación de la Ley de Empleo Público en los próximos días es el mejor ejemplo de cómo las orientaciones de las directivas sindicales, del Frente Amplio y de Vanguardia Popular, han contenido y desviado los procesos más álgidos de movilización obrera y popular, como la huelga del 2018, las rebeliones estudiantiles de secundaria y universidad en 2019 y la proto rebelión del 2020. Estas direcciones sindicales y partidos han sido el principal obstáculo para la clase trabajadora que ha demostrado ya suficiente fuerza como para imponerle condiciones al débil Gobierno de Alvarado.

Esta contención y desmovilización ahora se acompaña de llamados demagógicos de José María Villalta, que está prometiendo por ejemplo convertir al país en ejemplo mundial de renovación de fuentes de energía, algo totalmente descabellado dentro de los márgenes del capitalismo débil y semicolonial costarricense precisamente en un momento donde una perspectiva científica sólida es necesaria para comprender el conjunto de relaciones humanas mundiales que es necesario cambiar para contener y revertir los efectos de la producción capitalista sobre el medio ambiente.

Por el lado de Vanguardia Popular, la defensa que hacen del gobierno de Ortega anuncia que en el fondo son una corriente a favor de asesinar opositores políticos tal y como ha sido la histórica práctica del stalinismo, en favor de un discurso nacionalista tras la búsqueda incesante desde hace casi un siglo de una supuesta burguesía progresista nacional que llevará al país al primer mundo del desarrollo capitalista, la misma lógica de “etapas” con que el stalinismo ha derrotado todas y cada una de las revoluciones obreras y populares en que ha participado. Cierto que la búsqueda de esa supuesta burguesía progresista nacional la ha ejemplificado en los últimos años el Frente Amplio, motivo por el cual durante años depositaron confianza en el PAC, el resultado fue Patricia Mora en el Gobierno del FMI con Alvarado a la cabeza.

La combinación de estos hechos políticos y económicos ha generado una suerte de desánimo en sectores organizados sindicalmente, pero por otro lado plantea la posible emergencia de los sectores más empobrecidos durante la pandemia para tomar parte en los asuntos políticos del país. Por ello no es extraño apreciar dentro de las voces de la clase trabajadora posiciones nuevas, como por ejemplo elementos de rechazo al Frente Amplio y exigencias a las direcciones sindicales (incluida Vanguardia Popular), un rechazo grande al PAC y ninguna o baja confianza en los partidos de derecha, cuyo programa obviamente no va a solventar las necesidad más agudas de las masas trabajadoras. La masa de indecisos podría estar dentro de este sector empobrecido durante la pandemia.

En medio de la crisis de hegemonía en que se dan estas elecciones y con una situación económica, política y social de crisis que todavía no se ha recuperado de la pandemia, e incluso con la posibilidad de nuevas olas de contagio de Covid, el escenario inmediato es de inestabilidad que se reflejará en las elecciones.

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Una posición de izquierda

Es fundamental que a manera de trabajos preparatorios para un gobierno de las y los trabajadores la izquierda obrera y socialista, la izquierda que desea una revolución socialista de las masas trabajadoras y populares, tenga capacidad de incidencia en caso de que enfrentemos escenarios más radicales de luchas de clases en el futuro. La campaña tanto del Partido de los Trabajadores (PT) como del Nuevo Partido Socialista (NPS) deben estar al servicio de este objetivo.

El Frente de Izquierda y de los Trabajadores en Argentina, que ha obtenido más de 1 200 000 votos y ganado cuatro diputados, es un ejemplo en el terreno electoral de la importancia de espacios de militancia conjunta que apunten en el sentido de un gobierno de los trabajadores; es un ejemplo porque no en cualquier lugar del mundo la izquierda obrera y socialista es tercera fuerza política, en pugna contra el peronismo, contra la derecha neoliberal y contra otras variantes más radicales de derecha. Es una posibilidad real pelear por la influencia de masas y el escenario político nacional costarricense se presta para ello.

Por lo anterior invitamos a convocar de manera conjunta un Foro de la Izquierda y de los Trabajadores, donde la militancia de izquierda, el activismo trabajador, la juventud precarizada, el activismo feminista y ecologista puede enriquecer el análisis político, impulsar las diversas luchas sociales de manera conjunta y militar también de manera conjunta con el objetivo, como decíamos arriba, de preparar un gobierno de trabajadores. Invitamos al PT, al NPS, al PRT, al MAPU, al MTC y activistas de izquierda para realizar un primer Foro sobre las elecciones y las tareas de la izquierda y después poder avanzar en la realización de otras actividades.

Es importante que un espacio de estas características sirva para debatir el programa político y la estrategia de la izquierda obrera y socialista a través de consignas como el No pago a la ilegítima deuda externa, contra el desempleo una jornada nacional de seis horas sin rebaja de salario, para que las horas sobrantes sean repartidas entre los desempleados, un plan de obra pública y vivienda digna que resuelva la necesidad de vivienda de los sectores más empobrecidos y también permita otorgar trabajo a personas desempleadas, cárcel y expropiación para los políticos corruptos, por una alternativa anticapitalista ante el cambio climático, por el derecho al aborto, por la exigencia de justicia ante los femicidios, etc. Este debate estratégico y programático es fundamental para superar las desviaciones electorales y sindicales de las organizaciones de izquierda del país, superando también la histórica marginalidad de la izquierda revolucionaria en Costa Rica.

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