El clima del mundo está cambiando. Las temperaturas se elevan, los desastres se vuelven cotidianos y el futuro de la humanidad pende, sin exagerar, de un hilo. ¿Quiénes son los responsables? Lejos un grupo claro y fácil de señalar, se trata del sistema de producción y acumulación dominante, movido exclusivamente por la búsqueda de ganancias.
Miércoles 3 de agosto de 2022
Al hablar del cambio climático es difícil no parecer alarmista. La temperatura del planeta ha ido creciendo significativamente desde la revolución industrial y si este aumento rebasa el intervalo de los 1.5°C a los 2°C respecto a la temperatura de la era pre-industrial las consecuencias serán catastróficas: extinciones masivas, desastres naturales cada vez más frecuentes y devastadores, escasez, hambre, y por supuesto, millones de desplazados y muertos. Se trata de un futuro literalmente apocalíptico, pero que no nace de la imaginación de nadie, sino del consenso científico, respaldado en todo tipo de investigaciones, modelos y evidencias recogidas alrededor del mundo.
La buena noticia es que existe y conocemos la forma de evitar ese futuro: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (como el CO2 o el metano) de nuestras actividades económicas y cotidianas, lo que implica cambiar radicalmente la forma en que producimos los bienes y servicios que consumimos a diario. Lamentablemente, la mayor parte de esa producción corresponde o se relaciona con la actividad empresarial, protegida en todas las legislaciones como asunto privado.
Si bien no faltan personas y organismos que hacen caer la responsabilidad por el cambio climático en el consumidor común, llamándonos a usar bicicleta, apagar las luces de nuestras casas, entre otras cosas, lo cierto es que las actividades que más emiten gases de efecto invernadero (GEI) están lejos de ser las actividades cotidianas de las y los trabajadores, encontrándose en primer lugar (provocando el 76% de todas las emisiones) todas las vinculadas al consumo de energía [1], como son:
- Generación de calor y electricidad (31.9%)
- Transporte (14.2%)
- Industria manufacturera y de la construcción (12.6%)
- Quema de combustibles
- Emisiones fugitivas
Muy de cerca se encuentra la agricultura y ganadería, provocando el 12% de las emisiones, y más atrás la industria química, del cemento y otros, con un 5.9% y los residuos, incluyendo vertederos y aguas residuales, provocando el 3.3%. Se trata de actividades productivas en que las y los trabajadores participan sólo como mano de obra, siguiendo los procedimientos previamente establecidos en la empresa para incrementar las ganancias de sus dueños. Tampoco se trata de los negocios de pequeños empresarios, como el comercio al menudeo, los puestos de comida, las barberías, ni nada semejante, son los negocios de los más ricos, de la burguesía capitalista.
Con lo anterior en mente no es nada extraño que un informe de Oxfam [2] haya dicho que el 10% más rico de la población es responsable del 50% de las emisiones. No sólo son los dueños de las empresas que contaminan, sino también las personas con el mayor poder de compra del mercado. Y la tendencia general es que a más riqueza más emisiones: la misma Oxfam informó también que el 1% más rico emite el doble de GEI que la mitad más pobre, es decir, el doble que 3100 millones de personas.
Si nos preguntamos por los responsables, es fácil tener a quien señalar, sin embargo, el problema va más allá de unos cuantos individuos. Para empezar, ¿por qué existe un 1% más rico? Es el sistema de producción dominante el que lo permite: el capitalismo. Es este sistema, basado en la propiedad privada de los medios de producción, el que permite a un pequeño grupo de personas lucrar con el trabajo ajeno y someter a millones a sus decisiones. El 1% puede cambiar, y de hecho ha cambiado varias veces a lo largo del tiempo. Nombres como el de Bill Gates, Jeff Bezos o Elon Musk eran desconocidos hasta hace algunas décadas, pero el sistema, el capitalismo, ya existía antes que ellos, y con él, el 1%, la desigualdad y la emisión desmedida de GEI a la atmósfera.
Ya desde 1820, el matemático francés Fourier advirtió que algo estaba elevando la temperatura de la Tierra. 40 años después, en 1860, el irlandés John Tyndall mostró que el CO2 atrapa el calor. En 1896, el químico sueco Svante Arrhenius cuantificó el CO2 que elevaba la temperatura del planeta por primera vez. Hace ya más de un siglo que se comenzó a advertir que quemar carbón podía causar un “incremento notable” en los niveles de CO2. Pero no fue hasta 1965 que el presidente estadounidense, Lyndon Johnson, reconoció los cambios en la atmósfera, y hasta 1988 que alguien como Margaret Tatcher reconociera al cambio climático como un problema que requería de acciones internacionales. Sin embargo, hasta la fecha, y con mucho discurso y organizaciones políticas de por medio, las acciones, como la búsqueda de un capitalismo verde o un "Green New Deal" han sido insuficientes o se han quedado sólo en palabras.
De acuerdo al sexto informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), a menos que se alcance un nivel neto de cero emisiones para 2050, la temperatura mundial superará el límite de los 1.5°C en este siglo [3]. Para ser exactos, dicho límite será superado dentro de 6 años con 358 días según el reloj climático [4], lo que implica que no solo estamos ante una emergencia climática, sino que la enfrentamos contra reloj.
¿Qué están haciendo los gobiernos para atenderla? Naturalmente, defendiendo los intereses de la clase dominante, de la gran burguesía que mencionamos. En el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania, que estalló en medio de la incompleta recuperación de la crisis dejada por la pandemia de Covid-19 y la crisis de la hegemonía de los Estados Unidos, países como Alemania han decidido dar marcha atrás a sus viejos compromisos ambientales y rehabilitado sus plantas de generación de electricidad a partir de carbón, mientras el parlamento europeo, tras haber impulsado enormes inyecciones de dinero a las empresas más contaminantes de la región, aprobó definir al gas natural como energía verde [5].
Tan lamentable respuesta de los gobiernos capitalistas ante una crisis que pone en peligro a toda la humanidad hace evidente que no podemos esperar nada de ellos. Es la fuerza de la clase trabajadora la que puede frenar y transformar esta forma de producción, y ya hay ejemplos del poder de fuego de la clase para pararle la mano a las empresas contaminantes, como el caso del apoyo a la huelga contra el cambio climático por parte de refinadores de Grandpuit en Francia, que declararon: "Puede parecer extraño ver a los refinadores en medio de los ecologistas [...] Pero trabajamos en una refinería porque es la única forma que hemos encontrado para alejarnos de la precariedad [...] Es necesario que la juventud, con el movimiento climático, se acerque a los trabajadores que tienen en sus manos los medios de producción, y que pueden paralizarlos para imponer una relación de fuerzas a la patronal" [6]
Es necesaria una transformación radical de la manera en que producimos los bienes y servicios que requerimos en nuestras vidas, y dicha transformación sólo puede ocurrir atentando contra la propiedad privada de los burgueses, para imponer un plan de conjunto, elaborado con la participación activa de las y los trabajadores junto a todo tipo de científicos y especialistas que contemple sus necesidades y la conservación del medio ambiente. Sólo así, poniendo fin al sistema capitalista de producción, es posible salvar el planeta. Si el capitalismo destruye el planeta, tenemos que destruir al capitalismo.
[1] Cuatro gráficos que explican las emisiones de gases de efecto invernadero por país y por sector: https://wrimexico.org/bloga/cuatro-gr%C3%A1ficos-que-explican-las-emisiones-de-gases-de-efecto-invernadero-por-pa%C3%ADs-y-por
[2] El 1% más rico de la población emite más del doble de carbono que la mitad más pobre de la humanidad: https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/el-1-mas-rico-de-la-poblacion-emite-mas-del-doble-de-carbono-que-la-mitad-mas-pobre-de
[3] Nuevo informe científico enciende las alarmas del calentamiento global. https://www.laizquierdadiario.com/Nuevo-informe-cientifico-enciende-las-alarmas-del-calentamiento-global
[4] Reloj climático. https://climateclock.world/
[5] Emergencia climática: los responsables. https://desinformemonos.org/emergencia-climatica-los-responsables/
[6] La lucha climática en Francia: “¡Fin del mundo, fin de mes = el mismo sistema, un mismo combate!” https://www.izquierdadiario.es/La-lucha-climatica-en-Francia-Fin-del-mundo-fin-de-mes-el-mismo-sistema-un-mismo-combate