Datos oficiales. Empleo en Jujuy: una leve recuperación bajo el signo de la precarización

El Indec dio a conocer el informe sobre el “Mercado de Trabajo” donde se destaca un retroceso en los niveles de actividad y empleo durante el segundo trimestre del año respecto del primero en todo el país.

El desempleo durante este período disminuyó al 9,6% por “efecto desaliento” (se deja de buscar empleo porque hay menos oportunidades laborales).

Las causas de este comportamiento del empleo se encuentran en la limitada recuperación de la economía –que no recuperó aún los niveles pre pandemia- luego del derrumbe del año pasado (-9.9% cayó el PBI).

Una diferencia con estos datos muestra la dinámica del empleo en Jujuy donde según el informe oficial las tasas de actividad y empleo suben; mientras la tasa de desempleo baja durante el segundo trimestre respecto del primero. Se ubican en 47,1, 44 y 6,5 por ciento respectivamente.

El nivel de empleo asalariado privado registrado tuvo una tenue recuperación durante el segundo trimestre pero aún se encuentra por detrás de los niveles pre pandemia (59474 vs 58329) según el informe oficial del SIPA.

Si consideramos la recuperación del empleo en el período comparado, incluso sabiendo que el Indec toma una muestra que subestima los datos totales, hay 5000 nuevos ocupados. Pero comparando con la evolución del empleo asalariado registrado que fue de 1872 (entre el primer y segundo trimestre del año), hay una diferencia de considerable que muestra que se trata de nuevo empleo no registrado y/o cuentapropista.

Esta leve recuperación del empleo en base a más precarización laboral ocurre dentro de una estructura de empleo donde predomina la informalidad y la segmentación o división de la clase trabajadora. Y los bajos salarios. Jujuy tiene el mayor porcentaje del país (28,1%) de los ocupados que buscan otro empleo porque no llegan a fin de mes.

Según el ministerio de Trabajo de Nación el 52% de los asalariados están en negro al igual que el 79% de los cuentapropistas. Existen 76.360 trabajadores inscriptos en el Registro Nacional de la Economía Popular. Este sector que no accede al mercado laboral y sobrevive de ayuda del Estado y mediante todo tipo de changas, representan, ni más ni menos, el 20% de la PEA (que mide el ministerio de Trabajo de Nación).

Otro dato de la fractura laboral se encuentra en los 47.878 titulares de tarjetas alimentar que junto a sus hijos representan a 74.251 personas.

Esta profunda división de la clase trabajadora solo favorece a los grandes empresarios que obtienen así mayores ventajas al momento de fijar condiciones laborales a la baja. La juventud incluso es la que más sufre estas consecuencias con el 90% trabajando en negro, igual situación reviste el personal doméstico.

Mientras los dueños del país y sus partidos agitan la necesidad de una reforma laboral que profundice la pérdida de derechos bajo la zanahoria de así “crear empleo”, como por ejemplo ahora quieren aplicar en Toyota –bajo el acuerdo del SMATA-, el Estado a través de las organizaciones sociales contiene a millones de desocupados en lo que denomina la “economía popular”.

Superar la profunda fractura en la clase trabajadora solo puede ser una tarea a pelear en cada lugar de trabajo y en los barrios junto con la izquierda. Se trata de poner un pie la unidad de la única fuerza social que puede dar vuelta todo y reorganizar el empleo y la economía mediante la reducción de la jornada laboral, el reparto de las horas de trabajo, con un salario mínimo igual a la canasta familiar, poniendo el último avance de la tecnología en función de reducir la jornada laboral y no de la ganancia capitalista.