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Red Internacional
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FALCON: SUSPENDEN PROGRAMA POR PRESIONES DE LA CABLERA INTER. Empresa privada y censura

El periodista Pedro Colina Depool anunció la suspensión “hasta nuevo aviso” de su programa local, producto de las presiones de la empresa a los dueños del canal, luego de que aquel elevara las denuncias sobre el pésimo servicio prestado por la misma.

Martes 20 de febrero de 2018

Foto: Twitter Juan José Manaure @manaure_juanjo

“Si cae la Mordaza, es más fácil romper las cadenas”
Alí Primera.

Falcón. El periodista Pedro Colina Depool y su co-conductor Juan Manaure anunciaron este lunes 19 de febrero la suspensión “hasta nuevo aviso” de las transmisiones del programa televisado local “Lo que se dice” por Falconía, indicando entre los motivos de esta decisión, la queja que recibieron los dueños del canal por parte del Gerente de la empresa Inter contra el mencionado programa.

Cuando la libertad de empresa sanciona la libertad de prensa

Los conductores a través de su programa (que cuenta con doble transmisión diaria en Falconía), emitieron el pasado viernes 16, un llamado al gerente de Inter, para que compareciera ante la colectividad de usuarios, quienes constantemente elevan sus denuncias al programa molestos por el mal servicio prestado por la empresa.
La reacción del ofendido gerente fue dirigir a la directiva del canal sus molestias contra los conductores del programa, cabe destacar que la señal de Falconía se transmite a través de la compañía Intercable (perteneciente a la corporación Inter), lo cual explica las presiones ejercidas desde esta posición de poder sobre los directivos del canal donde se transmite el programa. Un burdo mecanismo de censura y chantaje. ¡De este modo la empresa afronta su problema con la opinión pública: silenciando al periodista!

La mordaza contra periodistas y medios cuando levantan reclamos populares es asunto altamente repudiable, no solamente cuando viene de la mano del Estado (cosa que hemos ya condenado por este medio), sino especialmente cuando se trata de acallar reclamos dirigidos por el pueblo contra los dueños de algún poder económico y comunicacional, y con mayor razón cuando los satélites, equipos, estudios, imprentas, papel, tinta, parecen estar más alejados que nunca de los reclamos y luchas obreras y populares.

De esta exhibición de autoritarismo empresarial puede dilucidarse la hipocresía del discurso derechista que aboga por un futuro de libertades democráticas, progreso social y salida de la corrupción de la mano de la iniciativa privada en un eventual gobierno de empresarios, puesto que solo son los mezquinos intereses de ganancia de una empresa deficiente con sus correspondientes razones de estabilidad personal las que deciden qué programación debe permitirse y qué programación debe declinar.

Desde estas líneas nos solidarizamos con los periodistas censurados, al tiempo que reivindicamos la importancia de ampliar tanto como sea posible en las difíciles circunstancias actuales, el marco de libertades democráticas, de expresión y manifestación, como el medio más favorable para que los trabajadores y el pueblo pobre pueda desplegar todo su potencial revolucionario.