El día de ayer se aprobó en la Cámara de Diputados el proyecto de royalty minero para el cobre y el litio. El proyecto que establece un tributo del 3% a las ventas del cobre y el litio, ha causado polémica en el mundo empresarial y en el Gobierno con declaraciones tan irrisorias como el “no tener más minería en Chile”. Si los empresarios de la gran minería plantean y amenazan con que no habrá más minería o inversión y con ello la pérdida del trabajo, entonces, habría que instalar la discusión y lucha por la expropiación sin pago y nacionalización de las mineras de cobre y litio bajo gestión obrera y de las comunidades.
Viernes 7 de mayo de 2021
El proyecto aprobado en la Cámara de Diputados, que establece el 3% a las ventas del cobre y el litio, contempla la compensación que se realice a todas las sustancias minerales concesibles y la explotación de recursos naturales no renovables- en que un 25% deberá ser destinado a un Fondo de Convergencia Regional para financiar proyectos de desarrollo regional y comunal, mientras que el 75% restante será para financiar proyectos que contemplen medidas de reparación, mitigación o compensación de los impactos ambientales provocados por la industria minera-, avanzó al Senado.
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El plan aprobado con 78 votos a favor y 55 en contra, ha causado polémica en el mundo de las grandes firmas mineras privadas. Lo vimos a principios de abril con las declaraciones del presidente de Antofagasta Minerals (AMSA), brazo minero del grupo Luksic, quien en contra del royalty planteó que operaciones como Antucoya “con impuesto a las ventas y bajos precios, tendrían que endeudarse o pensar en una suspensión”. Un descaro total en momentos en que AMSA está de fiesta en la bolsa pasando de valer US$11.000 millones a US$25.000 millones en el primer año de pandemia.
A esto se sumó el presidente ejecutivo de la imperialista Barrick Gold, Mark Bristow, alertando que un mayor “control” estatal de los recursos de la minería podría alejar la inversión, y que las compañías mineras podrían buscar otros países ricos en mineral para no ver afectada las ganancias.
Otro descarado fue Diego Hernández, presidente de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI), quien plantea cuestiones tan descabelladas como que las compañías mineras no podrán aguantar estos niveles de tributos e incluso que de salir el royalty, Chile podría “no tener más minería”.
La burguesía ligada a la explotación de la gran minería privada del cobre, también respalda el “peligro” de un royalty a partir del informe del Banco Barclays, el cual el día martes expresaba que esto pondría en riesgo la inversión en la minería del cobre en Chile. Y es que estos sectores buscan de cualquier manera bloquear un derecho tan mínimo como lo tienen otros países en el mundo, como el compensarlos por la explotación de recursos no renovables y que esto se vea reflejado en mayores garantías a través del tributo al territorio donde se encuentran operando.
En esa misma línea, Joaquín Villarino, presidente del Consejo Minero, que agrupa entre las compañías mineras privadas transnacionales y nacionales, las 10 más importantes (GMP 10), llamó a los políticos a rechazar el proyecto. Por su parte, el biministro de Minería y Energía, Juan Carlos Jobet, jugó en la Cámara sus cartas para rechazar el proyecto, ya que para “las pobres” grandes mineras privadas el royalty “busca elevar esa carga (40,3%) a 82%. Con este proyecto, las compañías tendrían que tributar el doble en Chile que en los otros países líderes de la industria".
Hasta dónde puede llegar el descaro, la avaricia y ambición de los grandes empresarios de la minería del cobre, que no les bastó con llevarse y saquear US$114.000 millones en el período del 2005 al 2014, para buscar atemorizar sobre todo a los sectores de la clase obrera minera con posibles suspensiones, falta de inversiones y con ello el supuesto término de la minería del cobre como lo dicen desde la SONAMI. Declaraciones tan irrisorias, que parecieran sacadas de una revista cómica, son las que señalan estos magnates, afirmando que sería imposible pagar un impuesto del 3% a la venta de estos recursos. Esto es concreto. En el caso de mantenerse los altos niveles del precio del cobre que llega a los históricos, este tributo sería 39 veces menos del valor de lo que llegaría a vender, por ejemplo, una minera como Minera Escondida de BHP. Si tomamos los valores del precio del cobre durante el año 2020 y las toneladas de cobre que produjeron las y los trabajadores en esa compañía durante su último año fiscal [1], Escondida se quedaría con US$8.362.541.461 de las ventas, mientras que el 3% de esa venta alcanzaría los US$258.635.302,893.]
Si se pierden las inversiones o suspenden faenas, la solución es la nacionalización y gestión obrera de la minería estratégica
Las y los trabajadores, junto a nuestras familias, no tenemos porqué soportar o temer ante las declaraciones de los grandes empresarios del cobre, que durante 30 años han saqueado nuestros recursos naturales, llenando sus arcas con cientos de miles de millones dólares durante estas décadas, mientras nuestras familias y el conjunto de la población siguen sin derecho a cuestiones básicas como la vivienda, educación, salud, pensiones acorde a los costos de la vida y más encima enfermándonos, porque a las firmas no les interesa invertir por costo en tecnología que no impacte nuestra salud y medio ambiente.
En los años del súper ciclo del cobre, entre el 2004-2014, así como en los momentos de desaceleración del precio del metal rojo, siempre salen ganando los mismos, y quienes trabajamos no vemos mejoras en momentos de precios elevados del mineral y en momentos de bajas, pagamos con despidos, flexibilidad y precarización las reducciones de costo que llevan los empresarios adelante.
Ahora, cuando el cobre vuelve a retomar sus precios históricos, llegando a los US$4,54 rozando los US$4,6 del año 2011, los capitalistas buscan seguir quedándose con todo, y muestran que están dispuestos a inventar incluso que nos podríamos quedar sin minería por un impuesto tan mínimo como el royalty del 3%, algo totalmente descarado y escandaloso, sobre todo cuando empresarios como Luksic y BHP han doblegado sus fortunas en medio de la pandemia, mientras son nuestras familias la que siguen pagando los costos de la crisis sanitaria.
Si los grandes empresarios del cobre y el litio, buscan amenazar con que perderemos el trabajo, que no habrán inversiones y, por lo tanto, que llegarían ciertas mineras a cerrar o suspender, tenemos una alternativa por la cual podríamos luchar. Esa alternativa sería que confiando en nuestras fuerzas y organización, tener la perspectiva de conquistar la expropiación sin pago y nacionalización de la industria minera y estratégica del cobre y el litio, bajo gestión de las y los trabajadores junto a las comunidades. En medio de la crisis sanitaria, se ha comprobado que los esenciales somos nosotras y nosotros, la clase obrera, la que mueve el mundo y que sabe cómo funcionan los engranajes de la producción que sostiene la economía a nivel mundial. La pandemia demostró nuevamente que las y los trabajadores no necesitamos de los empresarios para producir, pero si que son ellos lo capitalistas que necesitan de nuestras manos para crear, mantener y aumentar sus ganancias.
Por lo tanto, tenemos la fuerza, pero tenemos que organizarla, sobre todo en medio de un proceso constituyente que comienza a develar sus trampas a través de estos hechos. Los empresarios del cobre y el litio no nos entregarán los recursos porque una convención lo vote, menos si en ella no se pueden tocar los tratados internacionales. Lo que necesitamos es confiar en nuestras fuerzas con vista en volver a ponerlas en movimiento, para conquistar las demandas que desde octubre del 2019 aún no han sido resueltas, y que los empresarios con sus políticos claramente impedirán su conquista, estando dispuestos a defender con todo sus intereses y ganancias.
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[1] 1.185.000 tons = 2.612.477.807 libras; a US$3,3 la libra da un total de US$8.621.176.763,1; el 3% de esa venta son US$258.635.302,893.