La derecha rabiosa ataca: uno de los políticos cuestionados por recibir sobornos para aprobar la reforma energética critica a AMLO por “destruir la economía” y desalentar la inversión. ¿Quién destruye qué?
Martes 24 de noviembre de 2020
En un nuevo video Anaya continúa sus cuestionamientos contra el gobierno de López Obrador. Señala que los empresarios perdieron la confianza para invertir y que el gobierno no ha financiado ni a empresas ni negocios durante la pandemia.
“Según AMLO no hay crecimiento económico pero sí hay bienestar. ¡FALSO! No hay un solo país en el que los niveles de bienestar hayan mejorado SIN crecimiento. Destruyó la economía: a) Espantando la inversión b) Manejando pésimo la pandemia” afirma en su video.
La herencia del PRI y del PAN
Lo que olvida el ex candidato presidencial de la coalición del PAN-PRD para 2018 es que el crecimiento económico desde 1985 en adelante, cruzado por varias crisis -1985, 1986-1987, 1994-1995, la que inició en 2008- fue entre magro y raquítico: con De la Madrid 0.35 %, con Salinas 3.90 %, con Zedillo 3.6 %, con Fox 2.30 %, con Calderón 2.2 %, con Peña Nieto 2.7 %.
Fueron años en los que se sucedían devaluaciones de la moneda, del empleo, de los salarios. Desde 1985 se liberalizó el comercio exterior. En 1994, en el marco de una crisis, se firmó el TLCAN y se profundizó el desarrollo de la economía dependiente donde la exportación de manufacturas a EEUU fue adquiriendo cada vez más relevancia, hasta llegar a que hoy el 80 % de las exportaciones van al vecino del norte.
En el medio se produjo el proceso de privatizaciones, en el cual Salinas de Gortari benefició a empresarios mexicanos como Carlos Slim, hoy uno de los hombres más ricos del mundo.
Pero más allá de si gobernara el PRI o el PAN -con Fox y Calderón- siempre los grandes perdedores fueron las y los trabajadores. Desde diciembre de 1987 hasta octubre de 2017, la pérdida acumulada del poder adquisitivo de las y los trabajadores en treinta años llegó al 80.08 %, según el Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM. Durante esas décadas gobernaron priistas y panistas.
Fueron el tricolor y el blanquiazul los responsables de la imponer la precarización laboral con la reforma laboral y la educativa, de la entrega de recursos del país con la reforma energética, de la militarización y la guerra contra el narcotráfico que dejó cientos de miles de personas muertas y desaparecidas.
Austeridad republicana y pandemia
La situación empeoró durante la pandemia. A pesar de la distribución de los planes asistenciales, durante esta crisis -con un mal manejo de la covid-19- el gobierno de AMLO avaló recortes salariales y millones de despidos en el sector privado, y los aplica en el sector público, a las y los trabajadores estatales precarizados, contratados por temporadas, por honorarios y otras figuras perversas para negar prestaciones y estabilidad laboral.
Sin embargo, definitivamente, a pesar de los discursos histriónicos del joven panista o de que la alianza de los gobernadores alce la voz, la derecha no es la salida ante la crisis económica, sanitaria y social que estamos viviendo.
Es lógico que Anaya y los gobernadores de la derecha quieran postularse como los mejores garantes de los negocios capitalistas, anhelantes de obtener sus tajadas de pastel. Por eso pide apoyo para empresas, cuando éstas aprovechan la crisis para dejar en la calle a millones de familias, para recortar salarios y prestaciones, todo con el aval del gobierno actual.
AMLO no defraudó a los empresarios. Forzó la reapertura de la economía sin que le tiemble el pulso. Declaró como actividades esenciales la construcción, la minería, la industria maquiladora. Permitió que cada fábrica se encendiera como nuevo foco de contagio y de muerte. Hasta ahora se mostró como el mejor servidor del saliente gobierno de Trump, persiguiendo y hostigando migrantes por órdenes de la Casa Blanca.
Ni los exabruptos de la derecha ni la política antiobrera del gobierno de AMLO, que promete reformar el outsourcing pero mantiene en la precarización a las y los trabajadores estatales.
La clase trabajadora, las mujeres y la juventud necesitan su propio partido político, que vele por sus intereses, que luche por la unidad de las y los trabajadores de distintos sectores, sindicalizados y no sindicalizados, precarizados, informales, desocupados. Que levante un programa obrero de emergencia ante la crisis, porque nuestras vidas valen más que sus ganancias. Un partido revolucionario, anticapitalista y antiimperialista, que enfrente la “austeridad republicana” de AMLO, la tregua criminal de las direcciones sindicales con el gobierno y a los repudiados partidos patronales que quedaron en crisis tras la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
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