Más de un millón de niñas, niños y adolescentes en Argentina dejó de comer alguna comida -desayuno, almuerzo, merienda o cena- por falta de dinero, según un informe de UNICEF.
Jueves 11 de agosto de 2022 11:51
Frente a los reclamos de más recortes en el gasto público y tarifazos, que hacen desde Washington y los reclamos populares por trabajo e ingresos de emergencia para paliar el hambre, el gobierno ya eligió. De hecho, Massa ha sido felicitado por el FMI, recientemente, por asumir las riendas del ajuste.
Mientras el dólar se dispara, la inflación trepa a niveles insostenibles para los hogares del pueblo trabajador y se delinean los últimos retoques del tarifazo energético, Unicef informa que más de un millón de niños y niñas ya no reciben una de las comidas del día.
Los alimentos son los que más se encarecieron en los últimos meses, haciendo cada vez más difícil acceder a la canasta básica para los sectores populares. Pero las empresas alimenticias, lejos de verse afectadas por la crisis, son las que reportaron ganancias multimillonarias. Solo en el segundo trimestre de 2022, el emporio de Molinos Río de la Plata presentó un balance en el que acepta haber obtenido ganancias por más de 5 mil millones de pesos. Su dueño, el ex piloto de rally, Luis Pérez Companc, pertenece a la familia que posee la cuarta fortuna más grande de Argentina, calculada en 2700 millones de dólares.
Probablemente no haya mesa en Argentina, que no se sirva con algún producto del imperio de Pérez Companc que reúne las marcas más conocidas de fideos, harina, arroz, aceite... todos aquellos alimentos que abundan en las dietas pobres en proteínas y abundantes en hidratos de carbono, que son las que resultan más accesibles para millones de familias empobrecidas.
El informe de Unicef, justamente señala que, con la crisis económica, se observa una reducción del 67% en el consumo de carne y del 40% en la ingesta de frutas, verduras y lácteos. En el 50% de los hogares que reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH), la Tarjeta Alimentar, hogares numerosos, con jefatura femenina o endeudados, se dejó de comprar algún alimento por falta de dinero.
Pero a pesar de estos datos que exponen brutalmente la situación que afecta a las infancias en el país, hay gobiernos preocupados por sancionar a las familias donde haya menores que no concurran a la escuela. Abonan a la persecución de los más pobres, pero callan ante la durísima realidad que muestra este informe: "1 de cada 3 hogares no puede cubrir sus gastos corrientes y el 50% no puede solventar los gastos escolares, entre ellos la compra de libros y útiles".
En ese marco, la salud deja de ser un derecho para transformarse en un privilegio: "1 de cada 4 hogares dejó de ir al médico o al odontólogo, casi un 20% suspendió la compra de medicamentos."
¿Cómo se administra la vida cotidiana en medio de semejante situación de pronunciada desigualdad, empobrecimiento y falta de perspectivas? El informe de Unicef incluye, además, que más de un 30% de las personas encuestadas "tuvo que recurrir a ahorros o al pedido de dinero a familiares para poder hacer frente a necesidades básicas. Ante la falta de recursos, el 20% de los hogares recurrió al endeudamiento, principalmente con ANSES, con un crédito bancario o apeló a prestamistas informales, situaciones que ocasionan presiones adicionales sobre los ingresos disponibles."
La otra salida es el trabajo de adolescentes que dejan la escuela para apoyar a sus familias a ganarse el pan.
Desde el inicio de la pandemia y hasta la actualidad ’1 de cada 4 adolescentes realiza actividades orientadas al mercado y un 10% adicional busca trabajo.’
Que los únicos privilegiados son los niños, es un aforismo del pasado. En el gobierno del Frente de Todos, las infancias están excluidas y los únicos privilegiados son los de siempre: las grandes empresas con ganancias multimillonarias y los insaciables acreedores imperialistas que nos reclaman más "sacrificios" para pagar una deuda ilegítima por la que jamás nos consultaron.