Surge de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y señala que los niveles de gases de efecto invernadero, las temperaturas en superficie, el calor y la acidificación de los océanos, el aumento de nivel del mar, la capa de hielo marino de la Antártida y el retroceso de los glaciares no tienen precedentes.
Martes 19 de marzo 14:31
El informe de la OMM confirmó que 2023 fue el año más cálido desde que hay registros, con una temperatura media mundial cerca de la superficie de 1,45 °C (con un margen de incertidumbre de ± 0,12 °C) por encima de los niveles preindustriales de referencia (1750, los comienzos de la era capitalista). Este fue el decenio más cálido desde que hay registros.
Como promedio diario de 2023, casi un tercio del océano mundial se vio afectado por una ola de calor marina, lo que dañó ecosistemas y sistemas de alimentación vitales. Hacia finales de 2023, más del 90 % del océano había experimentado olas de calor en algún momento del año.
El conjunto mundial de glaciares de referencia sufrió la mayor pérdida de hielo jamás registrada (desde 1950), como consecuencia del deshielo extremo tanto en el oeste de América del Norte como en Europa, según datos preliminares.
La extensión del hielo marino antártico fue, con creces, la más baja de la que se tiene constancia, con una extensión máxima al final del invierno inferior en 1 millón de kilómetros cuadrados a la del año récord anterior, lo cual equivale al tamaño combinado de Francia y Alemania.
El número de personas que padecen inseguridad alimentaria aguda en todo el mundo se ha más que duplicado, pasando de 149 millones de personas antes de la pandemia de COVID-19 a 333 millones de personas en 2023 (en 78 países monitoreados por el Programa Mundial de Alimentos). Según el informe, los extremos meteorológicos y climáticos tal vez no sean la causa subyacente, pero son factores agravantes.
A su vez, los peligros meteorológicos siguieron provocando desplazamientos en 2023, poblaciones que son obligadas a emigrar como refugiados climáticos, ante lo cual los gobiernos imperialistas, que se benefician con las industrias extractivistas que generan la crisis, cierran sus fronteras, como se vio con la crisis de los inmigrantes en Lampedusa en 2023 y la política xenófoba de los gobiernos de Italia, Francia y otros de la Unión Europea. Lo mismo sucede en centro américa respecto a Estados Unidos, y en general en todo el mundo.
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La organización Periodistas por el Planeta ofrece una síntesis del informe. Allí incluye algunos datos contenidos relativos a América Latina y el Caribe:
- En 2023, la mayoría de las zonas terrestres fueron más cálidas que la media de 1991-2020. En América Latina, se registraron temperaturas inusualmente cálidas en México y América Central, así como en extensas zonas de América del Sur.
- En cuanto a las temperaturas de la superficie del mar, algunas zonas registraron un calor excepcional en relación con la línea de base 1991-2020. Ese fue el caso del Golfo de México y el Caribe.
- De julio a septiembre de 2023, la marca de El Niño fue claramente visible, con un nivel del mar por encima de la media, desde el Pacífico Tropical medio hasta las costas de América Central y del Sur.
- Igualmente, El Niño influyó en los regímenes de lluvias regionales: condiciones más secas de lo normal desde el sur de México hasta el norte de Sudamérica y condiciones más húmedas de lo normal en partes de Chile. De hecho, las regiones con un marcado déficit de precipitaciones fueron: el sudeste de Sudamérica, la cuenca del Amazonas y gran parte de Centroamérica.
Asimismo, señala que el informe dedica un capítulo a los impactos socioeconómicos. Para América Latina y el Caribe, se destacan los siguientes:
- La mayor pérdida económica registrada por un solo evento en 2023 fue la causada por el huracán Otis, que azotó la costa del Pacífico de México a finales de octubre. El huracán causó una destrucción generalizada en Acapulco y sus alrededores, con pérdidas económicas estimadas en unos 15 000 millones de dólares. Se le atribuyeron al menos 47 muertes y otros 32 desaparecidos, la mayoría en el mar.
- La sequía de larga duración se intensificó en muchas zonas de Centroamérica y el norte de Sudamérica. Entre las zonas de sequía más significativas se encuentra el norte de Argentina y Uruguay. Las precipitaciones de enero a agosto de 2023 fueron entre un 20% y un 50% inferiores a la media en gran parte del norte y centro de Argentina, y algunas regiones experimentaron su cuarto año consecutivo de precipitaciones significativamente inferiores a la media. En Uruguay, las reservas de agua alcanzaron niveles críticamente bajos, lo que afectó gravemente a la calidad del abastecimiento de los principales centros, incluido Montevideo, aunque la situación mejoró ligeramente a partir de agosto. Aunque las condiciones de sequía en las zonas subtropicales de Sudamérica se suavizaron a finales de año, la sequía se intensificó en muchas partes del interior del continente, incluidas amplias zonas de la cuenca del Amazonas. Ocho estados brasileños registraron las precipitaciones más bajas de julio a septiembre de 2023 en más de 40 años. El río Negro en Manaos alcanzó un nivel mínimo histórico (las observaciones comenzaron en 1902) el 26 de octubre, 0,93 m por debajo del récord anterior establecido en 2010.
- En 2023, una producción récord de maíz en Brasil compensó cosechas inferiores a la media en otras partes de Sudamérica debido a prolongados periodos de sequía, especialmente en Argentina, donde se espera que las condiciones de sequía provoquen un descenso del 15% en la producción de cereales en comparación con la media quinquenal. El regreso de El Niño en 2023 tuvo consecuencias adversas en todo el ciclo de cultivo del maíz en América Central y en las zonas septentrionales de América del Sur, donde el déficit hídrico y las altas temperaturas han reducido tanto la superficie de siembra como los rendimientos, con repercusiones negativas agravadas en la producción final, en particular para los pequeños agricultores y los hogares más vulnerables del Corredor Seco.
- Durante la segunda parte de la temporada, las tormentas tropicales y las lluvias torrenciales inesperadas perturbaron el crecimiento normal de los cultivos en algunas zonas cercanas a la costa del Pacífico de América Central. En Haití, la irregularidad de las precipitaciones estacionales, incluidos los períodos de precipitaciones de gran intensidad, contribuyeron a disminuir la producción de cultivos primarios.
Cuidado con estos informes, que contrabandean una falsa salida a medida de los mismos capitalistas que destruyen el planeta
Este tipo de informes, así como los que elabora el Panel Internacional sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) aportan registros y datos muy importantes para tomar el pulso del cambio climático, sus causas (emisión de gases de efecto invernadero por combustibles fósiles –petróleo, carbón, gas–, desforestación, cambios en los usos del suelo, los más importantes), impactos desiguales (recae mucho más sobre las mayorías trabajadoras y populares) y las medidas mínimas de adaptación que deberían tomar los Estados y gobiernos antes las nuevas condiciones. Pero al mismo tiempo ocultan el papel del capitalismo en la generación de la crisis, naturalizan que la salida solo puede venir de la mano del capitalismo verde (tanto, que el número de 1,5 grados que establece el Acuerdo de París como meta surge un compromiso entre no afectar el capitalismo y frenar el calentamiento, calculado por el economista neoliberal Nordhauss, algo a todas vistas es imposible).
Por esto, al mismo tiempo que muestran cifras alarmantes, plantean una transición energética del capital financiero internacional. Catastrofismo y falsas soluciones. Las COP (Conferencias de las Partes) también son una muestra de esta hipocresía, un gran circo dirigido al greenwashing del capital petrolero y otros (la última fue directamente presidida por uno de los principales magnates petroleros, y la anterior auspiciada por Coca Cola).
Por ejemplo, este informe incluye un apartado sobre "El estado de las finanzas climáticas", en el que detalla que a pesar de algunos avances parciales en el flujo de divisas dedicados a la adaptación o "mitigación", todavía falta. Y cuya conclusión, como "salida" del capitalismo verde frente a la crisis, plantea:
"De cara al futuro, todos los actores deben trabajar urgentemente para ampliar la cantidad y calidad del financiamiento climático. Las prioridades clave para garantizar más y mejor financiación climática incluyen: transformar el sistema financiero con énfasis en la financiación concesional y la eliminación de riesgos; acercar las necesidades climáticas y de desarrollo, aprovechando las sinergias para generar beneficios colaterales tanto para las personas como para la naturaleza; movilizar capital interno, con énfasis en políticas propicias y marcos regulatorios; y mejorar la disponibilidad y accesibilidad de datos granulares de calidad para medir y gestionar el progreso." (Subrayado nuestro).
Una gran hipocresía si se tiene en cuenta que justamente el mismo capital financiero que sigue promoviendo el negocio de los combustibles fósiles, la desforestación por agronegocio y todos los vectores del calentamiento, ya está fluyendo al mismo tiempo hacia los nuevos negocios de la "transición". Con las consecuencias a la vista: a más conciencia del problema, más aumentas sus causas: siguen abriendo pozos petroleros y de gas, mientras destruyen humedales para extraer litio para baterías de auto de lujo, por ejemplo.
Los grandes fondos de inversión como Black Rock, Vanguard, JP Morgan, Goldman Sachs, PIMCO, entre otros, así como el capital extractivista y los imperialismos (en nuestra región, el norteamericano en primer lugar) promueven la agenda extractivista del capitalismo verde mientras siguen calentando el planeta. Y sus socios políticos pelean por las migajas de la entrega, con el mecanismo de las deudas ilegales con el FMI como excusa.
En Argentina, mientras año año se multiplican y agravan las consecuencias: lluvias torrenciales, tormentas violentas, sequías, olas de calor, extensión geográfica y temporal de enfermedades como el dengue, etcétera, diferentes gobiernos y sectores políticos, desde los más "desarrollistas" (que venden que más extractivismo puede traer algún tipo de desarrollo), hasta los más abiertamente negacionistas, como el caso de Milei, coinciden en ofrecer los bienes comunes naturales del país para que el capital financiero internacional haga sus negocios. Sea hidrocarburos mediante fracking u offshore junto a Shell, Exxon, British Petroleum o Equinor, agronegocio con Dreyfuss, Cargill o Bioceres, megaminería con Barrik Gold, minería de litio con Livent y Alkem, la entrega extractivista de los bienes comunes naturales para conseguir divisas es la consigna. La flamante incorporación del excandidato a presidente por el peronismo Sergio Massa a las filas del fondo Greylock Capital Management es icónica al respecto. El contenido del proyecto de Ley Ómnibus y del DNU que envío Milei al congreso expresa esta agenda transversal a medida de la "lluvia de inversiones", continuidad de los gobiernos anteriores de las agendas de los gobernadores. Hasta se propone que el Estado establezca un "mercado de carbono". El capitalismo verde y negacionismo se dan la mano, business are bussines.
Se puede ponerle un freno a la crisis, pero la lucha es anticapitalista
Frente a esto es importante señalar que la crisis climática puede revertirse, pero a condición de atacar sus raíces: la forma en que los capitalistas producen energía, alimentos, transporte y cada una de las esferas de la vida, con el solo criterio de la ganancia inmediata, en un sistema incapaz por su propia lógica de planificar racionalmente el metabolismo socioambiental.
Unir los reclamos del creciente movimiento socioambiental global contra el cambio climático al de la clase trabajadora de cada país para poner el freno de mano a la destrucción extractivista, es posible y es la única salida para planificar democrática y racionalmente el metabolismo socioambiental. Son las y los trabajadores, junto a las comunidades, investigadores y sectores afectados, quienes pueden poner el freno de mano a la emisión de gases de efecto invernadero, transformar la producción de alimentos, energía, transporte, salud, etc. Al contrario, como señala Adrien Cornet en esta entrevista, "separar constantemente el movimiento obrero del movimiento ecologista es una estrategia del capitalismo".
Fuentes
Periodistas por el Planeta (PxP)
Informe OMM
Juan Duarte
Psicólogo y docente universitario en la UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Editó y prologó Genes, células y cerebros (Hilary y Steven Rose), La biología en cuestión (Richard Lewontin y Richard Levins), La ecología de Marx (John Bellamy Foster), El significado histórico de la crisis de la psicología y Lecciones de paidología (Lev Vigotski), La naturaleza contra el capital (Kohei Saito) y León Trotsky y el arte de la insurrección (1905-1917), de Harold Nelson (2017), en Ediciones (...)