Cada vez son menos los trabajadores sindicalizados. ¿A qué se debe?, ¿cómo podemos revertirlo?
Miércoles 5 de mayo de 2021
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el porcentaje de los trabajadores sindicalizados ha disminuido. En 2010, en nuestro país hubo un total de 30.1 millones de trabajadores, de los cuales había solo 4.3 sindicalizados, lo que representa 14.5%. No obstante, en el 2020, pese a incrementarse el número de trabajadores a 37.9 millones, fueron apenas 4.7 millones los afiliados, esto es un 12.4%.
Lo anterior resulta preocupante porque, ante la desigualdad entre el patrón y los trabajadores, que el sindicato como organización se supone que debe defender los intereses obreros mediante sus mecanismos de lucha y negociación, quienes no tienen sindicato no pueden obtener lo conquistado colectivamente. En 2020 apenas 2.2 millones de trabajadores, según la Secretaría del Trabajo, se beneficiaron de las revisiones salariales y contractuales negociadas.
Los sectores con más trabajadores sindicalizados son el de educación y de la industria y manufactura, así como los trabajadores administrativos como los afiliados a la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE).
¿Qué implica no estar sindicalizado?
Las y los trabajadores que no contamos con sindicato, de entrada no accedemos a los derechos contemplados en los contratos colectivos de trabajo; generalmente no estamos basificados, por lo que no contamos con derechos laborales como la estabilidad en el empleo, un salario digno, seguridad social en plena pandemia, aguinaldo, vivienda, vacaciones, fondos de ahorro para el retiro, entre otros. En fin, padecemos precarización laboral, que cada vez más alcanza también a los trabajadores sindicalizados, ya sea con el incremento de su jornada, disminución del salario, deterioro de sus condiciones laborales, entre otros aspectos.
Por si fuera poco, ante la precariedad laboral, antes y durante la pandemia se incrementaron los despidos. Por este motivo, al menos quince millones de trabajadores, dejaron de contar con un medio de subsistencia, ante lo cual las centrales sindicales guardaron silencio.
Por otra parte, si están basificados y no sindicalizados ante la vulneración a sus derechos laborales no hay un instrumento de protección para las y los trabajadores.
¿Cuál ha sido la respuesta de los sindicatos ante el ataque a los derechos de los trabajadores?
Frente a esta situación, hay que señalar la responsabilidad de los dirigentes burocráticos de las principales centrales obreras. Tanto aquellas de filiación tradicionalmente priísta, como la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) y la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE); como las que se han desarrollado al amparo del gobierno de la 4T, como la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) y la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT).
En tanto que aquellos que han sostenido un discurso más democrático, que en sexenios pasados se reivindicaban “opositoras”, como la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y la Nueva Central de Trabajadores, no han representado ninguna alternativa real.
Estos dirigentes han sido cómplices de los ataques contra los derechos de las y los trabajadores, impiden su sindicalización y han puesto todo de su parte para mantener su pasividad, pactando con los gobiernos en turno y con las patronales. Como ejemplo tenemos la reforma de 2019 a la Ley Federal del Trabajo, que con el discurso de la “libertad sindical” en realidad favorece el corporativismo; o las recientes reformas al teletrabajo y el outsourcing.
Por el derecho a la sindicalización para todos los trabajadores
El que haya sindicalizados y no sindicalizados divide a los trabajadores, organizados y no organizados, con derechos y sin derechos, lo cual ha avanzado gracias a la complicidad de las burocracias sindicales con las patronales. Pero no solo eso, sino que estas mismas burocracias les dan la espalda a los trabajadores al grado de no querer afiliarlos o de no hacer efectiva su afiliación, lo que le permite a la patronal arrebatar la materia de trabajo y derechos laborales a los sindicalizados.
Los sindicatos y centrales sindicales que se reivindican democráticas deben sumar a sus filas a los trabajadores sin protección y poner un freno a los ataques que se han profundizado con la precarización laboral y los despidos. Deben romper su tregua con el gobierno y su subordinación a las instituciones del Estado.
Al mismo tiempo, se requiere construir corrientes clasistas dentro de los gremios, que peleen por recuperar los sindicatos para ponerlos al servicio de la clase trabajadora; que luchen por la unidad con otros sectores de trabajadores; por el reconocimiento sindical y la basificación de todos los trabajadores precarios; para que los sindicatos sean independientes, tanto de las patronales como del Estado y sus instituciones; y que utilicen los métodos de lucha de la clase trabajadora, como la huelga para resolver sus demandas.Para ello, es fundamental promover la más amplia unidad entre los propios trabajadores y así conquistar nuestros derechos mediante la movilización en las calles.
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