Mujeres de la Unión Hidalgo, del Istmo de Tehuantepec en Oaxaca, se oponen a la construcción del parque eólico Gunaa Sicarú, una filial de Electricité de France.
Miércoles 30 de agosto de 2017
Una vez más, las mujeres se ponen al frente de la lucha en defensa del territorio y los bienes comunes, esta vez denunciando los planes de generación de hasta 825.7 gigavatios de energía eléctrica a través de un enorme parque eólico de una filial de la trasnacional francesa Electricité de France, quien tiene la consesión para los próximos 30 años.
El objetivo es avanzar en la industrialización de la región del Istmo, una de las más ricas del país en recursos naturales y con la ventaja de la cercanía al mar. Al proyecto de la eólica le siguen la construcción de parques industriales, la explotación de recursos minerales y con esto un salto en el despojo de territorio a las comunidades originarias. Es parte del plan de construir 18 parques eólicos en una de las Zonas Económicas Especiales.
Las Zonas Económicas Especiales significan la entrega de territorios y recursos a la inversión privada para su administración, favoreciendo los negocios de las transnacionales a costa de atacar las condiciones de vida de los pobladores rurales. Además de la explotación deliberada que pueden hacer de los recursos de la zona, los empresarios cuentan con la excensión por una década de pago de impuestos sobre la renta y de un descuento del 50% en los aportes patronales al Instituto Mexicano de Seguro Social.
Las principales regiones afectadas se encuentran en Veracruz, Oaxaca y Chiapas y han generado respuesta y movilización por parte del magisterio, organizaciones políticas y del pueblo trabajador en contra del despojo y la privatización. Significan un salto en la penetración imperialista y una degradación de las condiciones de vida y del medio ambiente, obligando a la población despojada a trabajar en condiciones de precarización y hostigamiento.
Como demuestran procesos de organización comunitaria en Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Puebla y otros estados del país, son en su mayoría mujeres campesinas pobres y trabajadoras agrícolas las que conforman la columna vertebral de la resistencia comunal contra los mega proyectos como eólicas, represas y la minería.
Los planes del gobierno apuntan a redinamizar la economía, que viene creciendo muy poco desde la crisis, a través de la atracción de capitales privados para invertir en zonas marginadas con enormes beneficios para los capitalistas. Contra la resistencia de los pueblos impone el uso de las fuerzas represivas, la gendarmería y el ejército para así poder avanzar en la entrega.
En el caso de la Unión Hidalgo, son maestras, campesinas, amas de casa y comerciantes de varias edades las que encabezan el impulso de asambleas y movilizaciones, así como campañas de contra información para disminuir la influencia de las transnacionales y advertir de los riesgos de que avancen estos megaproyectos.