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Red Internacional
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OPINIÓN. En el mes del Bicentenario de la Independencia: ¿Independencia? ¿Libertad?

En el mes de la Independencia argentina, Leandro Díaz, estudiante secundario, compartió con La Izquierda Diario sus reflexiones en relación a la conmemoración de esta fecha.

Viernes 29 de julio de 2016

Mi nombre es Leandro Díaz, tengo 16 años y vivo en González Catán. Para el Día de la Independencia, en la escuela estábamos hablando sobre lo que significó ese hecho y cómo trasciende en la cotidianeidad de la vida actual, nuestra profesora nos pidió que pensemos alguna reflexión y si teníamos ganas la escribiéramos para compartirla en el acto correspondiente a esa fecha.

En mi cabeza el tema no dejaba de darme preguntas, por lo que creía necesario tomarme el tiempo de escribir una reflexión, que iba a ser leída el día del acto ante muchísimas personas. Sin embargo, por diversas circunstancias “organizativas” no tuve la oportunidad, pero me quedé con las ganas de expresar mis ideas respecto al tema:

Cada año festejamos la independencia, lo que tanto anhelábamos.

Somos libres, independientes, ¿Somos libres? ¿Independientes?, ¿Qué es ser libres? ¿Significa hacer lo que queramos? ¿O PODER hacer lo que queramos? Si lo analizamos conceptualmente, en realidad, libre, es el país que ya no depende más de otro para su existencia, toma de decisiones o desarrollo, en este caso había sido de España, pero ¿Cuánto de esto es así en la actualidad o lo fue a largo de nuestra historia?

Estamos acostumbrados a normalizar las cosas, parece ser algo inherente al ser humano, cada conmemoración de una fecha pasa a ser algo más de la rutina diaria de nuestras vidas, simplemente pasó, a lo sumo festejamos si es un feriado, pero ahí está nuestro error.

Deberíamos aprovechar estas fechas para reflexionar cada una de las cosas, preguntándonos qué pasó, pero principalmente, ¿cuál es la importancia? ¿Qué hubiese pasado si no pasaba? ¿Es bueno? ¿Es malo que haya pasado? Simplemente dudar de las verdades que creemos incuestionables.

Cuando hablamos de la Independencia, a más de uno se nos viene un sentimiento de triunfo, orgullo nacional, alegría. Pero este sentimiento se diluye poco a poco cuando te enterás de la realidad de algunas cosas, como por ejemplo que fueron los grandes burgueses y ricos terratenientes porteños que apuraron el proceso de independencia (excluyendo al actual litoral argentino y la Banda Oriental, de ideas federales) para poder destrabarse económicamente de España y enriquecerse ellos mismos comerciando libremente con las demás potencias, tal es el caso de Gran Bretaña.

A lo largo de la historia, los nacionalismos, es decir, ese sentimiento de pertenencia por un lugar, por costumbres, ese “Aguante Argentina”, a lo único que llevó fue a que el mundo se mate entre sí, obedeciendo intereses económicos que poco influían en nuestras vidas, beneficiando a los que justamente NO estaban en esos campos de batalla. Sí, así como suena, nos hacían matar entre humanos, simplemente por ser de otro país, por una patética competencia para ver qué país era mejor.

Un país, ¿qué es un país? Un territorio delimitado arbitrariamente, pero que con esa arbitrariedad aleatoria decide el destino de tu vida, pudiendo hacerte nacer en lugares donde el hambre y la sed son los únicos juguetes de la infancia o donde las armas no son juguetes y son muy reales. Por pertenecer de forma arbitraria a un territorio, a un país, fuimos, somos y probablemente seremos capaces de matarnos entre nosotros como si dejáramos de pertenecer a la misma especie.

Reflexiono, y cuando reflexiono, me doy cuenta que de independientes no tenemos nada, y que la existencia de países hasta ahora lo único que trajo fue que nos matemos entre nosotros, haciéndonos dejar de lado los valores morales humanos, que es lo que realmente deberíamos priorizar y valorar más que ser de un "país" u otro.

¿Viva la independencia? No lo creo. Querrámonos, seamos mejores personas y nada más importa.