Las cesantías recorren los distintos puertos de CABA y GBA mientras saltan casos de corrupción en la administración aduanera y los sindicatos se unen en la tregua con el macrismo.
Jueves 25 de agosto de 2016
Frente a un mercado internacional estancado en bajos ritmos de crecimiento (apenas 2 %), con una sobre capacidad de la industria naviera y tarifas por el suelo, las grandes líneas apuestan a fusiones y adquisiciones para acaparar el mercado y desprenderse de negocios poco competitivos para recuperar rentabilidad.
Este plan a nivel macro es acompañado por ajustes por abajo, que tocan distintos aspectos de los convenios colectivos y en recortes, como anunció por ejemplo la empresa MAERSK en su plan de reducción de costos en 500 millones de dólares a nivel mundial.
Además, entre los buques y containers, también se cuela la tensión de la situación nacional, el plan de Mauricio Macri está en números rojos, en lo que va del 2016 las inversiones en el país tuvieron una contracción del 4,2 % y una fuga de 5.885 millones de dólares.
Los pronósticos no son de días soleados al final del túnel sino de un 40 % o 45 % de inflación anual, lejos del 25 % que buscaba el gobierno y diez puntos por encima de las paritarias portuarias.
Mientras que por casa, el Director General de la Aduana, Juan José Gómez Centurión y el subdirector general de Control Aduanero, Pablo Allievi, fueron suspendidos de sus funciones por sospechas de corrupción, contrabando y delitos de acción pública, en medio de escuchas, denuncias anónimas y acusaciones a los servicios de inteligencia. Macri puso a su disposición a su propio abogado, defensor también del Grupo Clarín.
Mientras tanto la CGT se unificó bajo el triunvirato de Carlos Acuña (Estaciones de Servicio), Héctor Daer (Sanidad) y Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), nuevos nombres para la conducción,con la ausencia de algunos gremios ,todo parece indicar que se mantendrá la misma tregua de siempre y que no habrá un plan de lucha consecuente para enfrentar al gobierno sino con mucha suerte haya algunas medidas puntuales para negociar.
En el puerto, los despidos a contratados, suspensiones y retiros voluntarios están a la orden del día
A la terminal portuaria TECPLATA la habían intentado cerrar dejando a cientos de familias en la calle, pero la lucha de los trabajadores logró revertir los despidos con un acuerdo provisorio hasta el año que viene.
Sin embargo, la multinacional portuaria incumplió el acuerdo despidiendo recientemente a dos trabajadores que ya están llamando a la solidaridad y planeando acciones para su reincorporación.
Otros de los ensayos de las patronales en mayo de este año en la terminal portuaria Zárate fue repelido por los trabajadores. El grupo local MURCHISON quiso despedir a la mitad de los trabajadores. La fuerte reacción obrera impidió que lograran su cometido, controlando mediante planillas todos los días que ninguno quede afuera.
En la terminal 4 del grupo APM Terminals, esas medidas están significando retiros voluntarios (despidos encubiertos) y en particular el ensayo de un despido a una trabajadora efectiva.
El despido tuvo como respuesta la unidad de los trabajadores de los distintos gremios a pesar de sus conducciones, logrando así la conciliación obligatoria. Este envalentonamiento de la multinacional implicó también un intento de imponer una renegociación de los convenios para su conveniencia.
Quiere terminar con conquistas históricas de los portuarios, aumentando la cantidad de horas a trabajar de 46 a 48 semanales, eliminar el pago de horas extras por los domingos trabajados, quitar el descanso para cenar del turno noche y cambiar la fórmula del cálculo de productividad para que ya no sea por volumen de trabajo sino por ritmo de trabajo, siempre exigiendo máxima colaboración de parte del trabajador, ofreciendo por esto un mísero aumento de 10 % sobre el sueldo básico. El rechazo de los trabajadores a este nuevo convenio es unánime.
En la terminal BACTSSA del grupo CK Hutchison despidieron a 20 trabajadores camioneros que trabajan bajo la modalidad de monotributistas. Bajo la excusa de un re-encuadramiento sindical en otro gremio, despidió si ningún motivo a trabajadores que realizan cientos de horas (literalmente) por fuera de su convenio, viviendo prácticamente dentro de la terminal por salarios miserables, sin que ningún gremio portuario de solidarizara con los despedidos.
La defensa de las condiciones de trabajo, de los contratados y los puestos de trabajo, son una prioridad. Los sindicatos deben romper la tregua. La asamblea es el primer paso para que se respeten nuestras decisiones, que decidan qué acuerdo aceptar o qué riesgos correr, y en función de esto hacer duras exigencias y denuncias, pero la conformación de una agrupación de clase, que de pelea no solo en el plano sindical, sino también en el plano político, es una necesidad.
Es tiempo de defender nuestras conquistas, pelear por sindicatos combativos y democráticos independientes a cualquier variante patronal, para que la crisis no la paguemos nosotros los trabajadores.