La crisis económica sigue complicando al gobierno de Hollande, quien no logra encontrar una escapatoria a las presiones a las que está sometido en varios frentes. Su única ventaja es que la lucha de clases por ahora no se hace de masas. Mientras siga siendo solo la vanguardia la que sale a la calle, Hollande seguirá “manejando” la situación.
Domingo 16 de noviembre de 2014 12:52
Sin embargo la aparición de la vanguardia juvenil en la escena política, luego del asesinato de Rémi Fraisse, preocupa al gobierno y a la derecha. El sábado Le Figaro titula su editorial “La ley de una pequeña minoría”, preocupados, como siempre, de toda concesión que pueda hacer el gobierno.
Preocupación proveniente del anuncio del jueves pasado, por parte del ministro del interior Bernard Cazeneuve, de la prohibición definitiva del uso de las granadas ofensivas en las manifestaciones. Ya había tardado bastante en suspender provisoriamente su uso, luego de la muerte de Rémi, aunque, como se confirmó a principios de la semana, se supo inmediatamente que esta era el arma usada para matarlo. Pero esto es motivo de indignación para el editorialista: “[Cazeneuve] sacrifica a las fuerzas del orden, a quienes desarma, para intentar calmar a un puñado de ecologistas enojados”.
El desprecio por los luchadores es evidente. Esta semana la rabia de la juventud se siguió expresando con movilizaciones y bloqueos en los colegios aunque de menor envergadura que la semana anterior. Este reflujo se debe centralmente a la militarización de Saint-Denis, uno de los barrios más pobres de las afueras de París, por temor a una revuelta. Y también a la represión interna en varios colegios. Algunos directores llegaron al punto de llamar por teléfono a algunos padres “leales” para que vayan a romper los piquetes, inluso agrediendo físicamente a los alumnos como en el liceo Montaigne. Sin embargo hay síntomas de que los estudiantes universitarios podrían tomar el relevo, como en la universidad del Mirail de Toulouse, donde una asamblea reunió a más de 1200 estudiantes que votaron el bloqueo de la misma para el jueves que viene. Cuando un manifestante es asesinado por la policía, la rabia no solo está justificada, sino que es lo mínimo indispensable, y el desarme de la policía, una necesidad.
En el mismo sentido se expresa el órgano de la gran burguesía Les Echos. “Cazeneuve soledad” titula. Plantea que aunque las manifestaciones son reducidas y el ala izquierda del PS no se enfrenta al ministro del interior, este está cada vez más aislado, producto de haber manejado mal la situación tras la muerte de Remi. Por eso para el editorialista la prohibición de las granadas es una medida riesgosa. Sobre todo por el descontento que puede generar al interior de la fuerzas represivas. Levanta las declaraciones de varios sindicatos policiales “No desarme a los gendarmes”. Poco importa que sigan matando.
Paralelamente, en los últimos días, la prensa se hizo eco de las declaraciones del ministerio del Interior que insisten en el riesgo de la “radicalización de las franjas extremistas de izquierda”. La idea es dejar bien claro que el “retroceso” de Cazeneuve en relación al armamento de las “fuerzas del orden” no significa dejarles espacio a los manifestantes que bajaron a la calle este sábado en varias ciudades del país, cuestionando la política de austeridad del gobierno, las columnas estudiantiles agregando, en el caso de la marcha de Toulouse, la cuestión de la represión.
Le Monde, bajo la bandera “la defensa de Europa ¿Cuantas divisiones?” se suma al descontento reaccionario. Para este diario Europa está amenazada, pero por los islamistas de Medio Oriente y de África, por los nacionalistas ucranianos pro-rusos. El problema es que el gobierno francés es el único, junto con “Gran Bretaña, Polonia y en menor medida Alemania”, que se preocupa por la defensa de Europa. Esta es la forma que encuentra Le Monde para defender las numerosas intervenciones imperialistas. Y se preocupa de los recortes presupuestarios en las FF.AA., en los salarios y las condiciones de “trabajo” del ejército profesional. Pide, como medida, que el resto de los países europeos participen al menos de los gastos de estas operaciones costosas. Buscando financiación para la “defensa de Europa”, crea una pantalla para la financiación de los intereses imperialistas franceses.
Le journal du Dimanche dedica su edición al problema de los impuestos. Hollande había prometido la semana pasada que no volvería a aumentar los impuestos en 2015, pero el secretario de presupuesto salió a decir después que esto no era tan así. El presidente quería responder al descontento legítimo de un sector de la clase media, pero sobre todo al descontento menos legítimo de los sectores más acomodados de la población.
Responde, en cierta medida, a las demandas constantes de un diario de derecha como es Le Figaro quien destacaba el viernes que “la razzia va a seguir el año que viene”. Aparentemente no van a haber nuevos aumentos, los ya votados pero que se aplican recién el año que viene parecen suficientes. Impuestos a los combustibles, jubilación, inmobiliarios, impuestos locales. Todos esos impuestos van a aumentar.
Pero, si bien estas medidas generan descontento, nadie se preocupa del hecho que las críticas van más en el sentido de una regresión impositiva. Los que más se quejan son los ricos y las clases medias altas. Pero frente al aumento de la presión fiscal, los más ricos siempre encuentran una forma de evadir los impuestos, y los que pagan la crisis, son siempre los mismos. Y lo que busca Le Figaro, es que esto siga siendo así.