El 24 de junio de este año la CIDH dio curso a la presentación que realizó el autodenominado “Sindicato Policial de Buenos Aires” (Sipoba) en el año 2017. Desde un Washington asediado por las protestas antipoliciales, el organismo de la OEA tiende una mano a la maldita policía del sur del continente.
José Muralla @murayeando
Jueves 2 de julio de 2020 10:30
Las manifestaciones en EEUU contra la policía, el marco en que la CIDH toma la demanda de la bonaerense
La personería gremial de Sipoba fue denegada en reiteradas oportunidades. La última de ellas fue en el año 2017, cuando llegó a la Corte Suprema de Justicia de la nación, que la rechazó nuevamente. En un fallo dividido donde la discusión sobre la posibilidad de agremiarse chocaba contra el rol de ejercer el “monopolio del uso de la fuerza” y el orden jerárquico de la misma, tres jueces definieron en contra y dos a favor. Pero los cinco negaron que tengan derecho a huelga.
Ahora llega esta mano desde el norte. La Organización de Estados Americanos, mediante la CIDH toma el reclamo de sindicalización de la Bonaerense. Si bien se encuentra en el primer paso donde sólo se recepciona el reclamo, contituye un mensaje político hacia los agentes del orden.
Esto lleva a por los menos tres debates: ¿puede organizarse democráticamente la violencia estatal? ¿los policías son trabajadores o son un brazo del capital? ¿conviene a los trabajadores que los policías estén más unidos y organizados para defender su “espíritu de cuerpo”?
Un mundo sublevado contra quienes lo reprimen
El asesinato de George Floyd en Minneapolis a manos de un policía que le hundió su rodilla en el cuello hasta matarlo despertó una bronca que se extendió por toda norteamérica, e incluso a otros países. Hartos de ser asesinados y violentados sólo por su color de piel, el grito de “Blacks Lives Matters” (“Las vidas negras importan”) recobró vigor y salió a las calles protagonizando movilizaciones históricas, que no se veían desde el rechazo a la guerra en Vietnam. Y se extendieron a otras partes del mundo.
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Envalentonados por el bravucón que Estados Unidos tiene como presidente la respuesta policial fue la de siempre: represión. En aquel país la policía está organizada en “sindicatos”. Estos levantaron la consigna “BlueLivesMatters” (“las vidas azules importan”), una absoluta provocación que victimiza a los asesinos. Un “espíritu de cuerpo” que busca proteger las condiciones en que estos llevan adelante sus tareas de reprimir y garantizar el orden capitalista, un orden que fue puesto en cuestión. Para quienes sostienen que la sindicalización haría “más democrática” a la policía, un ejemplo del rol que puede jugar un sindicato policial cuando la población enfrenta la represión. Para muestra sobra un botón, y en este caso los botones son muchos.
Por este motivo las movilizaciones tomaron como consigna la expulsión de la polícia de las organizaciones de trabajadores, cumpliendo el sueño de George Engel, uno de los mártires de Chicago, quien antes de ser ahorcado por el Estado norteamericano dijo “Mi más ardiente deseo es que los trabajadores sepan quiénes son sus enemigos y quiénes son sus amigos. Todo lo demás yo lo desprecio”.
El ejemplo en el corazón del imperio también da por tierra con las ilusiones reformistas de “control civil de la fuerza”. En aquel país los sheriffs son elegidos por voto popular, sin embargo los resultados son elocuentes.
"No son obreros, no son trabajadores, son los milicos cuidando a los patrones"
Este cántico resuena en cada pelea de la clase trabajadora. Porque cada vez que las y los laburantes enfrentan con sus propios métodos (piquetes, huelgas, toma de establecimiento) cada ataque patronal va a aparecer la policía para asegurarse que ese ataque se perpetúe. Porque siempre defienden la propiedad de la clase dominante ¿o acaso alguien vió alguna vez a un policía reprimir a un patrón que se queda con parte del salario -propiedad adquirida por derecho- del trabajador al pagarle en negro, por ejemplo? ¿O detenerlos ante despidos ilegales?
Diferentes organizaciones - que abarcan desde quienes se dicen de izquierda hasta el progresismo - sostienen que por cobrar un salario son trabajadores. Pero esta mirada economicista hace abstracción de la función social y política que cumplen. Como bien señala el revolucionario ruso León Trotsky “El hecho de que los policías hayan sido elegidos en una parte importante entre los obreros socialdemócratas no quiere decir absolutamente nada. Aquí, una vez más, es la existencia la que determina la conciencia. El obrero, convertido en policía al servicio del Estado capitalista, es un policía burgués y no un obrero”
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Entre quienes sostienen esta posición que apoya su sindicalización está la actual ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic. En una nota publicada en Página 12 en Octubre del 2019, antes de asumir se pronuncia a favor de la sindicalización. En ella se refiere a los motines policiales y de gendarmería - muchos de ellos cuando se les “cortó el chorro” de los negociados del narco o la trata, y que en todos los casos implicaron linchamientos, saqueos y muertos, y siempre obtuvieron sus demandas, “empoderándose” para reprimir con mayor dureza - como “muestra del malestar de la tropa” y aboga por una “solución democrática”, donde el Estado podría contar con “interlocutores legítimos y legalmente elegidos por la tropa”. Para finalizar señalando que “los tiempos que vienen imponen una hoja de ruta que comience por el Defensor Policial o el Consejo de Bienestar y alcance la sindicalización policial, sin derecho a huelga”. ¿Necesitaran “solidaridad de cuerpo” ante las atrocidades que vienen cometiendo durante la cuarentena, como vemos con el crecimiento del gatillo fácil y la brutalidad policial?
¿Se pueden sindicalizar los policías?
Considerando la legislación actual todos los trabajadores pueden y deberían estar sindicalizados. Pero la policía carece del principal requisito: No son trabajadores.
Los trabajadores tienen el derecho a sindicalizarse y organizarse de forma democrática. La lucha por la democracia sindical está directamente relacionada con la más irrestricta independencia de los sindicatos con respecto al Estado, la estatización de sindicatos vigente se corresponde al modelo que encorseta a la clase trabajadora.
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La ley de Asociaciones Profesionales que instauró el peronismo permite que el Estado intervenga en la organización de los trabajadores y perpetúa un modelo que mantiene a la burocracia en el poder. El Ministerio de Trabajo es segun la legislacion actual quien otorga personerías gremiales, fiscaliza elecciones de delegados, controlar la contabilidad de los sindicatos y poder intervenirlos.
Consecuentes con esta visión del Estado como “árbitro neutral”, hermana de la conciliación de clases, los dirigentes peronistas de la CGT y la CTA apoyaron la creación de estos “sindicatos” policiales. De hecho el Sipoba pertenece a la CTA y el SinPoPe, que agrupa también a carceleros, a la CGT. Dirigentes como Hugo Moyano o Victor De Gennaro fueron a llevar su apoyo al motín policial en Córdoba en 2013, que estalló luego de los escándalos por narcotráfico y poniendo en vilo a una provincia consiguió todas sus demandas, resultando fortalecida en pertrechos e impunidad.
Los trabajadores denunciamos la intromisión del Estado en nuestras organizaciones. Pero en el caso de la disputas entre el Estado y su brazo armado, consideramos que es una pelea interna dentro de dos partes del mismo Estado capitalista, ajena a los trabajadores. Somos los trabajadores quienes marcamos que pertenecen al bando enemigo, y no son compañeros cuyos derechos habremos de defender.
Por otra parte, por más que el Estado argentino no reconozca al “sindicato” de la policía, en la práctica existen, mutuales, asociaciones y entidades que agrupan a agentes. En todos los casos no encontrarás un sólo repudio a cuando la policía reprime trabajadores para negar sus derechos. Pero ellos igual piden tener “derechos de trabajadores”.
Sus necesidades no son las nuestras
Pero estas “fuerzas del orden” no sólo protegen las ganancias y la propiedad privada de unos pocos sobre los intereses de las grandes mayorías. Además son garantes y partícipes del crimen organizado, con causas comprobadas que la vinculan al narcotráfico, a las redes de trata, esta fuerza encargada de reprimir la lucha de los trabajadores para cumplir con rol. En un contexto de recrudecimiento de la crisis el reflote de estas campañas por “derechos policiales” tienen una función estratégica para el control social.
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En ningún momento de la historia los trabajadores y sectores populares necesitamos que se fortalezcan las instituciones policiales. ¿Cuáles serían las demandas “sindicales” de la policía? ¿Más y mejor armamento? ¿Libertad para participar de los negociados en que se encuentra? De ninguna manera los trabajadores podemos apoyar esto. Menos aún cuando los mandatos gubernamentales en el contexto de la cuarentena ha reforzado la impunidad con la que actuan. Y lo pagamos con vidas. Por eso nuestro programa es uno sólo al respecto: disolución de todas las fuerzas de seguridad del Estado.
Desde la izquierda diario impulsamos el observatorio contra la represión para visibilizar y enfrentar estás del Estado. Sumate y envianos tu denuncia, para que no queden impunes.
José Muralla
Nació en Arenales (BA) en 1984. Es licenciado y profesor en Ciencia Política (UBA). Trabaja como docente de nivel medio en CABA y La Matanza. Desde 2007 milita en el PTS. Vive en Lomas del mirador y es parte del staff de La Izquierda Diario de la Zona Oeste del GBA.