Luego de que el nombre del mayor operador de carne del mundo saliera a la luz después de que sus directivos implicaran a Temer en el pago de sobornos, JBS abandona sus operaciones en Argentina, Paraguay y Uruguay.
Jueves 8 de junio de 2017
En medio del escándalo por corrupción que la envuelve en Brasil, y luego de que acordara con la Justicia de ese país el pago de una multa por US$ 3200 millones; JBS, el mayor grupo cárnico del mundo, le vendió a Minerva (también brasileña), sus operaciones en la Argentina, Uruguay y Paraguay.
Según informó la agencia Reuters, en un documento enviado al ente regulador de Brasil, JBS dijo que utilizará los ingresos por la operación para reducir su deuda.
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Los compradores, no son ningunos “bebés de pecho”: Minerva Foods opera diecisiete plantas de faena, 11 ubicadas en Brasil, 3 en Paraguay, 2 en Uruguay y 1 en Colombia. La capacidad de faena es de 17.330 cabezas de ganado por día. También posee una planta de procesamiento de proteínas (vacuna, porcina y aves), llamada Minerva Fine Foods y opera trece centros de distribución, 11 en Brasil y dos en Paraguay. La compañía también posee oficinas comerciales en Argelia, China, Chile, Colombia, Estados Unidos, Italia, Irán, Líbano y Rusia. Exporta a más de 100 países.
Minerva, una firma de la familia Vilela de Queiroz, se quedó con cinco plantas frigoríficas de JBS en la Argentina (Rosario, Venado Tuerto, Pontevedra, Jesús María y Berazategui, más una planta para hamburguesas en Pilar y un centro de distribución), tres en Paraguay y una en Uruguay a cambio de US$ 300 millones.
Con esta operación (en Uruguay y Paraguay ya tenía negocios), todo el grupo Minerva, que el año pasado tuvo ingresos netos equivalentes a US$ 2941 millones, aumentará 52% su faena diaria. Además de sumar a las marcas Swift y Cabaña Las Lilas, que también eran de JBS.
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Lavarse las manos, un negocios para todos
Esta transacción millonaria deja a todos contentos. Una de los principales motivos por los que se especulaba que los directivos de JBS hayan “roto el silencio” desatando una crisis política de proporciones en Brasil, era la apuesta a un crecimiento de sus negocios en Estados Unidos.
Este es parte de un proceso que había comenzado hace algunos años con la apertura y compra de plantas en EE.UU. y que los ha llevado a concentrar en “el amo del Norte” 56 fábricas de procesamiento y casi la mitad de sus ventas globales. Hace pocos meses había hecho su oferta inicial de acciones (IPO) en la Bolsa de Nueva York.
Y como desde la empresa enfocan sus negocios y “crecimiento” al país del norte, nos les viene mal deshacerse de a buen costo de sus operaciones en algunos países de América Latina.
Según Miguel Gorelik, periodista especializado en el sector “esto no va en la línea de ampliación y crecimiento que tenía JBS y sí va en la línea de crecimiento de Minerva. Da la sensación de que, indudablemente, los problemas que ha tenido JBS en Brasil deben haber influido en la decisión”.
Desde la firma, niegan esta hipótesis y declararon al diario La Nación que “no existe ninguna irregularidad en los negocios en la Argentina o en cualquier otro país fuera de Brasil”.
Como señalamos en La Izquierda Diario, la expansión de JBS tenía en Argentina una de sus plazas fuertes, con 6 grandes plantas y otros negocios. Cuando los negocios no le fueron tan bien, cerró cuatro de ellas y produjo más de 6 mil despidos. Cristina Kirchner, que lo mostró como un modelo de “producción con valor agregado” les ofreció distintas ventajas impositivas, pero aun así los Batista prefirieron descargar la crisis sobre los trabajadores.
Finalmente le vendieron a la poderosa Minerva lo que quedaba de sus operaciones en el país, más las existentes en Paraguay y Uruguay.