Luego de ser recibido por la presidenta Michelle Bachelet, el Papa Francisco entregó su discurso en La Moneda manifestando el "dolor y la vergüenza" que le provocaban los abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia.
Martes 16 de enero de 2018 10:07

Sin sonrojarse, el Papa Francisco dijo hoy que era "justo pedir perdón" y que sentía "dolor y vergüenza" ante el "daño irreparable" causado a los niños víctimas de abusos sexuales por parte del clero chileno, en el discurso ante las autoridades en el primer acto de su visita a Chile.
En la sede del Ejecutivo chileno, la Casa de la Moneda, Francisco pidió que se escuche a los desempleados, a los pueblos originarios, a los inmigrantes, a los jóvenes, a los ancianos y a los niños, "que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia y esperan de nosotros respuestas reales para un futuro de dignidad".
Y entonces afirmó: "Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia". "Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir", dijo Francisco aunque evitando muy concientemente la palabra abusos.
Los límites del “progresismo” papal
La hipocresía del Papa Francisco se ve a todas luces. El Vaticano encubrió y encubre, sistemáticamente, a todos los miembros de la Iglesia Católica que violan niñas y niños. El año pasado, se supo a través de la agencia de noticias Assosiated Press que un grupo de curas pedófilos fueron beneficiados por el Papa Francisco, quien les redujo o morigeró las sanciones eclesiásticas que con anterioridad les había aplicado el propio Vaticano. Uno de los casos paradigmáticos es el de monseñor Mauro Inzoli, quien fue condenado en 2016 a cuatro años y nueve meses de prisión por haber abusado de los chicos que tenía bajo su tutela en instituciones religiosas del norte de Italia.
También se encuentra el caso del instituto Provolo de Verona, del cual estaba al tanto de los numerosos casos de abusos sexuales y nunca hizo nada.
Y este es sólo una muestra de los casos que trascendieron. En Chile, donde la llegada de Francisco ha reavivado el escándalo de los curas pederastas, la organización Bishop Accountability publicó esta semana un listado con 80 sacerdotes, clérigos y una monja acusados de abusos sexuales a menores de edad en el país.
Allí, los laicos de la diócesis de Osorno, en el sur chileno, piden desde hace meses la destitución del obispo chileno Juan Barros, nombrado por el papa, por sus vinculaciones con el encubrimiento de abusos sexuales del sacerdote Fernando Karadima.
Recordemos que cuando se supo lo del encubrimiento de los abusos cometidos por Karadima por parte del obispo Barros, los feligreses osorninos salieron a las calles a protestar contra el sacerdote, el papa declaró que la ciudad sureña “sufre por tonta” ya que se habían dejado influenciar por políticos “zurdos”. Karadima fue considerado en febrero de 2011 por el Vaticano culpable de cometer abusos sexuales y condenado a una vida de “oración y penitencia”. La misericordia y el encubrimiento a los pederastas, y un “pedido de perdón” poco creíble a las víctimas de abusos sexuales por parte del clero.