Reprobado. Así calificaron usuarios y usuarias al sistema de salud chileno durante el 2018.

Néstor Vera Médico.
Domingo 18 de agosto de 2019
Según la Encuesta Nacional de Salud 2019, realizada por la Universidad Andrés Bello, la población califica con un 3.9 la calidad del sistema de salud.
Este promedio se ha mantenido inalterable en los últimos 10 años, expresando la cronicidad de un sistema de salud que no es capaz de satisfacer las necesidades de la población.
Distintos expertos analizan este resultado, algunos dicen que la población ha aumentado sus exigencias y otros no encuentran un respuesta clara al ver que la inversión en salud ha aumentado en los últimos años.
Lo cierto es que el problema es más estructural y no pasa por un cambio subjetivo o por solamente mayor inversión. El sistema de salud heredado desde la dictadura está diseñado para precarizar la atención pública, golpeando las condiciones laborales de sus trabajadores y la atención de millones de usuarios que justamente provienen de sectores populares.
Inversiones en salud que se fugan al sector privado por medio de las compras de servicio o de las concesiones hospitalarias, que no se destinan a mejorar la infraestructura, insumos o capacitaciones/especializaciones de sus trabajadores. En este sentido es esperable que las percepciones no cambien, si es que lo estructural de este sistema no cambia.
Mientras sigan gobernando los gerentes de las clínicas e Isapres desde el ministerio o mientras las decisiones de cada servicio y centro de salud sigan en manos de estos agentes de la salud de mercado por medio de mecanismos autoritarios, solo se profundizará esta crisis.
Avanzar en esto implica invertir las prioridades, poniendo por delante las necesidades del pueblo trabajador por sobre los intereses empresariales. Esto es, conquistar un sistema de salud público financiado integralmente por el estado y administrado por sus trabajadores y usuarios, esto no solamente permitiría resolver de manera integral los problemas propios de la salud pública. Sino que también lograr cerrar la brecha abierta entre trabajadores y usuarios, una separación que solo beneficia a los dueños del país, ya que esta alianza podría ser la base para avanzar a cuestionar al conjunto de aristas de este Chile neoliberal donde todo está en función de las ganancias capitalistas, que concretamente implica hoy el poder enfrentar las reformas y políticas que la derecha junto a los empresarios quieren imponer.