Crónica de un joven trabajador de la UOM de La Matanza.
Sebastián LM. Corresponsal UOM La Matanza
Sábado 18 de octubre de 2014
Son las 6 a.m. empieza a sonar muy densamente el celular, te dan ganas de tirarlo por la ventana. Oídos hartos de escuchar tanto ruido de golpes de balancines y prensas. Te levantas y sentís que la cintura se te parte a la mitad, apoyas los pies y sentís un ligero calambre.
Ya preparándote para salir te mojas la cara y ves el reflejo de una vida consumida por el trabajo y explotación que te brindan los “trompas” o vistiendo te miras al espejo y ves el consumo del trabajo y del esfuerzo, al estar postrado a un balancín o una prensa, decís: qué consumido me veo con 29 años.
Siete años con estos síntomas fruto de luchar con el trabajo, el vivir día día todos iguales, éstas son las consecuencias de las maquinarias que al fin y al cabo ellos manejan dejándonos secuelas en nuestros cuerpos, nuestras cabezas y corazones: la lumbalgia, hernia de disco, varices, en las rodillas, en los riñones, tendinitis, son parte de nuestros cuerpos, nos sentimos a tan temprana edad como personas muy adultas.
Ellos, los patrones cada vez mas contentos con las riquezas que damos gracias a nuestro lomo, nosotros con miles de rasguños atados a esa maldita maquina que de a poco va acabando con nuestros cuerpos.
Veo a mis compañeros maquinistas que al igual que yo sufren los dolores de su columna o piernas despedazados por las maquinas y la explotación de los empresarios, pensando en todo momento. ¿Hasta cuándo seguiremos así? Eso, depende de nosotros.