En este artículo abordaremos la desaparición forzada en Guatemala de Eunice Campirán y David Aguilar Mora, dos militantes socialistas del Partido Obrero Revolucionario (Trotskista) mexicano, en la década de los 60, que se involucraron en los acontecimientos políticos de dicho país. Se trató del primer caso de desaparición forzada que tuvo su origen en el país centroamericano, una práctica que se extenderá al conjunto de América Latina.
En América Latina, la desaparición forzada ha sido un método de contrainsurgencia que se enmarca en mayor medida durante la guerra fría, pero que ha sido empleado tanto por las dictaduras como por las democracias burguesas hasta nuestros días. [1] Según Lucrecia Molina Theissen, [2] la desaparición forzada se configuró a partir de la Doctrina de Seguridad Nacional desarrollada por Estados Unidos después de que la Revolución Cubana cuestionó la hegemonía imperialista. La Doctrina de Seguridad Interior llevó a los países de Latinoamérica a un proceso acelerado de militarización, donde el imperialismo buscaba frenar el impulso de la revolución imponiendo dictaduras genocidas.
La desaparición forzada tuvo como finalidad aplastar los ascensos de la lucha de clases y desarticular los procesos organizativos de cada país, así el número de víctimas –que no se restringió únicamente a militantes obreros, populares y de izquierda sino a todo aquel que fuera considerado como un probable enemigo por las fuerzas represivas- llegó a 30,000 desaparecidos y desaparecidas en Argentina, 40,000 en Chile, 45,000 en Guatemala, y con cifras aún sin cuantificar en el resto de los países.
Si intentamos escribir la historia de la desaparición forzada en Latinoamérica tendríamos que remontarnos a Guatemala donde los primeros registros de este método de contrainsurgencia datan de la década de los 60. [3] Para 1963 Guatemala vivió un golpe de Estado que llevó al poder al Coronel Enrique Peralta Azurdia que puso en pie una campaña de contrainsurgencia evidente, no sólo por la práctica clandestina de la desaparición forzada sino también vía la imposición de leyes que vulneraban los derechos humanos, en particular la Ley de Defensa de las Instituciones Democráticas. [4] Con este marco inició la guerra sucia que golpeó con fuerza a distintas organizaciones político-sociales, populares, campesinas, indígenas, de trabajadores y de izquierda.
Así, la primera desaparición forzada [5] que se tiene registro con las características y rasgos del método —inteligencia militar, práctica centralizada y dirigida desde el más alto nivel, clandestinidad y campaña de manipulación psicológica— [6] se desarrolló entre diciembre de 1965 y marzo de 1966 y se le conocerá como el Caso de los 28 Desaparecidos, donde se tiene documentado al menos 35 desaparecidos y desaparecidas.
En este texto intentamos contar la historia de esa primera desaparición, pero más aún esbozar la vida militante de una pareja de mexicanos que se encontraban entre las víctimas de la represión estatal en Guatemala.
Cuando pensamos en los momentos más álgidos de la represión estatal en México, seguramente se nos vendrá a la mente el año de 1968 o quizá la década de los setenta, sin embargo, la represión a los movimientos sociales y a las organizaciones políticas no comenzó propiamente ese año, sino que se habían profundizado los métodos represivos hacía unas décadas, la política represiva como método de disuasión de las protestas que golpeó al movimiento obrero y a las luchas campesinas, ya ocurría antes, con la represión al movimiento ferrocarrilero, de tranviarios y minero. [7] En este contexto, podemos enmarcar la persecución, infiltración y espionaje a las organizaciones político-sociales que quedó plasmado en los archivos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) hoy resguardados por el Archivo General de la Nación y de los cuales tuvimos acceso gracias a la colección donada por la Ex Comisión de la Verdad (COMVERDAD) de Guerrero a ARTÍCULO 19, quienes configuraron el proyecto Archivos de la Represión y gracias a los cuales podemos revisar los documentos en línea. [8] Valorando estos documentos, así como las historias de vida producidas tanto por académicos y académicas como por las organizaciones políticas es que podemos reconstruir parcialmente la historia que a continuación describiremos.
El POR(T) mexicano y la estrategia guerrillera.
Eunice Campirán y David Aguilar Mora, a quienes evocamos en este texto, eran dos jóvenes militantes del Partido Obrero Revolucionario Trotskista, POR(T) por sus siglas. David, según la biografía escrita por el Partido Revolucionario de los Trabajadores nació en diciembre de 1939 en Chihuahua donde realizó sus estudios hasta 1945, cuando se mudó junto con su familia a la Ciudad de México, donde ingresó a la Facultad de Economía y es aquí donde se compromete con la lucha socialista principalmente universitaria fundando la Central de Estudiantes Democráticos, para inicios de la década de los sesenta David ya militaba en las filas de la Liga Obrera Marxista y luego para 1962 en el POR(T) mexicano, [9] organizaciones que se reclamaban del movimiento trotskista.
Eunice por su parte, nació en 1943 en Toluca, Estado de México, a muy pronta edad comenzó a organizarse junto a sus compañeros y compañeras, estudiantes de secundaria y preparatoria en exigencia de mejores condiciones para ellas y ellos, así al terminar la preparatoria decidió trasladarse a la Ciudad de México para continuar sus estudios donde conoció a David en 1961, con quien no sólo inició una relación de pareja sino con quien también militó primero en la Liga Obrera Marxista para posteriormente militar en el POR(T). [10] Eunice fue una destacada militante del POR(T) mexicano fungiendo junto con David, como contacto con la guerrilla guatemalteca de Yon Sosa, [11] el MR-13. [12]
La participación de Eunice y David en la guerrilla guatemalteca, así como su desaparición forzada por el Estado guatemalteco con el beneplácito del Estado mexicano [13] no se puede entender sin explicar la política que levantó su organización, el POR(T) mexicano, así como el sector del trotskismo internacional al que estaban vinculados, el Buró Latinoamericano (BL) de la Cuarta Internacional, tendencia posadista [14] que adhería en sus inicios al Secretariado Internacional de la Cuarta Internacional (SI-CI). [15]
Para inicios de la década de los cincuenta dentro del movimiento trotskista internacional se vivió un proceso de discusión que culminó en una gran escisión, configurada en parte por las diferencias estratégicas entre los grupos que la conformaban. Para esos años un sector importante del SI-CI comenzó a levantar una política llamada “entrismo sui generis” [16] hacía los Partidos Comunistas y secundariamente a la socialdemocracia, [17] que llevó a la ya mencionada escisión en 1953 de un número importante de dirigentes de diversas secciones nacionales que se reivindicaban del trotskismo y que participaban de la Cuarta Internacional. [18]
Luego de esta escisión las organizaciones del SI-CI mantuvieron otra gran discusión que llevó a nuevas tensiones políticas en el seno del Secretariado Internacional, pues su dirección tuvo un interés creciente por “concentrar el trabajo de solidaridad con las luchas de liberación en el ‘Tercer Mundo”, [19] antes que intervenir en los conflictos de clases de los obreros de los países capitalistas desarrollados. La situación internacional, en los años previos a ese momento, estuvo marcada por la salida de la Segunda Guerra Mundial con el triunfo de los aliados y el ascenso de la hegemonía estadounidense, la traición del estalinismo a los procesos revolucionarios de Europa Occidental (centralmente en Italia, Francia y Grecia) y la gran inyección de capitales estadounidenses con el Plan Marshall particularmente en Europa, que de conjunto permitió la estabilización económica en los centros imperialistas y el atemperamiento de la lucha de clases en los mismos, mientras la revolución se expandía en Asia, África y América Latina. Este nuevo debate, así como la salida propuesta por el SI-CI significó un giro político y estratégico, donde los Movimientos de Liberación Nacional que se desarrollaban en mayor medida en los países coloniales y semicoloniales pasaron a ser considerados como centrales, abocando mayores esfuerzos en intentar incidir en ellos, [20] y por lo tanto secundarizando las luchas obreras en los países centrales que pocos años después tomarían crucial importancia.
Esta política en los hechos llevó a la liquidación a las organizaciones que se reivindicaban del trotskismo en los movimientos guerrilleros así como otros movimientos nacionalistas y reformistas en distintos países, abandonando la estrategia obrera y socialista, así como la lucha por el desarrollo de organismos de doble poder y por organizaciones proletarias independientes (donde la clase obrera fuera el sujeto central) y cedió a las tácticas y estrategias del movimiento guerrillero, que llevaron a la sustitución del partido obrero revolucionario por el foco guerrillero y al campesinado como principal sujeto de la revolución.
Para 1954, 6 años antes de que David y Eunice comenzaran a militar en organizaciones que se reclamaban del movimiento trotskista en México, el Secretariado Internacional apoyó al Frente de Liberación Nacional en Argelia con “transporte de armamento, tráfico de pasaportes falsos, asistencia para el traspaso clandestino de las fronteras y el envío de obreros especializados para montar una fábrica clandestina de armas en Marruecos”. [21] Esta política se extendió hacía los países de América Latina, orientándose los esfuerzos de los militantes aglutinados en el Buró Latinoamericano por la Cuarta Internacional liderado por Posadas. Es importante señalar que, por diferencias políticas, [22] el Buró Latinoamericano rompió en 1962 con el SI-CI, pasando a actuar de manera independiente y siendo conocidos a partir de entonces como la Internacional posadista y bajo su dirección quedó vinculado el POR(T) mexicano.
En concordancia con la política que levantaba su corriente internacional (la internacional posadista), el POR(T) mexicano comenzó una relación con los movimientos de liberación nacional más cercanos geográficamente hablando, manteniendo así una estrecha relación con el proceso cubano que posteriormente les valió la censura y persecución por parte del nuevo gobierno encabezado por Fidel Castro, y finalmente, su cercanía con la dirigencia del MR-13 en Guatemala en 1963 gracias a David y Eunice [23] que fungieron como contacto directo. [24]
La desaparición forzada de David y Eunice
Para 1965 la cercanía entre el POR(T) y el MR-13 se volvió más estrecha haciéndose tangible en la “Declaración de la Sierra de las Minas” [25] donde en las primeras páginas levantaron la política de construcción de una internacional revolucionaria que llevara adelante la Revolución Mundial, así mismo, hace una fuerte crítica al conflicto Chino-Soviético reivindicando la lucha contra “la casta privilegiada de la URSS y por el establecimiento de los principios leninistas de igualdad y democracia proletaria en el estado soviético”, [26] política que también levantó el POR(T) contra la burocracia estalinista. Así, la cercanía con el MR-13 se volvió tan ceñida que ya no sólo se limitó al intercambio político, sino que hubo un interés creciente de las y los militantes del POR(T) de intervenir con más fuerza dentro del proceso guatemalteco, lo que sumado a las discusiones en el SI-CI les llevó a decidir su participación directa en la guerrilla.
Durante 1965, David, junto con Felipe Galván y Adolfo Gilly, todos militantes del POR(T), hicieron una primera experiencia de trabajo dentro de la guerrilla guatemalteca desarrollando diversas tareas entre las que destacan el suministro de armas, seguimiento de las relaciones internacionales, mando de columnas guerrilleras, la escritura de artículos periodísticos con la finalidad de divulgar el posicionamiento guerrillero, así como la consolidación del frente urbano en el que intervinieron David y Eunice. [27]
Para mayo de 1965, en un intento por huir de la policía guatemalteca David Aguilar Mora cruzó ilegalmente la frontera de México siendo detenido y torturado por agentes de la DFS, [28] quienes, después de torturarlo, lo dejaron libre. Así, David junto con Eunice decidieron regresar a Guatemala para enfrentarse una vez más al rapante Estado guatemalteco.
El 8 de diciembre de 1965, tan sólo algunos meses después de la primera detención en México, David fue detenido de nuevo, sólo que esta vez en Guatemala. Eunice dio a conocer la noticia de la detención de David al POR(T) mexicano, así como a sus familiares quienes pronto se trasladaron a Guatemala para exigir la presentación con vida de Aguilar Mora sin embargo, los intentos fueron en vano, el gobierno mexicano se negó a exigir la libertad de David y por lo menos hasta el año 2000 con la creación de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) se pudo documentar lo que los familiares de David Aguilar Mora ya sabían, [29] el gobierno mexicano tuvo conocimiento de la detención, tortura y desaparición de David. [30]
Para la DFS, David era un militante preponderante del POR(T), un “escritor con preparación, responsable de publicaciones trotskistas […]como el periódico Voz Obrera”, [31] su detención y desaparición no fue fortuita, sino que se planeó con anticipación por las fuerzas represivas guatemaltecas con autorización del gobierno mexicano.
La detención de David Aguilar Mora fue el precedente de lo que se conocería como el Caso de los 28 Desaparecidos, donde fueron detenidos y detenidas militantes de diferentes organizaciones guerrilleras y de izquierda en Guatemala, dando arranque a la guerra sucia en aquel país donde la desaparición forzada se consagraría como una de las principales prácticas de contrainsurgencia.
Eunice Campirán fue detenida-desaparecida en el mes de marzo de 1966 en Guatemala. [32] Por su parte el POR(T) mexicano comenzó una campaña por la libertad de sus militantes que fue espiada con intensidad por la DFS.
Tiempo después el POR(T) fue expulsado de las filas del MR-13 por la presión generada por parte de la burocracia gobernante en Cuba, quienes iniciaron una campaña de hostigamiento y difamación contra el movimiento trotskista en general y en particular contra el dirigente del POR(T), Adolfo Gilly, acusándolos de ser un “instrumento del imperialismo y de la reacción”. [33]
Reconocer la historia de David y Eunice es una necesidad frente a las democracias burguesas actuales que buscan generar consensos con procesos de “paz” o de “reconciliación” para imponer la impunidad y la indolencia frente a los familiares de las víctimas y las y los sobrevivientes.
Una larga lista de militares y civiles son responsables de la desaparición forzada en Guatemala durante la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional, genocidas que hoy continúan impunes. El financiamiento, armamento y entrenamiento contrainsurgente que tuvo como víctimas directas al menos 52,427 personas , involucra a los gobiernos de Estados Unidos y al gobierno de facto de Alfredo Enrique Peralta Azurdia, más la colaboración militar con dictaduras latinoamericanas.
Es más que vigente la lucha por el juicio y castigo a los genocidas, por todas las víctimas de esta política contrainsurgente y por justicia para David y Eunice, con cárcel común y efectiva para los responsables que no hayan muerto aún en impunidad.
Por las luchas por venir y por la memoria de Aguilar Mora y Campirán es necesario retomar las banderas de la lucha por el socialismo, generando un balance de las estrategias postuladas por el POR(T) mexicano, así como la política que levantó el pablismo y posteriormente el posadismo y el mandelismo en Latinoamérica que los llevó a mover el centro de gravedad de acción, el movimiento obrero como sujeto central a los movimientos de liberación nacional y su estrategia guerrillera en Latinoamérica y otras partes del mundo dejando de lado la pelea por la hegemonía obrera, el desarrollo de organismos de autodeterminación y la construcción de organizaciones obreras revolucionarias para la toma del poder.
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