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Red Internacional
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Progresismo latinoamericano. Entre la complicidad y el silencio ante el golpe y la represión en Perú

Las reacciones frente al sangriento y represivo golpe de estado parlamentario encabezado por Dina Boluarte en Perú dejaron al descubierto las posiciones del “progresismo” latinoamericano y sus referentes como Lula y Alberto Fernández. Entre el apoyo y el silencio estos sectores se ponen en la vereda de enfrente de las masas peruanas que enfrentan en la calle al gobierno ilegítimo.

Domingo 12 de febrero de 2023

El 7 de diciembre de 2022 el Congreso de Perú destituyó a Pedro Castillo vía un golpe parlamentario que permitió la asunción de Dina Boluarte a la presidencia. Desde ese día en diversas regiones del país se vienen desarrollado potentes movilizaciones y acciones de protesta que han venido incrementándose y ganando en masividad. El gobierno ha respondido con una sangrienta y brutal represión que ha costado la vida de decenas de manifestantes, así como centenares de heridos y presos.

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El progresismo en la vereda de enfrente del pueblo peruano

Mientras el pueblo peruano da muestras de un gran heroísmo enfrentando con firmeza la salvaje represión, muy distinta es la posición de los progresismos latinoamericanos.

Bloqueos de carreteras, movilizaciones, toma de instituciones, paros y huelgas son los métodos a los que han recurrido campesinos trabajadores, estudiantes y sectores populares para enfrentar al gobierno ilegítimo. Sus demandas apuntan a dar una salida a la profunda crisis que vive el Perú, a la corrupta casta política y empresarial que gobierna Perú desde hace décadas y a la herencia fujimorista que han sostenido los distintos gobiernos. Los reclamos de los distintos sectores en lucha incluyen el fin de la represión, el reclamo de la renuncia de Boularte, el cierre del congreso y la convocatoria a una asamblea constituyente y nuevas elecciones en 2023.
Las acciones decididas de los sectores en lucha peruano contrastan con la complicidad y el silencio que muestran los líderes progresistas de la región.

Lula, que aún genera ilusiones en sectores populares de Latinoamérica, ha tenido una posición totalmente repudiable que incluye la colaboración para que casi 30mil bombas lacrimógenas llegaran a las fuerzas represivas peruanas, las mismas que ya han causado decenas de muertos entre la población.

A mediados de enero el Estado peruano, a través de las autoridades de la PNP (Policía Nacional de Perú), solicitó al gobierno brasilero la autorización para la visita de una delegación para trasladar la venta acordada, permiso que fue otorgado por el gobierno de Lula permitiendo continuar con la salvaje represión. Lula podría haber vetado el suministro de cartuchos por la empresa Cóndor y no lo hizo.

El envío de material para reprimir no es muy distinto a lo que hizo el gobierno de Mauricio Macri cuando proveyó de armas al gobierno golpista de Jeanine Añez en Bolivia a fines de 2019.
El apoyo de Lula al gobierno de Boluarte también se refleja en el reconocimiento que hizo del ilegítimo gobierno y su actitud durante la reciente cumbre de la Celac; cuando se reunieron el canciller brasilero, Mauro Vieiera, y su par peruana, Ana Cecilia Gervasi, y acordaron una cumbre entre Lula y la golpista Boluarte. En medio de las muertes y la represión Lula le lava la cara y le da legitimidad al gobierno ilegítimo y se alinea con la política del imperialismo yanqui para la región.

La debacle del progresismo no la muestra solo Lula, en la propia cumbre de la Celac, el conjunto de países (con representantes de los gobiernos “progresistas de Brasil, Argentina, Chile) se cuidó bien de condenar la represión de Boluarte, continuando con la política de reconocimiento al gobierno que tuvieron durante diciembre.

El silencio del progresismo uruguayo

La izquierda reformista uruguaya está alineada con la posición del resto del progresismo latinoamericano.

El Frente Amplio ante los escandalosos sucesos que sacuden Perú se ha limitado a una tímida declaración que plantea la búsqueda de “una solución política dialogada a la crisis planteada” y el reclamo de respeto al derecho a la manifestación pacífica. Una moderación absoluta que no se diferencia mucho a lo que podría decir a un político de derecha.
Desde los sectores que se dicen de la izquierda frenteamplista no se ha escuchado mucho. No se conocen declaraciones del PCU ni por supuesto ha participado en las manifestaciones de solidaridad con la lucha del pueblo peruano que han tenido lugar en Montevideo en los últimos días.

Parece que les asustan las acciones decididas de las masas peruanas que enfrentan en la calle la represión con métodos que apelan a la movilización y la acción popular en las calles; métodos que son opuestos a los que promueve el progresismo, siempre afecto a las negociaciones, las transas, las salidas “negociadas” e institucionales y los acuerdos de cúpulas.
Solidaridad con la lucha del pueblo peruano

El camino a seguir es el opuesto al que promueve el progresismo reformista. Sus posiciones hoy expresan una posición degradada de la que mostraban en los comienzos de este siglo cuando había una retórica de unidad latinoamericana, cierta confrontación discursiva con el imperialismo y planteos de autonomía e independencia regional.

Hoy sus posiciones se alinean con las que promueve el imperialismo, buscando alianzas con la derecha (como ha hecho Lula para llegar al gobierno) y con un tono más negociador y menos confrontativo.

Hoy más que nunca es fundamental acompañar la lucha del conjunto de los trabajadores y el pueblo latinoamericano, con independencia de la derecha reaccionaria y de estos “progresismos” que se han mostrado impotentes para terminar con la dependencia y el atraso y son funcionales a las clases dominantes.