Las negociaciones paritarias se han convertido en un campo de batalla.

Ruth Werner @RWlaruta99
Jueves 14 de mayo de 2015
Fotografía: wikimedia
El mismo día que Cristina Kirchner les lanzó a los gremialistas por cadena nacional una declaración de guerra con la pregunta retórica “¿en qué mundo viven?” la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte anunciaba un paro general del sector para la primera semana de junio y hacía un llamado a las cinco centrales sindicales para coordinar la medida de fuerza.
Cristina acusó de alguna manera el golpe y morigeró sus pretensiones iniciales. Del 24/25% de aumento salarial propuesto ahora el oficialismo estaría buscando la foto con los obsecuentes de siempre y que están dispuestos a “arreglarse” con un 27%. Entre ellos están el ex servicio de inteligencia y actual dirigente de la UOCRA, Gerardo Martínez, el líder del sindicato de Comercio, Armando Cavallieri y, según cuentan los “pasillos” de los ministerios públicos, el jefe de UPCN, Andrés Rodríguez. Aunque continúan las negociaciones con la parte empresarial los dirigentes de Comercio y la Construcción tienen acuerdo en fijar la pauta en torno a ese aumento en dos pagos, además de sumas fijas no remunerativas. Recordemos que los mercantiles habían llegado a un preacuerdo semanas atrás por una suba de 30% que fue vetado por el Ejecutivo.
Ante estos nuevos porcentajes en danza el dirigente de La Fraternidad Omar Maturano ratificó ayer el paro de transporte y denunció que la propuesta "no nos cierra", cuestionó la política oficial de inmiscuirse en paritarias y pidió ayer al ministro de Economía que "deje a los sindicatos que discutan con los patrones" para agregar que, con los acuerdos salariales de 2013 y 2014, ya "van 10 puntos perdidos" respecto a la inflación.
En uno de los gremios más importantes de la CGT oficial, el que responde al máximo dirigente de esa central, la UOM, las paritarias están completamente empantanadas. Ayer volvió a fracasar la reunión en Ministerio de Trabajo y Antonio Caló debió re-convocar el paro de 36 horas (sería para el próximo jueves) que había levantado hace una semana. La UOM reclama un haber inicial de 8.500 pesos, en términos de porcentaje un aumento cercano al 30%. Las patronales, envalentonadas por la “prudencia” que pidió el gobierno en la discusión colectiva hablan de “paritarias cuidadas” y ofrecen un incremento vergonzoso del 24%.
Si algunos de los dirigentes sindicales burocráticos no acataron aún los topes que quieren imponer el gobierno y las patronales es debido a que sectores de los trabajadores están a punto de “colgarlos del Obelisco”. Las palabras pertenecen al mismo Antonio Caló, que mira por TV cómo en su gremio se vive un clima de conflictividad que abarca fábricas como Siderca, Acindar y una bronca extendida en el gremio y sobre todo entre los sectores que menos cobran y cuyas condiciones laborales son lamentables. Anteayer los bancarios fueron al paro general de 24 horas que tuvo un contundente acatamiento en reclamo de una suba de 33% y contra el impuesto al salario. Ayer volvió a fracasar otro intento de acuerdo entre los trabajadores aceiteros y las cámaras empresarias del sector. En consecuencia se espera que la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmontadores de Algodón y Afines de la República Argentina vuelva al paro por tiempo indeterminado. La brecha entre lo que proponen los trabajadores y los patrones son enormes. El reclamo de 42% choca abruptamente con el 25% que ofrecieron patronales que esperan ganar fortunas este año con la cosecha récord de soja y otros cereales y oleaginosas.
Ni Hugo Moyano ni Barrionuevo han salido a contestar afirmativamente la convocatoria de la CATT a coordinar medidas hacia un paro general. De hecho, más allá de declaraciones contra los topes salariales y los cambios mínimos en el impuesto a las ganancias, continúan en la tregua que le dieron al gobierno y los empresarios desde el paro nacional del 31M.
Por el contrario, el sindicalismo combativo viene levantando fuerte la voz no sólo porque está en primera línea en apoyo a conflictos como el de WorldColor contra los despidos, sino porque exige un paro nacional de 36 horas, activo, con movilización a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país. El método que propone es opuesto al de los burócratas sindicales, el de realizar asambleas para impulsar la medida de fuerza y votar los reclamos de todos los trabajadores.
Como planteó Camilo Mones delegado de Pepsico Snacks del gremio de la Alimentación en La Izquierda Diario y ante el anuncio del secretario general del gremio de exigir el 43% de aumento, hay que “realizar asambleas para que entren en escena los trabajadores, que somos los que vamos a poner la fuerza decisiva para lograr el aumento. Para votar qué aumento queremos: delegados paritarios en asamblea para discutir con las patronales y no dejar en manos de la directiva que firme lo que quiera”.
El sindicalismo clasista y combativo se ha pronunciado a favor de las paritarias libres y sin techo, por un salario igual a la canasta familiar y por la anulación del impuesto al salario. Pero como denuncia el mismo delegado de Pepsico “no es sólo el aumento de salario, sino también las condiciones de trabajo”: la lucha contra la precarización laboral, contra el trabajo en negro y por la efectivización de los trabajadores contratados.