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Red Internacional
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LGBTI. (I) Entre los ataques de la derecha y el "progresismo" que pone la transfobia al frente, ¿qué hacer?

Contra los ataques a las leyes LGBTI de Ayuso en la Comunidad de Madrid o el pin parental en Murcia no sirve un "progresismo" que pone al sector transexcluyente a dirigir el Ministerio de Igualdad o nombra como directora del Instituto de Mujeres a una persona que niega su existencia o que el asesinato de Samuel tuviera origen en la LGTBIfobia.

Jueves 4 de enero

Hace unos días en la Asamblea de Madrid se aprobaban unos grandes retrocesos en las leyes de identidad, expresión de género y de Protección integral contra la LGTBIfobia. Esta derogación viene en una línea de ataques internacionales desde la derecha a las personas LGTBI, pero, en especial, hacia las personas trans. Desde las leyes que prohíben el drag en EE.UU, la prohibición de parejas homosexuales en Hungría o la declaración de zonas libres de ideología LGTB en Polonia. La derecha española no es muy diferente pero, ¿qué es lo que significa este retroceso?

Una de las primeras alteraciones es la eliminación de despatologización (uno de los avances de la breve ley trans), es decir, para esta dirigente conservadora y derechista quien debe aprobar nuestra identidad es un psicólogo y/o un médico. Por supuesto este cuestionamiento a la autodeterminación se rodea de un halo de legalismos, puesto que la “autodeterminación” no tiene compatibilidad constitucional. La realidad es que a parte de creerse con autoridad sobre la identidad del resto, también quieren seguir manteniendo las normas del género que permiten la reproducción de nuevas generaciones de obreros a los que explotar. Esto nos recuerda que estas normas actúan violentamente contra les disidentes pero como método de control al conjunto de nuestra clase para asegurar la ganancia futura a los capitalistas. Pero este ataque no se queda aquí.

Además de eliminar toda protección a la autodeterminación, que ahora quedará sujeta al análisis psicológico y/o médico, el PP madrileño también elimina los programas de atención, protección y prevención del acoso escolar a las personas LGTB, dejando en peligro a las infancias disidentes que, con el crecimiento de posiciones reaccionarias contra éstas, quedan más desprotegidas aun que antes y sin ningún tipo de educación sexual en la diversidad ya que los propios ajustes del PP se encargan de que la diversidad no sea un requisito en la educación sexual.

La derecha que se encarga que otros puedan decidir sobre nuestra identidad también se encarga de traer de vuelta las terapias de conversión, aunque específicamente para las personas trans. Esto es un ataque brutal que no solo vuelve a la medicalización de las personas disidentes del género y la sexualidad normativa sino que le da más espacio al conservadurismo puritano y pone la bota en el cuello de la diversidad.

La respuesta de la izquierda institucional se ha oído desde el PSOE y sus socios de gobierno hasta Podemos desde el grupo mixto y sus redes sociales. Pedro Sánchez ha salido a declarar que recurrirá legalmente este retroceso, pero si algo sabemos de la judicatura Estatal es su carácter conservador que buscaba echar para atrás la limitadísima amnistía y que es conocida por buscar cualquier minucia para no condenar los casos de abusos sexuales a mujeres o protegiendo a la Iglesia de las acusaciones de abuso de menores. Nada tenemos que esperar de los procesos judiciales ni tampoco de una izquierda que considera intocables los millones de dinero público a la Iglesia y que tenga dos tercios de la educación concertada.

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Reformas a medias y un “progresismo” sin salidas

Mientras Ayuso y el resto de la derecha golpea contra nuestros derechos, el PSOE ha nombrado como nueva directora del Instituto de Mujeres a Isabel García, una mujer conocida por declarar en sus redes sociales perlas tales como “las mujeres trans no existen” y que “la teoría queer avanza con el único objetivo de perpetuar el heteropatriarcado y el borrar a las mujeres de lo político” pareciendo un discurso más propio de la derecha con la que nos amenazaban para rascar votos durante el verano y el otoño.

Este es el ejemplo que quieren dar los “socialistas” del gobierno sobre su idea de progresismo. Si bien hasta sus socios de gobierno a través de las redes sociales de Sumar han tenido que guardar la fachada de defender los derechos LGTB, no han hecho ningún tipo de declaración para exigir una ruptura de gobierno si no se destituía a Isabel García de su puesto, hecho que no sorprende cuando ante el nombramiento como Ministra de Igualdad a Ana Redondo, conocida por asistir a misa y que el primer 25N desde la conformación de gobierno asistía a la manifestación transexcluyente en lugar de la unitaria; Sumar guardó silencio.

La posición más curiosa ha sido la de Podemos que denunció el nombramiento en sus redes ahora que Montero tuvo que ceder su cartera ministerial pero que no tuvieron problema en aprobar mandarnos policía durante las manifestaciones del asesinato homófobo de Samuel o tampoco en recortar la Ley trans con tal de mantener los acuerdos de gobierno. La cual estuvo en un cajón durante más de dos años y solo bajo la presión de movilizaciones por todo el estado es que aprobaron una triste ley de unas pocas páginas que no implantaba la educación sexual en diversidad, ni cuestionaba las relaciones de la Iglesia con el Estado y su participación en la educación, que no aseguraba nada en la sanidad trans...

Este grupo que ahora se intenta autoconsagrar como un bastión político de los derechos de las disidencias no tuvo problema en formar gobierno para reprimirnos, desmovilizarnos y, en última instancia, utilizarnos como un elemento de rédito político, el ”yo más” contra el PSOE, como si las conquistas para las disidencias les pertenecieran a quienes no tuvieron problemas en reprimirnos y decirnos que nuestra organización es innecesaria mientras ellos nos representen.

Y es que cuando hablamos de esta lucha del “yo más” entre partidos del Régimen no podemos evitar fijarnos en leyes insuficientes como la ley del matrimonio igualitario. Supuso un gran avance, una conquista de derechos en equiparación y una muestra de aquello que podemos llegar a hacer a través de la organización y el combate. Sin embargo, no incluyó, por ejemplo, la legalización de las parejas formadas por más de dos personas o cualquier otro tipo de relación que cuestionara las relaciones nucleares biparentales. El PSOE ha estado sirviéndose de ésta aprobación para recordarnos que ellos la propusieron cuando la realidad era que un movimiento LGTBI organizado la impuso.

Otros derechos que también deben ser destacados es el derecho a acceder a la hormonación a través de la sanidad pública, que significó un gran avance teniendo en cuenta la dificultad de acceso por el alto coste económico. Pero a la vez que conquistábamos por nuestra lucha este derecho la realidad del capitalismo nos pisaba el cuello por otra vía. No hay suficiente financiación y los procesos para acceder a la vía pública para el cambio de género tanto en el Documento de Identidad como al acceso médico de hormonación y operación son complejos y se ponen trabas continuas. Mientras tanto el gobierno “progresista” sigue dedicando más financiación al guerrerismo imperialista, o a la protección de fronteras de la Europa fortaleza, mientras se precariza la sanidad.

También hablamos de la Ley Trans que permitía el cambio rápido de nombre sin tener que pasar por un proceso de hormonación o porque un psiquiatra aprobara el cambio y el propio proceso hormonal. Pero a la vez es una ley, como ya mencionaba antes, que no incluye una educación sexual integral en los centros de estudio y de trabajo, que no exigía a las empresas una cuota laboral para personas LGTB, no cuestionaba las relaciones con la Iglesia católica que financia y garantiza terapias de conversión y que no incluía ni a las personas no binarias ni a las migrantes. Esta ley fue aprobada, con sus límites, por la enorme lucha de la diversidad sexual.

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También hemos conseguido que se nos deje de clasificar de enfermos mentales o que se legisle para protegernos ante los delitos de odio, pero a la vez la derecha y sus ideas reaccionarias crecen y se extienden ante la mirada pasiva del progresismo que venía a pararla y estos mismos nos dicen que la única forma de protegernos era con la misma policía que nos reprimía en las manifestaciones por nuestros derechos, cuando bien sabemos las personas trans que la única relación histórica de nuestro colectivo con la policía ha sido el del idioma del ladrillazo y la autodefensa.

El capitalismo además quiere instrumentalizar nuestra lucha como una herramienta para su geopolítica imperialista, advirtiendo que los migrantes vienen a imponer sus ideas LGBTIfóbicas y machistas a través de una invasión silenciosa o que hay que apoyar el Estado genocida de Israel como si fuera un oasis LGTBI. Lo que nos dejan claro es que para el capitalismo nuestra lucha es una herramienta para buscar dividirnos del resto de sectores oprimidos cuando lo que debemos buscar es la unión de las luchas. Tomando la cuestión palestina es imposible ignorar el caso de la organización LGTB por la liberación palestina Al-Qaws que lucha a la vez por la liberación de un pueblo oprimido por el imperialismo y erradicar la LGTBIfobia.

El capitalismo y sus falsas alternativas no nos deparan una solución a nuestros problemas sino parches a nuestra opresión y explotación mientras puede permitírselos o y a la primera de cambio represión, retrocesos y discriminación cuando necesita restaurarse contra la clase trabajadora, como vemos con el ejemplo del gran retroceso de las leyes LGTB en Madrid o el pin parental en Murcia.

Quienes nos dicen que la derecha, la opresión, la crisis… son “errores” que se pueden administrar, quieren que abandonemos la lucha contra un sistema que nos condena a la precariedad y la opresión bajo la esperanza que ellos, benefactores de derechos y adalides del progresismo, podrán calmar nuestros males sentándose a darse festines con las patronales o negociando pequeñas concesiones insuficientes para lo mucho que tenemos que demandar y pelear.