A partir del 17 de agosto se entregarán los resultados del examen que realizan cientos de miles de jóvenes, en un proceso organizado por la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (COMIPEMS). ¿Qué efectos tienen estas pruebas en nuestrxs estudiantes y como docentes?
Miércoles 16 de agosto de 2023
El proceso de selección, en el cual participan cientos de miles de jóvenes a nivel nacional para poder obtener un lugar en las escuelas de nivel medio superior, está a punto de culminar con la publicación de los resultados. Aunque el anuncio oficial corresponde al 18 de agosto del presente, los resultados podrán estar disponibles a partir del 17. Para esta prueba se presentaron en este año más de 250,000 estudiantes en todo el país.
Según las cifras de COMIPEMS, solo el 31% de quienes presentan la prueba logran entrar en su primera opción, siendo que la mayoría de los estudiantes pretende entrar a escuelas que pertenecen al sistema del Instituto Politécnico Nacional y de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM. Esta cifra no solo tiene un impacto en la propia de vida de lxs estudiantes por cuanto define en parte su vida profesional e incide en su estado de ánimo, sino que además este examen y sus resultados influyen en cómo se estructura la educación secundaria, su vida interna y dinámica pedagógica.
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A lxs docentes de la secundaria se nos impone una forma de reproducir prácticas de enseñanza orientadas a que nuestro estudiantes -sobre todo en 3er grado- resuelvan dichas pruebas, lo cual mantiene por la vía de los hechos la estandarización de la educación, un esquema meritocrático que privilegia la memorización y una visión enciclopédica del quehacer educativo, lo cual poco sirve realmente a los intereses de nuestros estudiantes, incluso en la visión utilitaria de la educación impuesta desde el llamado “aprendizaje significativo” o “educar para la vida”, ya que a la juventud corresponde la mayor tasa de desempleo, con un 6.4%.
¿Educar para el trabajo o para cambiarlo todo?
Como docentes, hay que preguntarnos qué motivación pueden tener nuestrxs jóvenes si lo que toda la vida entendieron de la educación como “capacitación para el trabajo” es cada vez más irreal, o en el peor de los casos más inaccesible para lograr terminar los niveles medio superior y superior. Según estadísticas, si bien el 66% de quienes ingresan al bachillerato lo concluye, más del 67.4% de las personas jóvenes (entre 19 y 35 años) se encuentra en la informalidad.
Esto quiere decir que, inclusive si terminan una carrera profesional, esto no es garantía de que puedan acceder a trabajos permanentes y bien remunerados. Entonces ahí cabe reflexionar que la educación “en sí misma” no es la que cambia las condiciones de existencia y combate la pobreza a la que estamos sometidos la mayoría de la población. Según estadísticas y volviendo al tema de la juventud, ésta percibe un salario promedio de 5,100 pesos, estando por debajo de la canasta básica familiar, que según la Universidad de Guadalajara asciende a más 11,600 pesos mensuales.
Pero las y los docentes también nos vemos afectados por las consecuencias de la estandarización educativa y la implementación de pruebas como las de COMIPEMS, en nuestra percepción sobre el quehacer como docentes y cómo se ha hecho ver éste ante la sociedad, lo que trajo como consecuencia en su momento los duros ataques que padeció el magisterio durante el sexenio anterior y en este también, aunque de forma más sutil para continuar la ofensiva sobre las condiciones laborales, aunque ahora con una retórica educativa “antineoliberal”.
En otras notas hemos desarrollado los aspectos del neoliberalismo en la educación y cómo es que esta tendencia se preserva en el actual modelo en el terreno laboral y sus consecuencias en la educación, pero en nuestra práctica diaria también se incluye la interacción con nuestros estudiantes, la cual, dadas las circunstancias de su formación académica, debería ser un tema de preocupación para quienes somos docentes en una perspectiva de clase, pues quienes se benefician de este modelo educativo son los grandes propietarios.
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Frente a ello, desde la agrupación Nuestra Clase consideramos fundamental desarrollar la organización democrática desde las bases, para dar la pelea contra el charrismo por la recuperación de nuestro sindicato como instrumeto de lucha, además de pugnar por recobrar el sentido de unidad entre estudiantes, docentes, madres, padres de familia y trabajadores, para poner sobre la mesa los grandes problemas de la educación en todos los terrenos y poner en pie un verdadero proyecto educativo que responda a nuestro intereses y no al de un puñado de empresarios.
Para impulsar esa perspectiva, luchamos por construir una gran corriente de trabajadoras y trabajadopres de la educación, combativa e independiente de los partidos del régimen y el gobierno. Te invitamos a sumarte, escríbenos por facebook.