Desde la revista Ideas Socialistas conversamos con el musicólogo Claudio Gajarado, quien hace unos meses lanzó su último libro "Sonambulismo: Aproximación a los conjuntos electrónicos de la Nueva Ola Chilena (1962 - 1966): El caso de Los Masters" por medio de su editorial Claudio Gajardo & The Rocket Blues, en que aborda los primeros pasos de las bandas electrónicas en Chile, hasta la formación de Los Masters, banda previa de lo que después se convertirá en Congreso.
IS: Ante todo, y tomándome de dos dimensiones que parecieras abordar a lo largo de tus trabajos previos, una como teórico musical, y otra como historiador de la música, quisiera preguntarte, ¿te has propuesto algún objetivo en particular, al rescatar fragmentos de nuestra historia musical que parecieran ubicarse en una dimensión que es popular, pero que muchas veces tienden a permanecer en la sombra?
CG: “Bueno, claro que sí. Mi propósito guarda relación con el rescate de la memoria de la música popular chilena de los años ’60, sobre todo del Rock Chileno, así como de la Nueva Ola. Ahora bien, ¿por qué razón? Pues bien, porque existen protagonistas, así como situaciones e historias interesantes que he ido descubriendo con el paso de los años y que son necesarias conocerlas para comprender nuestra situación de la industria musical actual. Por ejemplo, las actuales generaciones de músicos no comprenden ciertas actitudes y comportamientos de los administradores, así como de los organismos que están detrás de la industria musical chilena. Y no saben nada porque muchos ignoran que antes de la publicación del cassette, ‘La voz de los ‘80’, había toda una historia musical chilena que ha sido silenciada durante décadas por la televisión, la radio y la prensa escrita. Por ende, cuando se trata de dar espacio a la música popular chilena, siempre salen a colación los mismos artistas consagrados de siempre, dejando atrás a muchos que también merecen un reconocimiento aparte. Por consiguiente, mi rol ha sido legitimar el trabajo de otros mediante una investigación acuciosa y rigurosa que aprendí años atrás, mientras fui alumno de postgrado en la Universidad de Chile”.
IS: Tu libro comienza dando cuenta de las transformaciones y reformas acontecidas desde comienzos de la década de los 60’s a nivel nacional, pero también dando cuenta de lo que acontecía internacionalmente, por medio de una gran transformación cultural entre los jóvenes ¿Cuáles crees que son los puntos en común entre la juventud de Europa o Estados Unidos, y aquella juventud chilena que muestra un gran interés por los nuevos sonidos desde el extranjero?
CG: Pienso que las generaciones de jóvenes de Europa y de Estados Unidos de los años ’60 tuvieron algo, en común, y fue el hecho de que vivieron el fenómeno de la posguerra, el cual fue muy duro para ellos. Por tanto, ante este nuevo orden mundial, rápidamente, la industria cultural internacional fijó propósitos claros que apuntaron a comercializar productos culturales que tuvieron la clara intención de dirigirlos a aquellos jóvenes que buscaron una identidad que la separara de los mayores. En este contexto, los jóvenes de aquellos puntos geográficos mencionados no querían parecerse a los adultos porque pensaban que la filosofía de éstos era la causante de todos los problemas socio-culturales que estaba experimentando la humanidad. Por consiguiente, comenzaba a solidificarse una brecha generacional que ya había comenzado con la generación del rock n’ roll, pero que ahora estaba un poco más férrea que la anterior. Y, sobre este punto, en Chile, desde la segunda mitad de la década del ’60 hacia adelante, por medio de la música y del cine, muchos jóvenes coléricos chilenos empatizaron con las necesidades y problemáticas socio-culturales de los moceríos de aquellos países desarrollados. En este sentido, las canciones y las películas fueron grandes canalizadores que permitieron la empatía de los jóvenes chilenos con los pensamientos de sus pares de los países desarrollados, puesto que veían que las demandas sociales que éstos peleaban, eran las mismas que experimentaban con su realidad local. Desde luego, el desarrollo tecnológico de la época permitió que la industria cultural internacional fuera creciendo, complejizándose y masificándose por todos los rincones del planeta. Y era muy difícil que un joven que vivía, en la ciudad, pudiera escapar de su enorme influencia”.
IS: Cuando te refieres al fenómeno de la Nueva Ola en nuestro país, muestras claramente la necesidad por parte del empresariado local de generar una industria musical que estuviera dirigida a la juventud, y, en este sentido ¿Cómo las relaciones laborales y comerciales entre artistas, representantes y disqueras –que colocaban por delante sus intereses económicos- permitieron formar una cantera de músicos que fueron desarrollando sus propios proyectos ¿Crees que existió algo distintivo por parte de la escena nacional, del resto de Latinoamérica?
CG: “Eso es sencillo de explicar. En aquella época, gracias al desarrollo tecnológico, la música popular era dominada por los instrumentos eléctricos que giraban en torno a la guitarra eléctrica. Por ende, los jóvenes se convirtieron en protagonistas porque sus proyectos musicales giraban en torno a saber ejecutar, tanto la guitarra eléctrica como el resto de los instrumentos que la acompañaban. Y para componer, así como aprender música popular sólo se necesitaba tener buen oído. Por consiguiente, muchos jóvenes del país que soñaron con formar conjuntos musicales para darse a conocer, se encontraron con una industria musical que les permitió abrir sus puertas porque, por un lado, sus proyectos musicales significaban la vanguardia musical del momento y, por otro lado, su presencia significaba abaratar costos. Así de simple. Y desde luego, esta situación no fue algo exclusivamente propia de la industria musical chilena, sino también latinoamericana y mundial”.
IS: Me parece muy ingenioso haber tomado la palabra “Sonambulismo” en tu libro, haciendo un guiño a la banda británica The Shadows, cuyo sonido característico, en la guitarra de Hank Marvin, generó un impacto internacional en los distintos conjuntos electrónicos de Latinoamérica. ¿Cuál crees que fue el mayor impacto en aquellas bandas de mediados de los años 60’s?
CG: Para responder lo primero que señalas, te diré que escogí el título de ‘Sonambulismo’ porque fue un tema que se convirtió en un himno para el repertorio de todos los conjuntos musicales de la Nueva Ola. En tanto para contestar a tu pregunta, pienso que los conjuntos musicales chilenos de esta corriente intentaron parecerse lo que más pudieron al sonido de The Shadows. En este sentido, en vez de buscar un sonido genuino, por el contrario, la gran mayoría intentó parecerse. Ahora bien, si me preguntas qué grupos musicales de la Nueva Ola buscaron un sonido que fuera un poco más vanguardista con la guitarra melódica como eje central, yo te diré que fueron Los Fénix, Los Sonny’s y un par más por ahí. En otras palabras, muy pocos grupos musicales chilenos”.
IS: Un problema que muestras abiertamente en el libro fue el nivel de precariedad e inestabilidad laboral que vivieron una serie de conjuntos orquestales, quienes encontraron mermada su actividad producto de la emergencia de los nuevos conjuntos electrónicos, los cuales disponían de menos integrantes, y se hacían por tanto mucho más conveniente a nivel económico, tanto para las disqueras como para empresarios del rubro ¿Te parece que hay una ruptura a partir del desinterés sobre las antiguas estructuras de las bandas, frente a las nuevas tendencias electrónicas a nivel de masas?
CG: “Absolutamente, puesto que la tecnología jugó un rol importante que generó un buen negocio para los sellos discográficos y para las radios, el abaratamiento de costos que ofrecían los conjuntos musicales. Y con el paso de las décadas, fue paradójico cuando estos mismos ya no serían requeridos como músicos de sesión porque no podían competir ante máquinas como el teclado sintetizador que era capaz de reemplazar todos los instrumentos dentro de un estudio de grabación, así como en las giras de los artistas. Prácticamente, la tecnología nuevamente fue protagonista para reordenar el asunto, dejando esta vez cesantes a los músicos de conjuntos musicales”.
IS: En el caso de Los Masters, tal como mencionas pareciera desarrollarse un proceso de introspección musical en los hermanos González (Tilo, Patricio y Fernando) junto con Fernando Hurtado, que iniciados por el sonido “shadowsiano” pareciera ir adentrándose en la necesidad de formarse teórica al estudiar en el conservatorio, con un posterior interés ideológico frente a la época sumado a otras influencias. A tu criterio, ¿en qué momento se produce esta amalgama de cualidades que termina desembocando en una banda tan única como es el caso de Congreso?
CG: “En el caso de Los Masters, para 1969, éstos comienzan a darse cuenta de que no podían estar jugando, eternamente, a ser el papel de los ‘Shadows de Quilpué’ porque las influencias musicales e ideológicas foráneas eran demasiado pujantes como para ser indiferentes. En este sentido, Los Masters determinan establecer una propuesta musical que fuera genuina, en base a un rock progresivo y de fusión, que incluyera a instrumentos autóctonos, así como una propuesta ideológica que pusiera sobre la mesa problemáticas latinoamericanas. Todo esto último, de la mano de Francisco Sazo, quien provenía de Los Sicodélicos”.
IS: Por último, Claudio, me has mencionado que un artículo tuyo forma parte de “Cielo Rock”, un compilado de trabajos relacionados a la historia del Rock en Perú, y en qué tú particularmente abordas la influencia del músico peruano Edgar Zamudio en distintos conjuntos a nivel latinoamericano, y en particular en Chile ¿Cómo surgió el interés por este artista en particular?
CG: “Todo comenzó mientras recopilaba información por años para mi futura Tesis de Magíster en Artes, con mención en Musicología, ‘El Beat Chileno, el Beat Progresivo-Psicodélico Chileno y Los Sicodélicos (1964-1968)’ que defendí en el año 2009. En el instante en que descubría el movimiento de la industria discográfica chilena durante los años ’60, me iba topando con Edgar Zamudio, un músico peruano que tocaba con un conjunto musical de Constitución, llamado The Vikings durante 1965-1966. En este sentido, siempre me llamó la atención que por medio de su segunda formación se llevara a estos chilenos a Perú e hiciera con ellos una gira por Latinoamérica. Lo encontré muy notable, pero, en el proceso de mi tesis, yo no tenía más información que aquella y nada más”.
IS: Y, a continuación ¿qué decisión tomaste?
CG: ”Tomé la decisión de diseñar, en un futuro plazo, una investigación sobre Edgar Zamudio. Por tanto, en el camino conocí a gente que, en vida, compartieron con él. Sin embargo, no fue un proceso rápido, sino que muuuuuy leeeeeento. Imagínate que desde agosto hasta noviembre del año pasado, yo había avanzado mucho más que toda una década. Cosas curiosas que uno mismo no se explica mucho cómo ocurren, pero ocurren. Por último, el momento clave de la investigación fue cuando, en el año 2014, tomé contacto con la viuda de Edgar Zamudio, la señora Miriam, quien desde Miami me otorgó documentos
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