Entrevistamos a Raquel Rodríguez, que ha trabajado en el filme de animación Valentina, película galardonada con un Goya, y nos cuenta las irregularidades cometidas por su «supuesta» directora, Chelo Loureiro.
Miércoles 16 de febrero de 2022
Foto: VALENCIA, 12/02/2022.- La productora Chelo Loureiro (3i) acompañada por el equipo de la película de animación "Valentina" posan con el Goya a "Mejor Película de Animación" durante la gala de la 36 edición de los Premios Goya que tiene lugar este sábado en el Palau de les Arts de Valencia. EFE/Biel Aliño.
En el mundo de cine no todo es amor al arte y reivindicaciones en alfombra roja. En la pasada gala de los Goya, al tiempo que "El buen patrón" se alzaba victoriosa gracias a su ácida crítica del mundo laboral, se premiaba la precariedad y el abuso en la industria cinematográfica.
Y no nos referimos sólo a las hipócritas declaraciones de Jaume Roures, productor de esta cinta y que tiene a sus espaldas despidos improcedentes aún hoy sin indemnizar.
Esta mañana, los trabajadores y trabajadoras detrás de la película de animación Valentina han denunciado irregularidades cometidas por Chelo Loureiro, quien subió a recoger el Goya a Mejor Película de Animación.
Lo hizo en calidad de directora, aunque eso ha sido puesto en entredicho por el equipo del filme, quienes aseguran que no hizo las labores de dirección y que, para colmo, ha causado un gran perjuicio al modificar a espaldas de los trabajadores, el rodillo de créditos del final de la película.
En Izquierda Diario hemos entrevistado con Raquel Rodríguez, quien estuvo al cargo del departamento de montaje, de layout artist y que ejerció de co-directora no reconocida en Valentina, y que, junto sus compañeros, han hecho público un escándalo tristemente habitual en la industria del cine.
Chelo Loureiro: la directora que no dirigió
Valentina comenzó a desarrollarse en 2019 con Loureiro a la cabeza del proyecto y con Antaruxa como coproductora. La mayoría de sus trabajadores, entre los que estaba Raquel, habían trabajado en otros proyectos con esta empresa, contratada para el caso de Valentina por Brandán de Brano.
Ella nos cuenta que la presencia de Loureiro destacó al principio, sobre todo en los primeros meses de la fase de preproducción. Por entonces, Loureiro tomaba decisiones en el proyecto, aunque, como Raquel nos cuenta, de manera muy poco flexible y sin atender a las inquietudes del equipo.
Apenas habían pasado dos meses cuando Loureiro, quizá por tener otros proyectos entre manos, comenzó a ausentarse con bastante frecuencia. Ante la ausencia de la directora, Raquel era la encargada de enviar dosieres en los que se explicaba cómo iba el proceso (del cual Loureiro no formaba parte) y las distintas necesidades que tenían. Loureiro respondía escuetamente, y fueron los responsables técnicos en compañía del coproductor quienes sacaban el proyecto adelante a pesar de que la propia directora se desentendía del desarrollo del filme.
Las noticias de Loureiro se hacían esperar semanas, cada vez estaba más ausente y, a principios de 2020, era Antaruxa la encargada de contactar con ella. Raquel ha destacado que su labor como editora de la película exigía una coordinación con la dirección para que todo saliera tal y como estaba estipulado. La edición marca el ritmo, el desarrollo mismo de la película, por lo que es una tarea de director marcar las pautas a seguir (siempre atendiendo a las valoraciones de su equipo). Esa labor, finalmente, recayó sobre Raquel y sus compañeras que, pese a todo, seguían con el proyecto.
Con la llegada de la pandemia se paralizó el proyecto, hasta que, en 2021, Chelo creó la productora Valentina La Película A. I. E. y volvió a poner el proyecto en marcha. No obstante, a pesar de todo, Loureiro siguió sin cumplir su rol de directora. Brandán de Brano debía estar siempre detrás de ella para cualquier asunto, lo que entorpecía la producción y la toma de decisiones. Esta última labor la llevaron, de forma efectiva, el coproductor B. de Brano, Raquel Rodríguez y Raquel Ramos del Departamento de Montaje, y Sandra Varela, de layout artist. El grueso de la dirección lo llevaron entre ellos, sacando el proyecto adelante sin, prácticamente, ninguna intervención de Loureiro.
Antes de empezar, os comparto aquí el comunicado que enviamos a prensa esta semana para que quede todo bien contextualizado: pic.twitter.com/0ln9ahS3Ll
— RaquelRL (@mayarazee) February 13, 2022
Los créditos falseados
Los créditos finales suponen la firma de todo el equipo. Aunque es eso que todos ignoramos cuando nos levantamos de la butaca, es el modo en que se reconoce la labor de cada trabajador implicado en la película.
Cuando la producción estaba acabando, se envió a la que había cumplido con la función de productora ejecutiva más que de directora, Chelo Loureiro, una propuesta para que aceptara el rodillo de créditos. Esta propuesta fue rechazada ante el asombro de todo el equipo. El antiguo coproductor, Brandán de Brano, avisó en diversas ocasiones a la productora y supuesta directora para que comprendieran la importancia de los créditos y que estos no podían hacerse de manera unilateral sin el visto bueno de los demás.
Pese al aviso, Loureiro los modificó a espaldas del resto de trabajadores. Estos créditos finales, además de no plasmar la realidad del trabajo, modificaba la responsabilidad de la cinta. Antaruxa fue relegada a una productora asociada, cuando tenía derecho a ser considerada coproductora; al tiempo que Loureiro pasó de «productora ejecutiva» a «productora» y «directora» para recoger el premio (ya que las normas de la Academia determinan que un productor ejecutivo no puede recoger el premio).
En los mismos créditos omitió a trabajadores o los situó en departamentos y funciones que no habían cumplido. Naturalmente, ella se situó como directora a pesar de que no había cumplido tal rol, sino los de productora ejecutiva, guionista, actriz de doblaje, directora de actores de doblaje y música.
A pesar de los mensajes de De Brano, Loureiro no dio respuesta. Los créditos fueron vistos por primera vez por estos trabajadores en el estreno de Valentina. Raquel nos explica la frustración del equipo: «imagínate estar dos años trabajando en un proyecto, que éste se estrene y ver, con tus propios ojos, que tu nombre no está donde tiene que estar o, sencillamente, ni apareces».
Además de la frustración, está la angustia de comprobar que tu trabajo no ha sido reconocido y que, en un futuro, te puede generar perjuicio. ¿Cómo puedes demostrar que has trabajado en un elemento concreto de una película si los créditos, que dan testigo de tu trabajo, están mal? Esto es un daño a la carrera profesional de quienes han hecho la película, que invisibiliza el trabajo presente y perjudica al futuro.
Lo peor, dice Raquel, es que se le avisó y se estuvo detrás de Loureiro para que las cosas se hicieran bien, pero ella, además de ignorar su labor como directora, ignoró a quienes habían trabajado en Valentina poniendo en peligro el crédito de sus vidas profesionales.
Los impagos a los trabajadores
Además de todo esto, Raquel nos ha explicado que hay, todavía, trabajadores que no han recibido el pago por su labor de la película.
También nos ha pedido que señalemos un error que han cometido otros medios y periódicos, e incluso la propia Loureiro. Tras emitir el comunicado, muchos periódicos se hicieron eco de la protesta de los trabajadores. Algunos plasmaron lo dicho en el comunicado y otros, como El Mundo, entrevistaron a Loureiro. Entre las cosas que decía era que, si había impagos, que «presenten la nómina sin pagar». El periódico incidía en este detalle para reforzar la posición de Loureiro.
Raquel nos ha comentado que, en efecto, no hay ninguna nómina sin pagar. Sin embargo, sí hay dos impagos: el primero, de una factura a un animador freelance, concretamente por la última escena de la película. Según este trabajador, estuvo detrás de Loureiro para cobrar su trabajo, pero, una vez más, pasó de dar largas a ignorar abiertamente sus avisos.
El segundo, tiene que ver con un trabajador contratado a través de la Fundación de la Universidad de A Coruña (FUAC). Este trabajador e investigador ejerció de director de arte y empleó para las animaciones un nuevo software. Tras volver de una baja por paternidad, avisó a Loureiro que informase a la FUAC para que esta, como si fuera un becario, le diese su sueldo. El hecho es que estos avisos no se dieron. De hecho, la propia FUAC está enterada de la irregularidad de que Loureiro no informara de la labor del trabajador y está en proceso de aclarar la situación para garantizar el derecho del trabajador a recibir su salario.
Por tanto, nos señala Raquel, por mucho que hayan dicho los medios o Loureiro haya pretendido tirar balones fuera, no se trata de nóminas, sino de una factura y de un impago a través de la FUAC.
Reacción de Loureiro y expectativas
Ante este comunicado y la relativa repercusión en prensa, Chelo Loureiro rápidamente desmintió las acusaciones. Lo más interesante es que no ha presentado prueba alguna de lo contrario ni tampoco ha entablado comunicación con los trabajadores.
Por el contrario, su reacción ha sido darse golpes de pecho, enalteciendo su importancia y experiencia al frente de producciones de animación, marcándose ella misma como un referente en la industria, acusándolos de quitarle la alegría de ganar el Goya, acusándolos de empañar el espíritu de Valentina y del cine en general.
Una reacción orgullosa y fuera de lugar si pensamos en la cantidad de buenos cineastas que han abusado de su situación de poder. Aunque no haya respondido debidamente a las acusaciones, su actitud habla por sí sola: anteponer la alegría de una gala a la conformidad de los trabajadores dice bastante.
Como hemos dicho antes, ha aludido a nóminas y ha evitado responder de forma directa lo que realmente decía el comunicado. Las evasivas ocultas bajo estos aires de dignidad representan perfectamente la industria del cine: precariedad disfrazada de esfuerzo, arte y grandeza.
Es de sobra sabido que, como en cualquier otra empresa, en el cine se da mucha precariedad y muchos trabajadores terminan aceptando condicione miserables, llevando a cabo las producciones por amor al arte o para, simplemente, mantenerse en «el mundillo». En un reportaje reciente de RTVE, Carlos Olalla, actor reconocido por sus múltiples papeles (Tiempo entre costuras, Cuéntame, etc.), advertía que la inmensa mayoría de los actores cobra menos de 3.000 euros al mes y se ven obligados a ceder ante el abuso de las productoras para arañar papeles. Los escándalos de precariedad entre los equipos técnicos, de abusos machistas, etc. son una constante.
En este sentido, Raquel Rodríguez nos contaba que ella misma trabajó de becaria, en una producción, con horarios de ocho horas por 600 euros. Incluso en el caso de Valentina, cobrando bien y en buenas condiciones, sin sentirse ella precaria en ese sentido, admite que hay mucho trabajo detrás que no es reconocido o es difícil reconocer, ya sea porque no existan categorías, como ocurre en el cine de animación, o porque el propio ritmo de trabajo frenético en una producción obliga a apurar horas de trabajo para sacar el proyecto adelante. Muchos de estos trabajadores buscan más el resultado que su compensación económica, pues viven de su labor, de su buen hacer (lo que precisamente les ha arrebatado Loureiro al cambiar los créditos).
La reacción de Loureiro no ha cogido desprevenidos a los trabajadores. Raquel nos ha confirmado la buena fe del equipo: «no queremos llegar a los tribunales, sólo que se siente con nosotros, nos explique el motivo que hay detrás de esto, y lo corrija, porque muchos de nosotros se están viendo perjudicados».
Hasta entonces, ellos seguirán incidiendo en este problema y llegarán a la denuncia si es necesario. No obstante, como recalca Raquel, sólo quieren poder disfrutar del fruto de su trabajo, que su labor sea reconocida, y están dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias.